Jue 01.12.2011
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AHORA DICEN QUE LOS SAICOS INVENTARON EL PUNK

“El punk es una bola de ruidos”

Erwin Flores, el vocalista y guitarrista del secreto mejor guardado de los ’60, que “canta como si estuviera haciendo gárgaras con hojas de afeitar”, habla con el NO.

› Por Yumber Vera Rojas

Tantas veces se invocó el regreso de Los Saicos que finalmente sucedió lo imposible. Generalmente las fábulas en la memorabilia del rock las protagonizaron artistas cuyos legados no fueron valorados en la época que les tocó vivir. Aunque eso no sucedió con el cuarteto peruano, pues supo gobernar en el imperio de los yeites durante su volátil existencia, entre 1964 y 1966. Mientras su legado descansaba en el olvido, la escena subterránea de la nación andina, en los ‘80, rescató sus canciones y hasta inventó relatos cargados de fantasía acerca de sus miembros. De esta manera surgió la leyenda del grupo, amplificada de tal forma que hasta empezó a poner en duda que el punk haya sido elucubrado entre Londres y Nueva York en 1977. Así lo asevera una placa en Lince, el barrio que parió al conjunto más salvaje de Sudamérica. Erwin Flores, el vocalista y guitarrista del secreto mejor guardado de los ‘60, el que “canta como si estuviera haciendo gárgaras con hojas de afeitar”, el que incitó a echar abajo las estaciones de trenes, está al otro lado del teléfono, a días de su debut en Buenos Aires, para compartir su pasado, presente e incluso su futuro con este suplemento.

–¿Cómo te sentís con esta vuelta de Los Saicos a los escenarios?

–Es como surfear una ola de cincuenta metros sin tabla.

–¿Por qué deciden hacerla ahora?

–Cuando vine a vivir a Estados Unidos, me traje los seis singles que publicamos. Sin embargo, alguien se los llevó. Luego pasó lo mismo con los que me dio mi mamá. En esa época no existía la posibilidad de copiar estos temas, así que por 20 años no escuché a Los Saicos hasta que apareció el recopilatorio Wild Teen Punk from Perú 1965 (2000), y lo compré. Después, a partir de que se encontraron en un depósito en Perú las cintas sin mezclar, el sello español Munster hizo una compilación de los 45 RPM del grupo, llamada ¡Demolición! The Complete Recordings (2010), pues nunca hicimos un álbum. Entonces, finalmente, pude disfrutar de nuestras canciones con placer porque lo que sucedía antes es que grababas y pensabas que estaba de puta madre, pero cuando imprimían se perdían los bajos. Era horroroso. Este lanzamiento permitió que nos volviéramos a interesar por la obra de la banda. Comenzaron a llamarnos para entrevistarnos, y ahí vino lo de la placa...

–Esa placa, colocada en Lince, el barrio limeño que vio nacer al cuarteto, asegura que ahí nació el punk...

–El alcalde estaba haciendo su campaña por la reelección, y puso esa placa quizá por una cuestión politiquera. Me da igual que nos llamen punk como no. Tanto jodían con eso que en un momento dije que éramos un grupo de proto punk. Es el calificativo que mejor nos describe.

–La semana pasada salió a la venta el primer Diccionario de Punk y Hardcore de España y Latinoamérica, que sostiene que ustedes son los fundadores del género. ¿Qué sensación le suscita ese reconocimiento?

–Es una humorada para explicar los orígenes del punk. Así como me acerqué al trabajo de los Ramones con curiosidad, creo que el público tuvo la inquietud por saber qué hacían Los Saicos. El punk es una bola de ruido, y pienso que no sonábamos así. Teníamos arreglos, armonías vocales. Nuestros temas eran surrealistas, dadaístas, nada locos. Más que punk, éramos un grupo de garage punk.

–¿Es cierto que Iggy Pop o The Sonics conocían su música?

–No lo creo. Me da la impresión de que alguien llegó y le dijo a Iggy Pop: “Escúchate esto”. Eso está en un documental (Saicomanía, 2011) que hicieron sobre nosotros, y ahí lo vi. Se aparecieron con una cámara, llevaron nuestras canciones y les preguntaron qué le parecía. Es una bola de nieve para convertir en leyenda a un artista.

