Jueves, 13 de octubre de 2011 | Hoy
DIVERSIDAD SEXUAL EN EL INDIE ROCK
Algunos casos de homofobia contra músicos indies encendieron la alerta: Leisha Hailey y Camila Grey, novias y dupla de Uh Huh Her, fueron bajadas de un avión por besarse; el cantante de Younger Lovers, Brontez Purnell, fue golpeado a la salida de un boliche gay de Oakland; un show de Foo Fighters fue boicoteado por la Iglesia Baptista de Westboro y el músico hard rock Ted Nugent diciendo que “no es para tanto” que Kobe Bryant le haya dicho “homosexual” a un árbitro de la NBA.
Por Luis Paz
Recientemente, Leisha Hailey y Camila Grey, novias y dupla central de la banda de electropop angelina Uh Huh Her, denunciaron maltratos en un vuelo de Southwest Airlines por darse un piquito. Aseguraron haber sido retadas por una azafata debido a su “comportamiento inapropiado para una aerolínea familiar” y bajadas del avión. “No importa qué tan bajo sea susurrada la homofobia, eso no la hace menos grave”, consideró Hailey. “Queremos vivir en una sociedad donde si viajás con la persona que amás y deseás darle un beso, puedas hacerlo sin ser juzgada por una corporación y sus empleados”, dijo. La aerolínea informó que “el comportamiento de Hailey y Grey fue excesivo y provocó las quejas de varios pasajeros”, y que fueron obligadas a bajar “debido a su agresiva reacción con el personal”.
No hacía ni un mes desde que Brontez Purnell, cantante de los también californianos Younger Lovers, había sido golpeado a la salida de un boliche gay de Oakland, en el mismo estado. Fue a bailar con su colega de banda Adal Castellon y fue atacado a puro insulto homófobo por dos hombres. El músico reaccionó y fue golpeado: de un piñazo, lo tiraron de su bicicleta. Castellon quiso defenderlo y se ligó una quíntuple fractura facial, jodido drama para un músico indie sin obra social. Ahora, bandas amigas realizan festivales benéficos para que junte los fondos para las cirugías clínicas y reconstructivas necesarias.
Según el analista social Ejeris Dixon, del New York City Anti-Violence Project, “los músicos son particularmente vulnerables a los sentimientos homófobos porque suelen ser representantes de la comunidad, y cuando la gente ataca figuras públicas, busca mandar un mensaje a la sociedad”. Lo notable es que en estos casos no se trató de una escena o un público indie de carácter homofóbico. En rigor, el indie internacional es un espacio de integración artística de personas gays, lesbianas, travestis y transgénero; y cobija unos tipos de música con los que los representantes de la diversidad de orientaciones sexuales de la juventud de este siglo encuentran una poética representativa, inclusiva y diversa. Hay casos notables como los de Stephin Merritt, de The Magnetic Fields, un poeta contemporáneo del amor diverso; el cantante Kele Okereke, de Bloc Party; la vocalista Beth Ditto, de Gossip; el dúo Tegan and Sara, el líder de Deerhunter, Bradford Cox; el músico Jónsi de Sigúr Rós y una variedad de luminarias indie queer como Patrick Wolf o las bandas de lesbopunk Team Gina o Girls in a Coma.
De hecho, la relación entre la música y la poética de corte indie en los Estados Unidos y en el Reino Unido, sus principales mercados, es de lo más estrecha, tanto como lo fuera el cine indie durante los ‘90. En el sitio de cultura pop Afterellen.com, un foro de consulta para adolescentes indie estadounidenses, un tópico muy activo se pregunta: “¿Cuál es la relación entre las lesbianas y el indie rock?”. Allí mismo, 300 usuarios de una decena de países rebatieron la idea de que “a ellas les encantan las bandas de chicas con guitarras”, aunque apoyaron la idea de que la música indie, por sus características (los lugares donde ocurre, la procedencia de sus músicos, la tolerancia que parte del cuadrante del “hacelo vos mismo” del hardcore), es un espacio de artes amistosas y respetuosas con las decisiones y orientaciones sexuales y sentimentales.
