Jueves, 29 de marzo de 2012 | Hoy
BAFICI 2012
Historias sobre Sigur Rós, Radiohead, Los Alamos, Kings of Leon, iniciáticas, una con Fun People de fondo, una sección dedicada a los adolescentes y otra a las drogas. 400 películas del 11 al 22 de abril. POR FEDERICO LISICA
Se sabe lo familieros que son los Kings of Leon, por eso confiaron en alguien cercano para contar su historia. Mitchell fue quien les consiguió a estos tres hermanos –hijos de un pastor pentecostés– y un primo, su primer contrato discográfico. En su debut tras las cámaras muestra las giras con honestidad brutal, las desavenencias del grupo, varias pomeleadas y las raíces de estos descarriados que se convirtieron en rockstars. Talihina es el pueblo de Oklahoma donde una vez por año se junta toda la familia Followill. Hay armas, guitarras, rezos y el extraño encanto de estos Creedence fashionistas. Cuando le preguntaron al director como se llamaría su propia biopic, respondió: “Chabón, tuve la suerte de conocer a los Kings of Leon”.
La explosión en la calma. Algo así fue lo que exploró Sigur Rós con ánimo de alquimista en sus cinco discos hasta la fecha. Su obra, usualmente catalogada como “amniótica”, “etérea” y “chamánica”, tuvo su contrapartida visual en videos, portadas y el documental Heina, que registraba su vuelta a la Islandia natal para una serie de shows. Poco después filmaron un recital en el Alexandra Palace de Londres que finalmente se transformó en Inni. La cámara devuelve el afán riguroso y extático de la banda en un blanco y negro casi granulado y algo melancólico. Cerca de su lanzamiento anunciaron que se tomarían un descanso. Pero miremos lo positivo. Al tratarse de un show filmado, no hay necesidad de subtitular el “Vonlenska”, su propio dialecto utilizado íntegramente en el disco (). Y no sólo se proyectará Inni en pantalla grande sino que Sigur Rós decidió volver a las giras tras su “hiatus indefinido” (qué palabra tan sigurosiana “hiatus”).
“Un hotel, un autoservicio, o un rent-a-car... También es un grupo de amigos que hace música y se lo toma en serio. ¿Es una respuesta medio MTV, no?” Eso respondió Peter López al NO a poco de lanzar El fino arte de la venganza, último disco de ese grupo tan singular ¿que fue? Los Alamos. En menos de un lustro fueron una ráfaga de folk y mandolinas a tope, shows impertinentes y declaraciones audaces. Mucho en muy poco tiempo. Su cantante ancló en Europa, otros cargaron y dispararon por proyectos como Val Venetto, Springlizard o Los Palos Borrachos. Ya desde el nombre, Lost Alamo busca al grupo que se ha empecinado con jugar a las escondidas.
Se trata del debut como realizador de Grant Gee (quien tendrá su retrospectiva en este festival). En los ‘90, el británico venía de hacer videos con Tom Waits, y había trabajado en el Zoo TV de U2, hasta que Radiohead lo convocó para el clip de No Surprises, canción de cierto disquito que acababan de lanzar: OK Computer. Con ese video, los de Abingdon tuvieron su “It’s only Rock”. Si los Stones marineros casi se mueren ahogados en la carpa montada para la ocasión, Gee se las ingenió para que Yorke se encapsulara en una pecera y nos hiciera sentir el agobio de final de siglo. Más que un documental, MPIE es la declaración de principios estéticos de Radiohead en medio de la gira de su biblia distópica. No esperen risas de ocasión: es la pregunta por la humanidad entre tanto chirimbolo hipertecno. Y al margen: si anclamos en un noticiero, ¿algo ha mejorado?
“Fuimos en bicicleta, pues no había automóviles por las restricciones de uso durante la guerra. En el camino, mi condición comenzó a tomar formas amenazadoras. Todo en mi campo de visión ondeaba y estaba distorsionado como si lo viera en un espejo curvo.” Así relató el químico suizo Albert Hoffmann los primeros efectos de 0,25 mg de LSD en su organismo. Aquello sucedió el 16 de abril de 1943, fecha que toma este documental como punto de largada para su trip por la historia del alucinógeno clave en el movimiento hippy, la generación beat y varios colgados más. A no delirarla: el registro es metódico, analítico y ampliamente documentado. Lo mejor: las filmaciones con los experimentos previos a su prohibición en 1966 en California. También las entrevistas a figuras contraculturales como los Merry Pranksters (una cofradía que promocionaba su uso) y Timothy Leary. Y, claro, las palabras del sabio doctor Hoffmann, a punto de cumplir 100 años.