–Además de Los Saicos, otros grupos limeños de los ‘60, como Los Drag’s y Los Holy’s, dejaron constancia de una escena que se caracterizó por su sonido impetuoso. ¿A qué le adjudicás que ése haya sido su rasgo más distintivo?

–Representaba la energía del momento. Nuestra vida consistía en salir a la calle a correr autos como locos, y andar con 30 chicas. Eramos jóvenes de clase media jugando a ser malos. No obstante, nadie –salvo nosotros– tocaba canciones originales. Todos hacían covers, y cantaban en inglés.

–¿Conocés alguna banda argentina de la época que se acercara a esa impronta?

–A los argentinos –a los que conozco bien y adoro, al punto de que mi esposa es de allá y viví en Buenos Aires– siempre los consideré muy romanticones. Por eso nunca pudieron tocar rock pesado. Aunque lo intentan, les sale todo lo contrario. Yo, en cambio, trato de ser sensible, pero termino siendo brutal. Cuando llegué a la Argentina, un representante me llevó a Music Hall para grabar un demo. Pensé que iban a querer un estilo tipo Los Gatos o Los Iracundos. Y en vez de enseñarle lo que sabía hacer, le mostré canciones que no tenían nada de especial. Mientras lo pensaban, me vine a Estados Unidos.

–¿Qué te trajo a vivir a Buenos Aires?

–Salí con mi familia del país porque Velasco, al asumir el poder, nos robó todo lo que teníamos y fuimos a dar primero a la Argentina. Pero no me encontré cómodo allá, no vi futuro para mí.

–¿Por qué se separaron Los Saicos?

–Nunca pensamos que estaríamos en esto para siempre. De hecho, mi papá nos sugirió que lo hiciéramos, que siguiéramos, y hasta nos ofreció pagarnos las clases. Pero no le encontramos sentido. Aunque si hubiera sido músico profesional, no habría hecho todas las cosas que hice en mi vida.

–Como trabajar en la NASA...

–Cursé Agronomía en Brasil, pero no me llamaba la atención. Me gusta la ciencia. Salir del jardín de casa era un safari para mí. Soy un tipo de interior y de concreto. Entonces cuando llegué a Estados Unidos, conseguí una beca para estudiar Física y Matemáticas.

–¿Mantuviste relación con tus compañeros?

–César “Papi” Castrillón (bajista y segunda voz) vive en Estados Unidos. Después de más de 30 años regresé a Lima por negocios. Cuando llegué, agarré la guía telefónica, para ver si todavía existían, y llamé a los otros dos. Ellos no se habían visto en todo ese tiempo (la banda la integraban asimismo el baterista Francisco “Pancho” Guevara y el desaparecido guitarrista Rolando Carpio).

–Este regreso a los escenarios se da junto a dos integrantes de la agrupación Los Protones, cuya encarnación anterior, Manganzoides, se separó tras un show en la capital argentina. ¿Cómo los sumaron al proyecto?

–Cuando se da lo de la placa en Lince, me llevaron a una caverna en la que tocaron y me subí al escenario a cantar con ellos. Ahora estuvimos en España, Perú y México. Hay muchas invitaciones para actuar, pero no tengo tiempo. Esto es un hobby para mí e interrumpe mi trabajo.

–¿A qué te dedicás?

–Prefiero mantenerlo en privado.

–Me da la sensación de que este furor por Los Saicos es más grande de lo que te imaginabas...

–No es un problema salir a tocar, pero se me puede comprometer con algunos temas de negocio. No me es muy posible andar corriendo de un lado a otro con tanta premeditación. No creo que pueda seguir con esto, aunque a los muchachos les entusiasme. Me resulta difícil.

–¿Padecés ser una leyenda?

–Lo encuentro interesante y agradable, me lisonjea, lo siento bárbaro. Me encanta pararme sobre un escenario, pero está interfiriendo con mi vida a esta edad. Y eso es complicado.

* Los Saicos actuarán el sábado 3 y el domingo 4 de diciembre en Niceto Club (Niceto Vega 5510), a las 21.

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