Este año, representantes notables de la cultura pop de este milenio han expresado sus opiniones. Lady Gaga, uno de los iconos indudables del último lustro musical, actuó a mediados de año en el marco de la Marcha del Orgullo en Roma, en la que se presentó como “hija de la diversidad dolida y preocupada porque las jóvenes lesbianas y los jóvenes gays sean susceptibles al suicidio, la aversión a sí mismos y el aislamiento” debido a la homofobia. Otro caso incluyó a Foo Fighters: la Iglesia Baptista de Westboro, reconocida por ser de las más reaccionarias contra el matrimonio homosexual, amenazó con hacer un piquete frente al recital que la banda dio en Kansas, porque aseguran que Foo Fighters “invita a la fornicación, al adulterio y a la homosexualidad”. Dave Grohl respondió: “No importa si eres negro, blanco, violeta, verde, de Pensilvania o de Transilvania. Bendecidos sean los hombres que aman a mujeres, las mujeres que aman a hombres, los hombres que aman a hombres y las mujeres que aman a mujeres”.
Claro que no todos los músicos tienen la cabeza abierta: el rockero Ted Nugent, por ejemplo, publicó en el diario The Washington Times un artículo quejándose por la reciente decisión de la NBA de multar por 100 mil dólares a Kobe Bryant, y asegurando que “todo se resolvería con un pedido de disculpas de Bryant al árbitro”, al que el basquetbolista pretendió insultar al llamarlo “homosexual”. Es el error de concepto más grosero y más común: disculpas merecen las comunidades homosexuales por utilizar el gay, el trolo y el homosexual como insultos. Pero Nugent fue más allá: “Bryant habría sido multado con 10 centavos si se hubiera referido al árbitro como un inútil cristiano. Si la NBA quiere condenar a la homofobia, deberían organizar una noche en la que los homosexuales pudieran bajar a la cancha y bailar y saltar con música de Village People. Y darle a cada homosexual una pelota color rosa como símbolo de solidaridad”.
En cambio, varios músicos de diversos palos han celebrado que en nuestro país sea legal el matrimonio igualitario: desde Judas Priest, con el metal patentizado, hasta el house de The Hercules and Love Affair, que incluye una cantante transgénero y un bailarín gay. “Desde mi condición de hombre gay, aplaudo al pueblo de la Argentina por ser tan sensible e inteligente como para apreciar que, si dos personas se aman, tienen los mismos derechos que cualquiera. Eso es lo único que importa. La Argentina merece una ovación de pie. Esto me hace muy feliz de volver a subir a un escenario argentino y sentir, ahora más que nunca, que soy bienvenido en el país”, le dijo Rob Halford a la periodista Gloria Guerrero en Página/12, en agosto de este año.
Stephin Merritt, de The Magnetic Fields, es de los grandes cantautores de la última década. Su poesía contemporánea ha sido celebrada por mujeres y hombres de las letras y de la música. Entre ellos, músicos argentinos conmovidos por sus canciones: Alvy Singer, Nacho Rodríguez y Sebastián Rubin, que interpretan a The Magnetic Fields como Los Campos Magnéticos, llevando adelante una traducción de su obra con un condimento particular: “Merritt es abiertamente gay, pero creo que esa condición es tan clave en su obra como la de ser estadounidense o la de ser diestro. Pensar que su condición sexual lo define como letrista o músico, o que siquiera define a su público y al alcance de su obra, es miope. Sin embargo, escribe canciones consciente y explícitamente universales con relación al género. Una de los puntos en los que mayor énfasis puso al leer nuestras traducciones fue que nuestras letras no tuviesen género, que no se dirigiesen a una chica en términos de las clásicas canciones de amor. Obviamente que, en inglés, eso es más sencillo porque los verbos y sustantivos, en su mayoría, no tienen género. Por eso nos pidió, si podíamos elegir, bisexualizar si se quiere las letras”, cuenta Rubin, también traductor (de películas porno, entre otras cosas) y músico al frente de Rubin y Los Subtitulados. “Como músico y público, nunca sentí que en el under existiese esa clase de actitudes. El rock siempre fue un poco ‘macho’, como la sociedad, pero esas barreras se fueron cayendo hace mucho ya. Yo creo que en tanto la sociedad lentamente se hace más tolerante”.
