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Once años transcurrieron desde la única vez que Laetitia Sadier estuvo en Buenos Aires. Si bien mucho cambió en la megalópolis que aún recuerda y describe, la seduce la posibilidad de poder contrastar lo que conoció con lo de ahora: “Sería interesante ver cómo la ciudad se desarrolló y dónde está hoy”, manifiesta la francesa. En este tiempo su vida fue atravesada por un sinnúmero de hechos movilizadores que incitaron su transformación: por eso el título del primer disco que firma con su nombre, el exquisito The Trip (2010), hace alusión al viaje, a ese ida y vuelta que le permite reflexionar sobre lo que vendrá, especialmente en esta era de amarguras globales, en la que está en duda la continuidad de la agrupación que hasta hace poco colideró: Stereolab. “Mi vida es muy rica. Me encuentro girando, conociendo países a los que no había ido. El shiatsu (terapia tradicional japonesa) tiene un papel preponderante en mi actualidad. Y, por supuesto, velo por el cuidado de mi hijo. Así que, como verán, estoy muy ocupada.”

Pero The Trip no es la primera aventura discográfica de la cantautora y multiinstrumentista por fuera de Stereolab. Ya con el proyecto unipersonal Monade, que luego se tornó en una experiencia grupal, había registrado tres álbumes. “No hay grandes diferencias desde lo conceptual entre un proyecto y otro. Son manifestaciones de mi expresión musical y exploran el mismo territorio. Yo diría que Laetitia Sadier es una versión más madura de Monade.” Aunque esta producción, dedicada a su hermana Noelle, quien se suicidó poco antes de que las canciones comenzaran a tomar forma, tiene un halo melancólico y al mismo tiempo melódico que invoca al LP Sound Dust (2001), de su –por el momento– otrora conjunto, la heroína del post rock prefiere tomar distancia de las comparaciones. “Lo que puedo rescatar es que The Trip es ciertamente un material lleno de melodías, al punto de que éstas no se repiten pues se mantienen en constante estado de evolución.”

Esta vez, la exponente gala se reencontrará con la audiencia argentina para compartir una tonalidad diferente de su último disco. “Estoy tocando sola, así que le pongo más énfasis a mi voz, más emoción e intensidad. Mi música se basa en el silencio.” Una de las constantes en su repertorio actual, aparte de By the Sea, oda al pop que lleva su marca registrada, es la versión de A soir, a chien, clásico de un gran suceso musical francés de los ‘80, Les Rita Mitsouko. “Es una de mis canciones favoritas. Así que traté de no hacerlo tan evidente. Siempre quise cantarla”, cuenta que se dio el gusto, de la misma forma que lo hizo al homenajear a uno de sus héroes sonoros y fans devenido en ícono del indie, Bradford Cox, al cantar con él en el segundo álbum del proyecto Atlas Sound, de Cox, Logos (2009).

Conocida por su acercamiento a la ideología marxista, que alterna con su fascinación por el surrealismo y el situacionismo en sus canciones para Stereolab, Sadier cree en la izquierda como espacio de alternativas ante el capitalismo. “Podemos seguir aprendiendo de la crítica y del análisis marxista, pues hace hincapié en que el mundo que nos rodea está en cambio constantemente. Es una herramienta para darles soluciones estructurales a las protestas que ocurren”, marca. Pese a que Europa respira otra vez, luego de que Grecia alcanzara el consenso político, la tensión da para largo: “Es nauseabundo ver el grado de desprecio con el que Alemania y Francia tratan a los griegos en este momento, sin notar que estamos juntos en esto y que mañana podrán ser ellos o el Reino Unido quienes pidan ayuda de rodillas. Hay soluciones para este desastre, pero eso significaría que algunas empresas, entidades financieras y elites tengan que dejar de lado ciertos privilegios que no están dispuestos a abandonar”.

* Laetitia Sadier toca el lunes 14 de noviembre en Niceto Club, Niceto Vega 5510. A las 21.