Ser una banda de culto quizá no haya sido el Plan B sino el Plan A de El Horreo, aquel grupo de Colegiales que durante el cambio de milenio produjera tres discos notables y escurridizos –tan calientes y dañinos como masticar una brasa– y que devino en plataforma de lanzamiento de inspiradas esporas solistas, como las de Manuel Onis (gran primer álbum, Bagunça, aparecido el verano pasado), Amadeo Pasa (frontman de los festivales Buen Día) o, ahora, el tecladista Franco Luzzi, quien acaba de editar Franky, su disco debut, al que clasifica como “pop tildado”, y lo explica. “Es ‘pop’ en el sentido de Los Beatles, o de Andy Warhol, de utilizar elementos identificables de la cultura popular, y es ‘tildado’ porque tiene una búsqueda que lo hace diferente de lo obvio, como pasó con Os Mutantes, Café Tacuba o los primeros discos de The Cardigans”, define.

La jerga informática brinda una sinonimia engañosa entre “tildado” y “colgado”: el pop de Franky puede sonar “tildado” por su extrañeza, pero está a años luz del cuelgue, ya que sus canciones tienen la meticulosidad orgánica propia de alguien que en los últimos años se ha destacado como productor de trabajos de otros artistas. De hecho, uno de sus más recientes trabajos en la consola fue Valses eróticos del Río de la concha de su madre, de Alfonso Barbieri, que hace semanas recibiera el voto –calificado– de Adrián Dargelos como disco del año, en la encuesta del NO 2011. ¿La producción es un camino de vida? “Tiene algo de vicio, más que nada, en cuanto a las ganas de relacionarme con otros músicos, sobre todo desde que El Horreo dejó de estar operativo”, reconoce Luzzi, quien en Franky cuenta con un plantel de cantantes invitados: El Tigre, Jimena López Chaplin, Onis, Barbieri...

¿Y por qué será que convocar a tantos cantantes parece chocar con la idea de “disco solista”, lo que no ocurre cuando los invitados sólo tocan instrumentos? “Fue una decisión en pos de un mejor resultado”, fundamenta, con lógica de productor. Y amplía: “Invité a cantantes –músicos cuyo instrumento es la voz, no es que sean un gremio aparte– porque creí que podían hacer un mejor trabajo que yo. Tuve dudas respecto del rol en que me dejaba esta movida, pero hay muchos ejemplos de compositores que optaron por este recurso de componer para otras voces, como Cole Porter, Chico Buarque, Caetano Veloso, Quincy Jones, Babyface y otros etcéteras”.

El enigma final lo aporta la canción Barrientos, ¿acaso un homenaje a Hugo, el rústico y temible mediocampista de All Boys y Huracán? Responde Franco: “Decepción. Tiene que ver con las nuevas tecnologías que te obligan a dar nombre a un archivo en el cual estás registrando por primera vez una canción, que ni tiene letra aún; y en tal caso, ¿qué le podés poner si no tenés más que alguna referencia emocional? Esa vez fue Barrientos, sin guiño especial. Con el tiempo, la canción te queda tan asociada a ese nombre que ya no los podés separar”. Es que más que metáforas futboleras, en Franky hay metáforas tenísticas, como aclara en Fines de semana: “Cansado estoy, como un ball-boy”.