Quince años atrás, Buenos Aires Viceversa mostraba a Nicolás Pauls entrándole a una batería para exorcizar algo que no se sabía bien qué era. En este film (ganador del Leopardo de Oro en la sección “Cineastas del Presente” en el Festival de Locarno) hay una escena casi calcada. Pero si en la película de Alejandro Agresti el adolescente batero era un hijo de desaparecidos apropiado por un torturador, acá hay un –casi– sordo y –casi– mudo entrándoles a los ocho cuerpos con una violencia conmovedora. Giacomo tiene 19 años y pasa una jornada veraniega con una chica llamada Stefania. La cámara es la tercera invitada en ese día soleado de nado en un río, de hormonas urgentes, con picnics, parque de diversiones, y una vuelta de tuerca que resignificará todo lo visto. De tanto tensar la belleza se puede pasar al otro lado.
Sus dos directores provienen del documentalismo, y más que la denuncia les interesa mostrar lo vital de la realidad más extrema. Incluso si están ellos mismos en la historia. Tres amigos recuerdan a Christian, alguien que tenía como seudónimo el nombre del film, y los marcó con su desborde. ¿Film chabón? ¿Nuevo Cine Barrial? Es la generación post-Cromañón filmando las casas bajas de Liniers y Mataderos, el entrepiso okupa del ausente, tomando vino del pico y comiendo sánguches de polenta. El crudo invierno del Oeste porteño dará lugar a un viaje en tren hasta Tucumán. Allí terminarán de despedir al amigo que quedó y de rememorar el filo de cuando se creían invencibles.
Wes Anderson antes de convertirse en Wes Anderson. Previo a fascinar –y fascinarse– con el preciosismo del vestuario y escenarios coloridos; concebir las mejores bandas de sonido; enmarañar historias simples; bah, eso que llevó al director de Rushmore a convertirse en el último gran ilusionista del cine, estuvo Bottle Rocket. Pero hay algo que linkea a su debut con Los Excéntricos Tenembaum o –la inédita– Moonrise Kingdom. El camino de una familia desmembrada que busca reintegrarse más allá de sus genes. En este caso son tres amigos con el plan perfecto: ¡atracar una hielera! Se preparan como espías rusos dentro del Pentágono para que... bueno, contamos hasta ahí nomás. Luke Wilson ya daba signos de ser el hombre más despreocupado del planeta y su hermano Owen luce más narigón que nunca.
Gonzalo Castro –en su cuarta incursión en el festival– seguramente dirá que no, aunque algo une a este film con el de Wim Wenders. No atarse a ninguna convención para analizar el mundo de la danza. El nombre es un indicativo de su vocación diferente para representar las cadencias y las formas. Los dioramas son maquetas que se usan para el aprendizaje y... a ver, ese tipo de objetos suelen estar quietos. La cámara sigue a dos alumnas de danza por sus clases y cotidianidad. Como dijera Fito Páez, las cosas tienen movimiento.
“Siempre me mantengo dándole masa para agilizar la mente y borrar todo indicio de normalidad, o al menos de la clase de normalidad que no me gusta: la del estancamiento mental”, confesó al NO Carlos Rodríguez. ¿Quién? El artista ovo-lacto-vegetariano más conocido como Miss Muerte, Il Carlo o Nekro. Y ahora una ficción toma a Fun People como telón de fondo de su historia. El debut del realizador misionero hace foco sobre un grupo de amigos que emprende su viaje hacia un recital de la primera agrupación de Nekro. La cofradía tiene su propio Detroit Rock City, cambiando a la ciudad de los autos por esa capital mesopotámica y a Kiss por el grupo que sembró la semilla del hardcore positivo local. Ritos generacionales, guiños rockeros, canciones urgentes, períodos ídem, y la sensación permanente de hacerle caso a lo que demanda el señor Rodríguez: nada de estancar las neuronas.
Una de las novedades de este Bafici viene por el lado de los efectos visuales fulldome que contemplan un campo de 360 grados. Será dentro del complejo situado en plaza Galileo Galilei –el Planetario bah–. ¿Nunca te llevaron con el cole a ver el origen del Universo? Bueno, imaginate envolverte con films de terror como Jeepers Creepers o –si quedaste con ganas de más The Wall– una serie de proyecciones basadas en la obra de Roger Waters. ¿Tocará Gilmour? Ilusos. Desde el 3 de abril, las entradas podrán comprarse en forma anticipada por Internet (Bafici.gov.ar). Las fechas y horarios serán publicadas en breve en el sitio.
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