Jueves, 19 de enero de 2012 | Hoy
M. WARD, UN JUGLAR ESTADOUNIDENSE DE PESO PROPIO
Es la cuarta parte del supercombinado Monsters of Folk, la mitad del notable dúo She & Him, el responsable de una carrera de relieve en la tradición del nuevo folk y un tipo con muy pero muy poco tiempo libre.
Por Yumber Vera Rojas
M. Ward no quiso que la década pasada acabara sin que el mundo supiera que él también es uno de los grandes cantautores de los Estados Unidos. A pesar de su fecundidad compositiva, de su versatilidad estilística y de su capacidad para actuar como mediocampista de enganche en la liga universal del rock –al participar o invocar en los proyectos en los que se involucra o articula a figuras de la música que a su lado encuentran otra envergadura–, el cantautor californiano finalmente fue valorado como genio con Hold Time (2009), el último disco de estudio que aparece bajo su nombre. ¿Por qué sucedió justamente a una década de lanzarse a la mar del folk, el alt country y el rock and roll? La razón pareciera entrar en el encuadre de las luces. Sin abandonar esa mirada revisionista de los sones populares manufacturados en su país en los años ‘50 y ‘60, esta producción lo despoja del estigma de artista sombrío que se ganó a partir de su segundo álbum, End of Amnesia (2001), y, en cambio, para sorpresa de todos, muestra su talante más optimista y radiante.
“El cambia en sus sueños, y la tierra empieza a temblar”, aflora en To Save Me, una de las canciones más contagiosas del sexto disco en solitario de Matthew Stephen Ward, el nombre detrás del álter ego, que, al furor de Chuck Berry, invoca la transformación. Un guiño al momento que atraviesa. “La idea es pasarla bien, evolucionar, progresar y crecer. Me gustaría mantener esto vivo. Estas cosas son muy estimulantes para generar un disco o una gira. Si sucede en esas condiciones, todos vamos a querer y a trabajar para que perdure”, comparte el músico de 38 años antes de actuar en la ciudad de Barcelona. Recién acaba de terminar la prueba de sonido de este show, que forma parte de una gira que lo ha traído a España para repasar su repertorio por pequeñas salas de la nación europea. Pete, su tour manager, un gringo con sombrero de cowboy que inspira apacibilidad, fue quien sugirió hacer la entrevista en el camerino. Así que invita a degustar del catering mientras su protegido ultima algunos detalles de la performance.
El recinto que refugia al juglar, quien alguna vez fue el músico de sesión favorito de Cat Power y Howe Gleb, es un espacio preparado para la improvisación y el relevo, pese a su anchura y palidez. Lo que le da un toque personalizado son las camisas de cuadros, los estuches de los instrumentos y los afinadores esparcidos por el lugar. No obstante, esa abstracción contemplativa es rota por el propio M. Ward, cuando abre la puerta. Saluda en español, y durante la presentación suelta algunas expresiones básicas del idioma. Se saca sus Ray Ban Wayfarer para el sol, elige un sillón en la esquina y, una vez sentado, dibuja en el aire un mapa ficticio de Sudamérica para saber qué tan cerca de Brasil se encuentra el país. Pide disculpas por su desinformación sobre Argentina. Habla pausadamente, con austeridad, y lo hace casi siempre en presente. Y es que ese tiempo le viene muy bien, además de que lo disfruta y rinde al máximo bien sea con su proyecto unipersonal, con el tándem She & Him o con el súper colectivo Monsters of Folk.
“Si bien me interesa armar una buena canción, lo que pueda llegar a suceder después con ella no depende de mí. Antes me preocupaba el impacto que causaría en la actual generación o en la que viene. Sin embargo, más tarde entendí que eso estaba fuera de mi control”, explica este todoterreno estadounidense acerca de la conmoción que provocó su último disco en solitario. “Me dediqué a componer, y nada más. De manera que me centré en el tema en sí. La diferencia entre Hold Time y, mi álbum anterior, Post War (2006), por ejemplo, está en que mis influencias se ampliaron y me dediqué a probar sonidos novedosos”. A pesar de que las letras se mantienen aferradas a los tópicos lúgubres, como la agonía, su música dejó de lado las complejidades. Pero, contrariamente a la especulación, el proceso creativo no varió tanto. “Cuando escuchaba los demos, hubo cosas que fui cambiando. Después los reproducía con mi grupo, y, si nos gustaba, entonces comenzábamos a trabajarlos y desarrollarlos. Fue así de sencillo.”
La sorpresa de Hold Time no reside nada más en su acabado, sino en que despertó una lucidez musical en M. Ward que lo sitúa en el nivel de productividad de colegas y camaradas suyos como el laureado Conor Oberst, al tiempo que lo convirtió en un modelo a seguir para la nueva avanzada de artistas de su país. “Me siento halagado de poder influir en esa escena. Tengo una buena relación con los distintos grupos en los que estoy involucrado, y también con mi sello discográfico. Ese trato me permite llevar adelante una buena comunicación con las comunidades que consumen la música que hago.” Aunque se siente su impronta en los diferentes emprendimiento musicales que brotaron tras la aparición de este trabajo, el exponente californiano supo canalizar sus dotes para cada uno de ellos. “Como solista hago todo, mientras que en She & Him no escribo, pero comparto la producción, y en Monster of Folks colaboro en la composición y la realización. Cada proyecto es diferente, y tiene su rasgo inspiracional porque saca otras facetas de mí.”
Meses después de la aparición del sexto álbum en solitario de M. Ward, vio la luz el debut discográfico de Monsters of Folk, titulado igual que este laboratorio de cantautores, en el que coinciden además Jim James de My Morning Jackets, y Conor Oberst y Mike Mogis de Bright Eyes. “Disfrutamos mucho el trabajo en conjunto. Fue la amistad los que nos mantuvo juntos, pues la agrupación nunca tuvo una intención comercial. Imaginate que cuatro años luego de que iniciamos el proyecto, fue que lanzamos esta producción. Me sorprendió su acabado porque refleja bastante bien el espíritu de las composiciones.” Al mismo tiempo, este insurrecto del folk sostiene, al lado de la actriz y cantante Zooey Deschanel (considerada una de las mujeres más lindas del mundo), el conjunto She & Him, que en octubre pasado puso a la venta su tercera producción, el compilado de canciones navideñas A Very She & Him Christmas. “Zooey y yo somos fanáticos de la música country más vieja y de ciertos tipos de rock. Es fue lo que nos reunió”.
Aunque no revela de dónde saca tantas fuerzas e ideas para seguir adelante con todo este trajín, el artista, cuyo padre le inculcó el amor por el gospel y Johnny Cash e cuya madre es una apasionada por la música clásica, y por el que Noel Gallagher y Norah Jones han demostrado su admiración, adelanta que comenzó a diseñar las canciones de su nuevo álbum solista. “Espero que salga este año. No tengo nada compuesto ni armado, y no sé, conceptualmente, de qué tratará”. Si bien el indie lo transformó en su paladín, prefiere suponer que su propuesta no forma parte de ningún movimiento. “Para mí es lo mismo. No creo que encaje en alguna escena, pero, al mismo tiempo, me siento un compositor de canciones.” Lo que no puede negar es que esta asonada recibió al folk con los brazos abiertos. “El indie no es un auge de ahora, siempre existió. No se fue ni pienso que vaya a desaparecer. Hay estilos como el pop, que es más simple y tampoco se va a extinguir. Los gustos de la audiencia cambian, pero hoy a espacio para todo.”
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