LA PASIVIDAD NO ES LO DE FRANCISCA VALENZUELA
La joven figura del pop chileno creció en California, toma el té con Isabel Allende y es militante de género. En su último cumpleaños recibió una llamada de Bono: la invitaba a cantar con U2 en el Estadio Nacional.
› Por Juan Barberis
Detrás de esa mezcla justa de ternura y sarcasmo, lo de Francisca Valenzuela resulta humillante. Antes de convertirse en la nueva artista chilena de proyección global, a los 12 años ya empezaba a lamer el éxito: editaba su primer libro de poemas, con prólogo de Isabel Allende, y veía cómo se abría ante sus pestañas un futuro cargado de posibilidades. Aunque, a diferencia de tantos niños prodigio, ella decidió tomar el control desde el principio. Nacida en California en 1987, Francisca tuvo una infancia en tierra ajena sin demasiado tiempo libre durante el año, pero en vacaciones iba a cursos de verano, clases de literatura y concursos para novatos: toda una poetisa fértil. A sus 13, su familia regresó a Chile y ella descubrió en la música un campo de acción más completo. Tres años más y ya tocaba en bares, recorría discográficas y componía sin parar: “Fui a todos los sellos en Chile y la Argentina, ¡y todos me cerraban la puerta!”, clama.
“Eso fue hasta que el alineamiento global de la cultura de la música estuvo a mi favor.” Fue a través de MySpace que empezó a hacerse espacio en la escena emergente chilena. “Con eso pude trabajar y mantener un proyecto independiente, totalmente libre, con mi cabecilla, mi pensamiento y mi dirección artística”, detalla orgullosa. De ahí en más, todo fue vertiginoso: a los 20 editaba Muérdete la lengua, un disco debut que con el hit Dulce se posicionaba en lo más alto de los rankings de su país. Pero detrás de su cara bonita y angulosa esperaba agazapada una dama dispuesta a irrumpir con mirada crítica y lengua filosa.
Buen soldado, su segundo material, editado a principios de este año, era lo único que le faltaba para sumarse a un pelotón de artistas audaces y batalladoras como Julieta Venegas, Javiera Mena y Carla Morrison. “Me alegra mucho ser parte de una generación que tiene esa proactividad, esa lucidez y esa identidad, y no ser parte de una generación prefabricada, falsa o a la antigua. Hablamos de gente natural, espontánea y creativa.”
–Creo que he tenido la suerte de vivir y sentirme cómoda con mi manera de comportarme y comunicarme. Sin embargo, cuando llegué a Chile me llamó mucho la atención cómo se trataba a la mujer desde ciertos sectores de la sociedad. En la industria encontré viejos condescendientes y apoderados que se piensan que me pueden convencer diciendo que soy bonita, que tengo que adelgazar o cómo me tengo que vestir para vender más. Igual, todo eso me ha servido para conocer personas y participar en proyectos asociados al desarrollo y la valorización de la mujer en todos sus ámbitos.
–Yo estaba viviendo en Estados Unidos, tenía 12 años y escribía mucho, a un nivel muy loco. Le envié los poemas para recibir su opinión. Ella vivía cerca de mi casa, los leyó, le encantaron y me invitó a tomar el té. Me ofreció escribir el prólogo y hasta una recomendación del libro, y fue un gran empuje. Hasta hoy tenemos contacto. Fue una experiencia única...
–¡Sí! Me llamaron el día de mi cumpleaños, y yo muy incrédula... “Nos gusta mucho lo que hacés, eres joven y activa en diversas causas, pero no estás políticamente asociada a nada”, me dijo Bono. Al día siguiente, tocar con ellos en el Estadio Nacional fue increíble. Fue muy inspirador compartir con una banda de esas dimensiones, tan sencilla, entretenida y agradecida. Ese fue mi gran regalo.
* Francisca Valenzuela toca el sábado 5 de noviembre en GEBA, Figueroa Alcorta 5575. A las 17.
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