En el 2010, la campaña por el festejo del cuarto de siglo de la Rock & Pop anduvo tras la búsqueda de la fuente de la eterna juventud. Al lema “Todos tenemos 25 años” lo acompañaban con inmanencia rocker, Ozzy Osbourne, Angus Young y Dave Grohl tocando en vivo. La otra gráfica era aún más elocuente. En el montaje aparecían figuras de la estación –comandadas por Mario Pergolini– despertándose resacosos tras una partuza inolvidable. Poquísimos de los que aparecían allí orillaban la cifra aludida. Podrá inferirse que la FM se mantiene como una pata importante en cuanto a nuevas tendencias, que el oyente quiere imaginar a sus referentes en estado peterpanesco, o que la publicidad es la publicidad, y lo que importa, en definitiva, es lo que suena en el aire. Y ahí –a diferencia de lo que sucede en el mercado de la música– hay osadía –o al menos un poco– en la apuesta por una nueva camada.

Por otra parte, las mediciones están mostrando un cambio en los gustos de la audiencia. Y, plataformas digitales mediante, la radio también muta de piel y cuerpo (¿será el más darwiniano de los medios en su adaptación?). Incluso hubo espacio para ensayos imposibles como Hip, Hop, Etc en la ya extinta Kabul (Antonio Carrizo y Cacho Fontana ¡presentando raps!). Lo nuevo, entonces, ¿por dónde pasa?, ¿por el formato?, ¿el contenido musical?, ¿la actitud y estética joven?, ¿las caras reconocidas de la TV con bloque radial?, ¿los conductores que le conversan a un par? Se prende la luz roja y hablan ellos.