“La homofobia existe desde siempre, así como la diversidad sexual. En nuestro país, la homofobia es parte de la cultura, actualmente en menor medida, pero tengo recuerdos muy claros desde niño: las palabras puto, trolo, maricón y todos sus sinónimos eran insultos para referirse al otro, para resaltar en el otro una supuesta debilidad o falta de fuerza. En mis comienzos en la música como público, en los ‘80, el rock era símbolo de virilidad y el pop era vapuleado por ‘pecar’ de poco masculino. Actualmente, y por suerte, creo que eso es diferente, existe en menor medida y ya no es un pensamiento mayoritario. Realmente no escucho mensajes de homofobia en las canciones de las bandas actuales, ni lo veo en la escena o en el circuito, pero quizá siga estando en el público. En todo caso el mensaje con Miranda! siempre fue el mismo ¿realmente importa la sexualidad de una persona, en este caso de un músico? La idea es escuchar sin prejuicios. Los casos ocurridos con las de Uh Huh Her y los chicos de The Younger Lovers me parecen retrógrados y aberrantes, además de intolerantes y antiguos.”
“Lo que ocurrió con estos casos de Foo Fighters, Uh Huh Her y Younger Lovers me parece que alerta acerca de la imposición de una vida ‘normal’. Creo que es mucho mejor ser ‘raro’ que ‘normal’, la ‘normalidad’ es el gran engaño del sistema. Estamos adormecidos por una cultura que, a través de la Iglesia Católica y la educación básica, determinan qué es lo normal en la pareja y en la familia. Es complicado erradicar la homofobia porque se debe al machismo que todos tenemos dentro, porque a veces los homosexuales somos homofóbicos también. Hay una cultura normativa de que la homosexualidad es degeneración y entonces no es aceptada. A mí me pasó: me costó muchísimo aceptar mi homosexualidad y se me pianta la homofobia a veces. Hay que tener en cuenta que un padre acepta a un hijo homosexual, pero nunca lo desea de antemano. A la manifestación de un beso y el cariño en la calle, los homófobos van a tener que acostumbrarse: las nuevas generaciones vienen más libres y más limpias en eso; yo vengo de una generación dolida y reprimida, la de los ‘70. La libertad de los homosexuales se traduce en libertad para todos. Hay que apostar al amor y que las generaciones nuevas nos van a salvar.”
Beth Ditto, de Gossip: la histriónica cantante es un emblema del discurso feminista y de los derechos de lesbianas, gays, bisexuales y trans (LGBT). Con los ex The Gossip arrancó desde la influencia de las riot grrrls y el feminismo, aunque no se presentan como una banda feminista, y aportaron un himno LGBT: Standing in the Way of Control, la respuesta de Beth Ditto a la decisión de los Estados Unidos de negarle a nivel nacional el derecho a casarse a los homosexuales: “La escribí para animar a la gente a no rendirse. Son tiempos temerosos para los derechos civiles”, alertó. Gossip es parte del catálogo de Music with a Twist, una filial de Sony que se dedica a la promoción y publicación de artistas con contenidos sexualmente diversos.
Jónsi, de Sigúr Rós: el violero y cantante emprendió su carrera solista con un disco notable que apela a la “asexualidad” para narrar relaciones tormentosas. Su homosexualidad fue “denunciada” por The Economist y, desde entonces, el sitio web de Sigúr Rós la aclara, aunque no informa si los demás son heterosexuales. Jónsi es vegano: “Eso ya te hace un marginal, así que el tema de ser gay me pone más en riesgo”, declaró. Su pareja, el artista plástico Alex Somers, realizó piezas para Sigúr Rós y Jónsi.
Tegan and Sara: el dúo canadiense (hermanas gemelas) es de los combos más icónicos del indie queer. Desde que usurparon el estudio de su colegio para dar forma al demo de su primer disco hasta su reciente décima placa, conmovieron al público en general y tendieron un lazo afectivo con las minorías sexuales. Fueron reversionadas por The White Stripes y remixadas por Tiësto, y sus canciones son comúnmente utilizadas en la televisión (en series como Grey’s Anatomy, One Tree Hill y Vampire Diaries, entre otras).
