Cuesta relacionar a Laura Citarella con la chica que grabó el disco homónimo. Porque ella llega con una mochila y se sienta en el piso, luego pide una cerveza que toma del pico y dice que jamás se pone una pollera. Comenta también que su madre seguro le recriminará la vestimenta que usó para las fotos. Porque –preconceptos aparte– el disco empieza con un dulce bossa nova, sigue con Versos, una preciosa canción donde habla de peces que habitan la casa, cantada con una voz cálida, suave y casi perfecta. Y aunque Laura use el talle small, es un aluvión de energía que pasa y te despeina. Tal vez esa electricidad la herede del mundo del cine, donde hace películas como Historias extraordinarias, que la terminó de fusionar con El Pampero Cine, proyecto que la une a su socio Mariano Llinás, el imbatible director de Balnearios.

Tanto en la música como en el cine, Laura indaga en el mundo femenino desde una mirada inteligente y observadora, cuya cáscara no tiene que ver con los preconceptos. Pero todo cierra un poco más si conocemos el origen de esta chica rubia y verborrágica que pide que esta vez nos centremos en la música y no en el cine. “Hay una cosa medio endogámica porque toco con mi hermano, con mi primo –que tiene 22 años y es lo más–, con Lautaro, que es el guitarrista también de Miro (Y su Fabulosa Orquesta de Juguetes) y a la vez es mi amigo. Hay una cosa medio móvil en ese sentido. La banda va mutando sobre todo porque soy de La Plata y tengo muchos músicos allá, y es un quilombo logístico organizarse y ensayar toda la semana. Entonces la banda se arma para cada fecha”, cuenta Laura mientras suena Suspicious Mind a modo de ringtone en su celular.

“Es un temón: ése es mi viejo, me lo metió así a Elvis”, se ríe, y aclara que quedó en su teléfono desde la filmación de Ostende, su primera película como directora que este año ganó un premio en el Bafici y planea estrenar en noviembre. “Soy una persona de mar y de verano, el invierno me hace mal, me hace daño –arremete la cantautora mientras explica la analogía marítima entre Ostende y la canción Rumbo al mar–. Esa fue una canción que se me apareció cuando yo vi de vuelta la película Rumble Fish, que tiene como una cosa de búsqueda hasta religiosa, si se quiere. Y cuando vi esa película me pegó mucho por ese lado, por la capacidad que tiene uno a veces de ir para adentro y empezar a buscar y usar eso como una especie de motor y de energía creativa.”

Ostende, entonces, fue su primer encuentro con algo verdadero cuya temática la cineasta quiere empezar a hablar: el link con la energía femenina y con la sexualidad. De esa curiosidad propuesta por su mundo interior le surgen mil preguntas. Y el viaje introspectivo la conduce a la búsqueda de su particularidad como artista, que no es otra cosa que el resultado de sus canciones. “Yo puedo cantar todo lo que sea. Ahora, la escritura de canciones es un abordaje nuevo para mí, que tiene diez años, no es de toda mi vida. Y el cine en un punto es algo que yo hago desde un lugar mucho más físico y no tan intelectual”, compara la platense devenida en porteña hace unos años ya.

Su disco se desmenuza a través de referentes obvios como Los Beatles y Elvis Presley, aunque en su casa también sonaba Creedence y blues. Pero cuenta Laura que cuando comenzó a abordar el mundo de las canciones, aparecieron Elliot Smith, Nick Drake y Francisco Bochatón, hasta que descubrió a sus propios amigos platenses: “Y en el medio de todo ese caos, como diría la canción de Prietto, descubro a todos estos pibes que están haciendo cosas, grabándose en sus casas, haciendo canciones más pequeñas, formatos más austeros, conozco a todo un grupo de cantautores platenses y empezamos a tocar todas las semanas, todo el tiempo en La Plata. Y así empecé a verme influenciada por mis propios amigos”.

* Laura Citarella toca el jueves 13 de octubre en el Zas (Moreno 2320) con Miro.