Jueves, 10 de noviembre de 2011 | Hoy
LLEGA KYUSS, LA NAVE MADRE DEL STONER ROCK
“Teníamos 17 años, no nos importaba nada”, recuerda el cantante John García sobre el origen del grupo (del que surgieron Queens of the Stone Age, Fu Manchu, Dessert Sessions y Mondo Generator) a finales de los ’80. Su primera visita al país, aunque como Kyuss Lives! por la ausencia de Josh Homme, habilita a repasar las bases teóricas y prácticas del stoner: riffs a la Black Sabbath, juegos de rol y usos intensivos de la marihuana.
Por Santiago Rial Ungaro
Errar una sola letra puede generar un malentendido. No importa la razón; incluso puede ser una pequeña pelusa en el monitor de la computadora. El NO acaba de lograr que finalmente John García, cantante de Kyuss, se digne a atender y quien escribe comete el error de mezclar el apellido de John con el nombre de pila del guitarrista original de la banda, Josh Homme. Sí, el de Queens of the Stone Age. Es algo mas que un error, es un horror: “¡¿Josh García?! No, pibe, estás confundidísimo”. Aún si la dislexia hubiese hecho que la entrevista terminase antes del saludo, de todos modos habría mucho para decir sobre Kyuss: la banda inventó un sonido atronador, salvaje y rockero, el stoner rock, para muchos homologable a lo que en su momento generó The Velvet Underground; que antes de ser una etiqueta más del mercado, el rock stoner o “del desierto” fue una sorpresa bombástica y estimulante que alcanzó su apogeo con Blues for the Red Sun (álbum de Kyuss de 1992, cuyo título proviene de un libro del siempre cósmico Carl Sagan, astrónomo y exobiólogo también citado por Los Natas y Austin TV).
También que junto a otras bandas afines, como Sleep o Monster Magnet, abrieron el camino para que el rock pesado se abriese conceptual y sónicamente él mismo y se revitalizara, y permitiera la aparición en la escena local de “embajadores” del stoner. O que desde la separación de Kyuss, en 1995, se multiplicaron en una reacción en cadena los proyectos de sus miembros: su cantante John García con Herman, su guitarrista Josh Homme con Queens of the Stone Age, Them Crooked Vultures, Eagles of Death Metal y Desert Sessions, su bajista Nick Oliveri (recientemente condenado a prisión por violentarse contra su pareja, poseer armas de guerra y metaanfetaminas) en Mondo Generator; el baterista Brant Bjork con Fu Manchu y Brant Bjork and the Bross; y su reemplazante Alfredo Hernández, que apenas duró meses en Kyuss, con la Orquesta del Desierto y QOTSA.
Pero ahí está en su casa John, un poco ofendido por la confusión, aunque no demasiado: habrá que intentar apenas un par de veces más hasta que el cantante de Kyuss baje la guardia, acepte las disculpas y tome finalmente la llamada. La tercera es la vencida: “Está bien, te equivocaste, tampoco te quería cortar así, pero cuando me llaman y ni siquiera saben mi nombre ni quién soy, sé que estoy en problemas”. Lo cierto es que en Kyuss Live! no hay ni un sólo Josh, ya que Homme no es parte de su gira de regreso.
“Arrancamos en 1988, éramos muy chicos, teníamos 17 años. Y como todo chico, yo estaba un poco con las chicas, un poco con el deporte, haciendo skateboard, y bastante con la música, claro. Cuando sos pibe, lo único que te importa es tu futuro. Aunque la verdad es que no nos importaba nada. Creo que ésa fue la razón por la que hicimos todo lo que hicimos.”
La historia del grupo comienza en Palm Desert, California, a finales de los ‘80, cuando cuatro amiguitos del colegio se reunieron para armar una banda y jugar rol de mesa de la línea Dungeons & Dragons (o “Calabozos y dragones”, una serie de especies, castas, reglas y propiedades basada en mundos de fantasía, magia y misticismo), de donde tomaron a los personajes Son of Kyuss y Katzenjammer para bautizar a su banda luego de publicar un notable primer disco en 1990 y ya con el ingreso del bajista Nick Oliveri. Poco después, la banda les dio vida a dos discazos como Wretch y Blues for the Red Sun (muy bien producido por Chris Goss, de Masters of Reality).
Basándose en el heavy metal de los ‘70 (Black Sabbath tiene mucho que ver con el sonido stoner) e inspirándose en el lado oscuro de la psicodelia, el grupo logró diferenciarse enseguida tanto del grunge como del heavy metal. El sonido de Kyuss, además de ser bastante más grave de lo usual (bajo y guitarra eran afinados cuatro semitonos por debajo de lo común), tenía y mantiene cierta cualidad telúrica, así como también cierta necesidad de dejar que la energía de la electricidad fluya libre... algo que los vecinos no tienen por qué entender. Para disfrutar de los cuelgues instrumentales, muchas veces superadores de los 10 minutos de duración, y “sintonizar” con la banda, el consumo intensivo de marihuana se convirtió en un ritual que tiene algo tribal, algo de hippie y algo de la necesidad de viajar, de abrirse paso hacia el otro lado de la realidad, de entrar en cierto estado de trance a través de la acción del sonido.
Ahora que John García está más tranquilo, demuestra ser un tipo amable: “No es que piense que soy famoso y que todos tienen que saber quién soy. De hecho, a mí también me pasa que, a veces, no sé cuál es el nombre de un guitarrista de algún disco”, dice buscando no ser descortés. Claro que lo cortés no quita lo valiente: en su momento fue un riesgo estético el que asumió y un camino nuevo el que abrió Kyuss, en una explosión de electricidad expansiva que hizo que, por estas tierras, gente como Los Natas o Poseidótica sintonizara con la propuesta de hacer música de rock sin otra parafernalia que el desquicie. “¿Que si conozco a Los Natas? ¡Sí, por supuesto! Es una buena banda y sé que son de Argentina”, dice García, cuyo padre es mexicano, pero que también tiene sangre alemana, polaca y francesa fluyendo por sus venas.
Con su original ADN a cuestas, García cree que la originalidad de la banda y que la repercusión que tuvo el sonido del grupo a nivel mundial se basaron en la espontaneidad con la que nació y se desarrolló el proyecto. Y lo mismo se puede decir de la leyenda (auténtica) de que la banda, al no encontrar lugares para tocar, empezó a llevar generadores de electricidad al desierto para organizar sus propias fiestas-recitales: de ahí viene, claro, lo de rock del desierto. “Yo creo que si agarrás a cuatro pibes, porque cuando arrancamos éramos pibes de 17 años, que quieren tocar y buscar otro lugar que no sea un garaje, y que tienen la necesidad de hacerlo y no encuentran los lugares para tocar, es natural que se vayan a un desierto a tocar con unos generadores y armar una fiesta. Al principio quizás iban 50 personas, más adelante eran 250. Fue un desierto, pero podía ser cualquier otro lugar apartado donde nadie te molestara por el nivel del sonido y donde no te tuvieras que limitar por nada. Porque el sonido del amplificador tiene que estar en 10, no en 9. ¡Tiene que sonar alto!”
* Kyuss Lives! toca el sábado 12 en El Teatro Colegiales, Federico Lacroze 3455. Desde las 17.
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