“NO CANTES VICTORIA”, UNA DELICIA DE VICTORIA MIL
Preguntará por qué no cantamos
Con su formación reducida al mínimo esencial, la banda de Adrogué afrontó el trance editando un disco de instrumentales que le debe tanto al dub jamaiquino como al kraut-rock alemán. “A nadie le gusta que estés haciendo música en un momento en que todos están a las piñas”, aseguran.
› Por Santiago Rial Ungaro
Mientras terminan de mezclar su cuarto disco (el primero como dúo luego de la salida de Leo Santos, baterista de Daniel Melero, y Julián Egozcue, más volcado a la cumbia villera y a su familia), No cantes Victoria, un disco de temas instrumentales, es mucho más que un aperitivo para fans o una rareza. Si, como creía Amiel, “un paisaje es un estado del alma”, esta recopilación de todos los temas instrumentales del grupo hasta el momento transita por paisajes tan amplios como sorprendentes, paisajes de un grupo que ha logrado entender el valor de la experimentación sin caer en la arbitrariedad. De sus exploraciones sonoras, Miguel Castro y Julián Della Paolera encontraron algo invalorable: un sonido propio, elegante y tóxico, un valioso antídoto contra la claustrofobia urbana, un paisaje habitable y disfrutable, ideal para unas vacaciones al estilo George Harrison que, sin salir de su puerta, podía conocer todas las cosas del cielo y de la tierra.
Si desde su primer disco, por entonces con el nombre de la diva almodovariana, el grupo ya demostraba tener cierto estilo, esta “actualización de Victoria Mil bajo parámetros instrumentales” muestra al grupo de Adrogué conectado con la música, con la música que ellos hacen y con la que escuchan. Un ejemplo es la música jamaiquina. La parafernalia rastafari está presente en muchas bandas argentinas, pero la conexión jamaiquina de esta Victoria es el dub, género que surgió paralelamente al reggae y que se basa en la idea de reversionar, así como con el uso de la consola. “Creo que con el dub aparece el eco en la música, no sólo lo que es la música sino lo que deviene del sonido”, afirma Miguel, mientras menciona a King Tubby como un referente. Lo mismo se puede decir del encuentro con el babasónico Gabo Manelli, que participa en el track “Gabo Manelli conoce a Victoria Mil”, cuyo título recuerda las legendarias colaboraciones entre Augustus Pablo, King Tubby, Lee Perry y demás pioneros de un sonido que conocen bien y que, lejos de copiar, reversionan a su manera.
De hecho, la decisión de hacer un disco de instrumentales implica mucho más que el mínimo gesto de apagar un micrófono. Con espíritu borgeano (recordemos que Georgie vivió mucho tiempo en Adrogué), Victoria recorre los ríos de sus músicas favoritas, desde Cabaret Voltaire y Human League hasta el Iggy Pop de la época de The Idiot (producido por David Bowie), citando al kraut-rock (“Hermanos Germanos”) o a Brian Eno (“Ahí viene Miggy en su Jet”), pero siempre dejándose llevar por sus propias intuiciones. “El disco habla solo”, dice Miguel Castro, que como cantante del grupo sabe que nadie habla en el disco, que sólo hay música y que el desafío implica una “operación escuchar”. Algo interesante: mientras el grupo invita a redescubrir su faceta instrumental, las letras del nuevo disco son las más lúcidas de un grupo que, como dúo, se ha vuelto más rockero que nunca, algo que se puede constatar en sus actuaciones en vivo. Paradojas del estilo del grupo. Ahora bien, ¿de donde sale el “estilo”? Para Julián, la respuesta es simple: “Creo que es consecuencia de nuestro amor por la música. Cada hecho que hagamos va estar marcado por eso”. Claro que el amor tiene su precio.
Julián: –Si fuéramos el grupo más stone de la Argentina, no estaría como estoy ahora, con 29 años, sin un peso y peleándome con todo el mundo para hacer música. No es que seamos delincuentes, pero también es cierto que a nadie le gusta que estés haciendo música en un momento en que todos se están matando a piñas.
Con su implosiva manera de tocar, Victoria siempre fue, a su manera, un grupo de rock, y el disco confirma la tradición rockera de Victoria Mil. No olvidar que desde la psicodelia, la música progresiva, los discos conceptuales (muchos de los primeros discos de heavy metal pertenecen a esta categoría) hasta llegar al post punk, siempre existió unacontracultura rockera, una resistencia ética y estética que no suele encontrarse en estos tiempos de pop stars y rockeros corporativos. Haciendo un parate en los estudios Circo Beat, los Victoria asumen incluso los clichés de la estrella de rock.
Miguel: –Cualquiera puede ser banquero, pero estar haciendo música todo el tiempo es algo que para nosotros es natural, aunque no es algo que le pasa a todo el mundo.
Julián: –Yo asumo que no somos un grupo como para que le guste a todo el mundo, no pido que me den espacio a mí y que corran a los Oasis.
El disco, compuesto y arreglado por Victoria Mil con una pequeña ayuda de sus amigos –Sebastián Mondragón (Estupendo), Leo Ramella (Emisor), Daniel Melero y Matu (Choque Generacional)–, fue hecho originalmente para Chile. En definitiva, No cantes Victoria es un disco que aporta una nueva mirada sobre el grupo, que cierra una etapa y que abre otra. En palabras de Julián: “Hoy más que nunca nosotros somos lo nuevo. Hace tiempo que nos tratan como a un grupo nuevo, como una especie de promesa o algo así. Creo que somos un grupo que está encontrando su personalidad a pleno”. n
VIctoria Mil toca este sábado
en Family Dance,
Punta Carrasco.