CRóNICA SOBRE TECNóPOLIS JOVEN
En los márgenes de la megamuestra Tecnópolis ocurren encuentros de lo más variados. Entre ellos, Malambit, la peña de folclore y electrónica, donde la fusión del breakdance con el malambo copó la escena.
› Por Federico Lisica
En el último viernes de vacaciones de invierno, el ingreso a Tecnópolis sobre la avenida Constituyentes regala una marea de colectivos escolares, aroma a choripán, copos de azúcar por el aire y vendedores ambulantes. “¡A las boludeces!, ¡a las boludeces!”, grita el más honesto de todos ellos muñido de burbujeros, flechas y bolas que disparan destellos cual prisma de El Lado Oscuro de la Luna. El gris del cielo no puede con esas luces ni con las de los carteles del otro lado de la reja. A no confundirse. Nada de espejitos de colores. La megamuestra de Ciencia, Arte y Tecnología enclavada en Villa Martelli combina el parque de diversiones y el fervor popular con la difusión de conocimiento y creatividad. Hace frío (y mucho) por lo que se toma un atajo a través del ripio para llegar más rápido. Suena un tango que huele a pasado, Par Mil de Divididos (“luz, luz, luz del alma”) y Cruel de Los Piojos (“Que rara y vacía y desierta y perdida está la avenida hoy”).
Hasta la música que sale de los parlantes ubicados en cada mástil juega con zumbarle a lo que ven los ojos: galpones colmados, reflejos lumínicos y construcciones “Made in Argentina”. La transmisión avisa que Fuerza Bruta está por empezar un espectáculo de “murga electrónica” y se duda en dar media vuelta, pero no, la gran olla con los pibes haciendo skates es señal de que se ha llegado al “Espacio Joven” dispuesto a un costado de las cincuenta hectáreas del total de la feria.
El galpón se halla en el “Continente Imaginación” y promete “experimentación artística, mixtura de géneros musicales, circo, contenidos audiovisuales, deportes urbanos, tecnología y contenidos on-line”. El plato fuerte del día es la peña electrónica “Malambit”. Y lo primero que se ve es a un B-boy entrándole a un mate mientras baila como un robot rock. La gente en ronda aplaude y filma de sus celulares. El pecho retumba por el bajo prolongado que dispara el DJ. Aparecen unos pibes zapateando –pelo largo, chaqueta de cuero y torso desnudo– y uno de ellos se anima a un “mano a mano” con un B-boy. Se agarran los pies, el uno del otro, y saltan por arriba de sus brazos. Uno es parte de Fuera de Límite Crew y el otro de Impacto Malambo. La coreografía sale bien y empiezan los gritos sapucay. “Lo mejor de todo es la fusión, fue todo freestyle, pensamos bloques y después a bailar”, tira Coco Destroy de FDL. “A la gente parece encantarle, y a nosotros también, todo tiene que ver, somos pibes de 25 años bailando”, suma Fabián Serna del grupo de folclore. Andrea Servera fue la encargada de coordinar la música y encauzar la energía de los ciento diez bailarines que participan de la movida. Uno de sus objetivos fue descascarar el exotismo. “¿Cómo es hablar de la Argentina en el 2011 desde la danza? ¿Con qué lenguaje hablás? –se pregunta con la respuesta en la punta de la lengua–. Me aparece como clarísimo que el motor es el sonido del folclore, y desde esa sonoridad podés jugar con propuestas diferentes. Vengan del IUNA, de la calle, de escuelitas o del San Martín.”
Se vuelve al galpón por dos razones: los dientes castañean y Chancha vía Circuito (una de las naves más reconocibles del Planeta Zizek) se subió al escenario. Pedro Canale y su afán por transformar la textura del Altiplano en un viaje al cosmos. De los parlantes salen charangos filosos, loops telúricos (si algo así es posible) y coplas sin tiempo a cargo de Miriam García. La VJ Paula Duró traduce el sonido desde una pantalla con coyas viajeros, rayos y pachamamas bañados en flúor. La propuesta confirma por qué Río arriba cosechó sus buenos votos en la elección del NO 2010. Cuando acaba su set, Metabombos copa el galpón. El grupo de percusión es la Orquesta Típica Fernández Fierro pero del bombo legüero. Si ellos fueron por el tango y el look descontracturado, Camilo Carabajal –mezcla de Glenn Danzig con el Dúo Coplanacu– comanda la decena de percusiones musculosas y primales.
Pero es momento de irse. Adentro un grupo pela unas voleadoras. Y al lado del galpón, Fernando, Steve y Brian desafían la física practicando parkour sobre unos fierros y unos cuadrados de madera. Cruzaron toda la capital –vienen de Dock Sud y La Boca– para entrenarse: en ese lugar van a competir al otro día. La música resuena y le da impulso a sus saltos. Ninguno de los tres parece escucharla, pero basta verlos volar en el medio de la tempranera noche del conurbano, para que algo nuevo aparezca.
Además de Malambit –repite el viernes 19 de agosto– hay más propuestas en el Espacio Joven de Tecnópolis. Espectáculos permanentes todos los días: Urraka (música con objetos), Avalancha (de la compañía de Circo La Arena), Asombro extremo (magia) y Electroarte (intervenciones de luces y acrobacia). Por otra parte, hay ciclos de danza urbana y diseño de luz y sonido a cargo de Trimarchi. Tampoco faltan la proyección de documentales, dj’s y recitales (Dante Spinetta, Bajo Fondo Tango Club, Los Tipitos y Bersuit Vergarabat, entre otros). Una imperdible para mañana viernes 4 a las 18.30: La presentación del Catálogo Rock Buenos Aires. Tocan El Mató a un Policía Motorizado, Altocamet, Brahman cero y Vittorino.
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