Melanie Valera / Tender Forever: la artista de Portland tiene dos discos armados sólo con un teclado, una computadora portátil, un micrófono, un ukelele y un seudónimo. Sus letras les dan marco adolescente a relaciones homosexuales de la juventud en piezas como Tiny Heart and Clever Hand o Heartbroken Forever; desde su aparición en la escena indie, en 2003, su discurso por la diversidad sexual y los derechos de las lesbianas la convirtió en abanderada de las comunidades homosexuales de los jóvenes.
Ed Droste, de Grizzly Bear: el instrumentista del colectivo musical de Massachusetts irrumpió como un letrista abiertamente gay en su debut Horn of Plenty, donde describe vericuetos entre el final conflictivo de una relación y el nacimiento redentor de otra. De hecho, el nombre de la banda viene del apodo que le daba a su ex novio, aunque prefiere que su música no sea definida (como muchos artistas) por la sexualidad sino por su arte.
Antony Hegarty, de Antony and the Johnsons: el cantante y pianista se presentó como “un transgénero abiertamente gay”. Algunas de sus canciones, como For Today I Am a Boy, dan cuenta de la dualidad que ocurre entre los deseos y lo que se les impone a los jóvenes como norma social. El video de Epilepsy is Dancing es una fantasía animada que fuerza la curva identitaria de géneros. El grupo de Nueva York anda de gira mundial para promocionar Swanlights, su último disco, publicado en octubre de 2010.
Girls in a Coma: el grupo de San Antonio, Texas, no anda con vueltas: “Quiero casarme contigo, quiero chuparte los dedos de los pies y amarte cuando estás bajoneada”, gritan en la canción El Monte. En sus dos discos, el grupo integrado por chicas lesbianas mexicanas conjugó un sonido de potencia punk con la notable y beligerante voz de Nina Alva, y se ganó el beneplácito de otra artista icónica, Joan Jett, que las firmó para su sello discográfico. El amor frustrado, la infidelidad y las trampas de los mandatos sociales son valores que sus oyentes suelen destacar en ellas.
Bradford Cox, de Deerhunter: el líder del combo de rock y pop psicodélico de Athens, Georgia (de donde son, o eran, los R.E.M. de Michael Stipe, que también ha revelado su homosexualidad) y suerte de nuevo referente indie a nivel global, publicó su primer disco bajo el título Voltéalo, maricón. Hace unos días, Deerhunter estrenó Amplifiers, cuarto tema que muestran como adelanto de su próximo disco, Parallax, que saldrá el 8 de noviembre y, por lo que se pudo escuchar, continúa por la veta del “punk ambiental”, con influencias del art rock, el noise, el post punk y el shoegaze, y recursos poéticos que invocan a Echo & The Bunnymen, Brian Eno y Bowie.
Team Gina: oriundas de Seattle, las Team Gina tienen la perspectiva de género: música de chicas para chicas a las que, en ocasiones, les gustan las chicas (en otras, no) y que nunca más van a dejarse golpear por un hombre. “¿Ves? Por eso las lesbianas no deberían armar pareja. Rompí con Becky y me dijo que no era una zorra. Nunca dije eso, le respondí, pero ésa es tu reputación en Colorado”, cuentan en su tema Wife Swapping. El grupo que encabezan Gina Bling y Gina Genius fue votado como “el mejor grupo para enfiestarse” por una publicación de cultura LGBT de Seattle.
Rostam Batmanglij, de Vampire Weekend: el productor, multiinstrumentista y corista del combo de pop étnico reveló su homosexualidad a la prensa y aseguró tener “más pelotas” que muchos compositores que evitan los samples de música pop y dudan en admitir que escuchan a chicas del pop. La canción Diplomat’s Son, del combo que visitó Buenos Aires este verano, versa sobre una relación gay. “Me decepcioné cuando no se convirtió en un himno gay, pero tampoco es que sea demasiado tarde para eso”, declaró recientemente.
* El sábado 5 de noviembre se realizará una nueva Marcha del Orgullo, con concentración desde las 15 en Plaza de Mayo.
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