SEMILLA BUCCIARELLI EXPONE EN EL CENTRO CULTURAL ISLAS MALVINAS
Cuando hace semanas el Indio Solari sugirió su intención de convocar a Semilla para grabar su próximo disco, muchos se preguntaron dónde estaba: pintando acrílicos, dibujando con iPads, esculpiendo... Lo de siempre.
› Por Juan Ignacio Provéndola
Semilla Bucciarelli puede pintar con acrílicos, dibujar sobre una tableta digital, esculpir en papel maché, cargarse con el arte de tapa de alguna banda amiga, hacer tatuajes por puro hobbie, escribir cuentos de humor negro o grabar loops de guitarra para tocar encima de ellos e improvisar durante horas. Lo que nunca podrá hacer, eso sí, será una tarjeta personal en la que deba resumir en un breve epíteto todas sus gracias. “Ustedes sólo ponen lo que hice en Los Redondos” dice, con el entrecejo fruncido, mientras lo rodean las más de 60 obras que está exponiendo hasta este domingo en el Centro Cultural Islas Malvinas, territorio recuperado que en otros tiempos sirvió como casino de oficiales, pabellón de fusilamiento del levantamiento militar de junio de 1956 y atrio desde el cual Hipólito Yrigoyen cedió al golpe militar de 1930 rubricando su renuncia como presidente de la Nación.
“Cachetada al ojo” se llama la muestra y parece ser también un zamarreo a quienes se tientan por encasillarlo exclusivamente como la viuda de. Es que, como se ve, sus talentos no se agotan en el memorándum de tiempos pretéritos que parecen quedar sellados por el destino de lo irreversible. Las circunstancias, no obstante, ofrecen pistas imprecisas y minan el camino: hace semanas, el Indio Solari expresó su voluntad de convocar a él y a Sergio Dawi a su próximo disco solista, y poco después estos dos se presentaron en vivo durante la inauguración de la muestra platense en cuestión a través de una performance que incluyó, en vivo, música y dibujo. Pero el encuentro no tuvo tanto que ver con la declaración pública del ex colega Redondo, sino con el de curso natural de un talento que comenzó, justamente, al influjo de esta última sociedad: “La técnica de dibujar en vivo surgió hinchando las pelotas, con una tableta que me había comprado, y la primera vez que la hice en público fue para un show de 2saxos2, de Sergio Dawi”, cuenta Semilla.
Así como sucedió aquella vez (y también, más adelante, junto a Divididos, Los Cafres o el folclorista jujeño Tukuta Gordillo), la faena consiste en trazar y destrazar líneas, imágenes y colores sobre una pantalla vertical sobre la que se proyecta lo que el artista modela con un lápiz digital mientras el músico secunda con firuletes sonoros en sincro. “Lo hago con Photoshop y, en realidad, es una boludez: pongo un cuadro mío de fondo y luego lo tapo con varias capas. Entonces, empiezo a dibujar, borrando, difuminando o barriendo algunas partes, y ahí empiezan a salir los personajes y los colores. Es como la clásica técnica de pintar con cera, cubrirlo con tinta china, y luego ir descubriendo lo que hay debajo, rascando con un palito. Esto es igual, pero digital, y lo descubrí jugando con la compu”, dice.
En su derrotero post-Redondos también se incluyen muestras varias, una presencia en la galería porteña de Aldo de Souza (por donde pasaron Quinquela Martín, Soldi, Berni, Castagnino y, por supuesto, Bucciarelli), el arte de tapa de discos de La Favorita y La Renga –entre otras–, e intervenciones urbanas varias, por caso una en los ventanales del museo cordobés Genaro Pérez y otra en una plaza de La Boca (adyacente al predio de Casa Amarilla) donde pintó unas esculturas que representaban una jugada de ajedrez en tiempos del Bicentenario y de la que, asume, “no sé qué quedará porque lo hacían pedazos todo el tiempo. ¡Fue intervenido por la gente!”. “Siempre estoy moviéndome y haciendo cosas, pero porque me invitan, ya que soy muy vago para generarme mis propias movidas”, reconoce. En su agenda, figuran una presentación en El Cubo –un espacio pluricultural del barrio porteño del Abasto–, una propuesta de performance digital en la megapantalla de LED de Tecnópolis (“donde espero conocer a la gente de Fuerza Bruta, con la que estaría bueno hacer algo en conjunto”) y un proyecto de trío junto a dos músicos de Córdoba.
–Creo que todo, pero me siento más libre en la pintura, porque estás sólo y es otra forma de llevar la cosa. En la música es diferente, trabajás con otras personas y hay que congeniar personalidades.
–Todavía no hablé, así que no te puedo contestar. No sé cuál es la idea ni el espíritu con el que me lo va a venir a decir pero, de movida, me parece una actitud bárbara de su parte. No por tocar o grabar, sino por el hecho de reencontrarnos. Después de tanto tiempo, todo quedó muy raro y está bueno charlarlo. Por lo menos, a mí me hace bien. Se ve que éste es el momento y esperemos que salga todo bien. Estaría bárbaro.
–Y, sí. Creo que es cada vez más acertada esa frase.
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