Jueves, 17 de noviembre de 2011 | Hoy
EL NATTY COMBO HABLA SOBRE EL REGGAE
Sergio Colombo fue saxofonista de Dancing Mood, Los Cafres, Mimí Maura, tocó con Rico Rodríguez y lo hace en la banda del Indio Solari. Pero decidió abrirse sólo. “Tenía ganas de hacer mis canciones”, dice al NO.
Por Brian Majlin
Maru se acomoda los rulos, saca la carpeta, mira al profesor y resopla. Guarda un lápiz, cierra la carpeta y exhibe trofeos: calcomanías de bandas. Ella es de Pacheco, pero todas las carpetas de todos los estudiantes de todas las secundarias de todos los mundos tienen algo en común. Calcomanías o logotipos: nombres de bandas que adoran. El profesor lee una, lee dos y, resignado ante el abismo generacional que han abierto los nombres que no conoce, pregunta: ¿Qué es El Natty Combo?
El profe se sorprende. Había rock nacional, había cumbia –villera o no– y algo de punk, pero en el conurbano –y quizá en todos lados– el reggae va copando. ¿Será un boom o algo duradero? ¡Averiguadlo, a caballo de uno de sus exponentes! En Flores, plena Capital, el reconocido saxofonista de la escena reggae local, Sergio Colombo -–hoy saxo y voz de El Natty Combo– recibe al NO para disipar las dudas del profe. “El reggae se expandió para todos lados. Puede que sea un boom, pero en todo el mundo. Hay festivales en Europa o Japón. Y acá laburamos mucho, eso da una pauta. Es bueno, porque es una música que hace bien y todos deberían escucharla.”
–Por lo que genera, te hace bien al corazón. Lo digo porque soy muy fanático, pero es así. Hace bien al alma.
–No, por la música. He conocido jamaiquinos y rastafaris de acá y de allá, pero no creo mucho en eso. Ni ellos se la comen. Hay que ser buena persona, después ponele el mote que quieras.
–Y... es muy versátil. Uno fuma el otro no, uno vegetariano, el otro come verdura y pescados. Uno cree que los rastas son todos hippies que comen verdura, pero no. Algunos sí –ríe–, pero no todos. A nivel musical el reggae te eleva y te transporta. Cerrás los ojos y te sentís como en la playa, al aire libre. Una energía hermosa.
–Habla de eso. De la suerte de estar bendecidos con el don de disfrutar el reggae. Yo doy gracias a dios por ser fanático de esta música que hace tan bien.
–Capaz algunos se aburren y dicen que todo es la misma mierda, pero allá ellos, se la pierden. El reggae tiene matices, es maravilloso. Lo otro son prejuicios...
–Y... está muy asociado. Es el folclore de un lugar donde fuman todo el día y los que la hicieron fumaban, pero se puede despegar. Si fumás es más lindo tocar y escuchar, pero podés disfrutarlo sin fumar, es otro mambo. Los prejuicios encasillan a los hombres. Hay infinitas razones para sostenerse en lo que a uno le va bien.
Sergio Colombo fue saxofonista de Dancing Mood, Los Cafres, Mimí Maura, invitado a tocar con figuras de la talla de Rico Rodríguez y hoy toca en la banda del Indio Solari (ver recuadro), pero decidió cortar lo seguro. Decisión tan ilógica como explicable. Al menos por él: “Tenía ganas de hacer mis canciones. Tocaba con muchas bandas, pero era instrumental, o no era mía o cantaba una mina. La única forma de hacer lo que quería fue armando mi banda”.
Al principio se juntó con “músicos prestados”, como dice. Ensayaban cuando podían. Pero hace tres años armó la banda fija. Estable, digamos. Con Javier Blanco (Guitarra), Juan Glikín (Batería y Percusión), Darío Chamisay (Guitarra), Emiliano Casella (Bajo), Ignacio Venutti (Teclados) y Luca Ferrelli (Trombón). “Me cuesta mucho ser líder. También aprendí y me enriquecí mucho al componer. Uno se pone más observador”, explica, mientras hace un recuento de autores que lee o ha leído. Eduardo Galeano, que le gusta mucho. Algo de Mario Benedetti y su poesía. De a poco, le hicieron valorar la letra y tener ganas de decir. “Empezamos haciendo instrumental porque me costaba componer letra”, cuenta. Y añade: “Después me sentí bien al componer canciones. Me enriqueció”.
–¿Viste qué raro? Es inédito. Hay músicos demasiado jugados. Para mí no tienen un joraca que ver el rock y la política. A mí no me interesa porque mucho no entiendo. Los políticos son una manga de sátrapas.
Haber sido viento de músicos reconocidos le permitió mostrar su proyecto. Pero no olvida su pasado de humildad y recoge el guante de los que aún “pagan para tocar”, esa cosa “inexplicable y miserable”, según cuenta. La humildad regresa a la sala de ensayo de Flores. Sergio explica cuánto ha aprendido y trasladado de las diferentes bandas por las que pasó. “También aprendés lo que no hay que hacer, eh”, se ríe. A la salida manguea un pasaje en bondi. Está por subir con el profe al 92.
Hay figuras fuertes en el mundillo artístico. Hay importantes. Otros relevantes. Y están los imprescindibles, estirando a Bertolt Brecht. Pocos que tienen nombre propio, fuerza, potencia. Basta con decir “Indio” y todos saben de quién se trata. Sergio largó todo para dedicarse a El Natty Combo. Pero un llamado lo hizo flaquear. “Largué todo y concentro en el Natty, que es lo mío, pero al Indio no pude decirle que no. Soy fanático de Los Redondos y, como toca una vez al año, no es mucho.”
–Es una bola de energía que te pega y te tira para atrás. Te deja un par de días liquidado. No podés bajar en un ratito, es súper intenso. Son 100 mil tipos mirándote y saltando a la vez.
–Es muy culto, respetuoso, amable. Yo aprendí mucho ahí, con la banda en general. De cómo laburan, de los arreglos. El Indio es muy trabajador. Cada uno de ellos –Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado– son músicos regrosos. Y a veces pienso: ¿qué hago yo acá?
* El Natty Combo despide el año el sábado 19 de noviembre en La Trastienda (Balcarce 460, San Telmo). A las 23.30.
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