“Fue sin un porqué, mi gran sueño amasijado, mucho lo lloré por inesperado”, cantaba en algún momento de Mundo Guanaco, aquel disco estreno de Almafuerte con el que Ricardo Iorio motorizó a través de su pluma (Buitres) o de la ajena (Desencuentro) todas las llagas que el sorpresivo interruptus de Hermética había zanjado en su humanidad. Y así como tronaron aullidos en esos tiempos que hoy suenan tan lejanos como las casi dos décadas que en cualquier momento se conmemorarán, el encono devino prontamente en un inexpugnable silencio sobre lo sucedido que, lejos de archivar la causa en las rinconeras del olvido, fue humus de esa extraña mitología que pretende desenmarañar aquello que prometió ser y nunca sucedió.

Esa huella transita La H, un documental que da cuenta no sólo de lo que Hermética generó durante su breve aunque intensa existencia (resumida en cinco años, tres discos de estudio, cuatro en vivo, un EP y un homenaje) sino, también, del legado que dejó como continuidad de su extinción. Nic Loreti, su director, es realizador, productor y guionista, fanático de Hermética y redactor de las revistas La Cosa y Jedbangers. El mismo día que exhibió su trabajo sobre la banda por primera vez, obtuvo el premio a la Mejor Película de la Competencia Argentina por Diablo, una comedia negra protagonizada por Juan Palomino y Luis Ziembrowski. Fue en la última edición del Festival de Cine de Mar del Plata, donde recuerda cómo “la gente coreaba los temas de Hermética como si estuviera en un estadio, algo que sólo pasa con el metal”.

Todo comenzó cuando Loreti estaba produciendo un trabajo sobre la prehistoria de la Triple A, auspiciado por el Incaa, que propulsaba el concurso “Documentales en digital”. En consecuencia comenzaron a planear la mejor combinación de entrevistas e imágenes en vivo. Ex integrantes, asistentes, colegas, periodistas y fanáticos desfilaron durante casi un año, dejando a su paso una constelación de historias, hipótesis y suposiciones acerca de un fenómeno de época imposible de entender en otro tiempo y espacio que no haya sido el concebido.

Y así como la aparición de Lemmy Kilmister despierta asombro en el auditorio, la esperable ausencia de Ricardo Iorio deja el hueco de las historias sin contar. “Desde un comienzo sabía que existía esa posibilidad, pero creí que la historia se podía contar de todos modos”, defiende Loreti acerca de la renuencia de quien sólo aceptó contar sus versiones sobre el final de sus ex bandas a través de libros escritos por encargo o bajo el financiamiento propio o de su entorno, tal como sucedió con V8, un sentimiento, de su fallecida esposa Ana Mourín, y la biografía autorizada El perro cristiano.”

–¿Qué anécdotas de grabación conservarás por siempre como fanático?

–Fue muy grosso haber tenido a Lemmy. Me hizo el contacto Lloyd Kaufman, un director y productor de cine Z de Estados Unidos, así que un amigo que vive allá fue a entrevistarlo a Las Vegas. El pibe fue con su novia y resulta que Lemmy estaba festejando su cumpleaños con Ron Jeremy, un famosísimo actor porno. Mientras mi amigo lo entrevistaba a Lemmy, Ron le decía cosas al oído a la minita y ella se reía. La cosa se puso tensa, pero al final estuvo todo bien. Lo más divertido fue haber conocido a Tony Scotto, un personaje único, un demente muy honesto. Las historias que contó, con su estilo, fueron lo más. En esa misma jornada, lo entrevistamos a Fabián Spataro. Cuando terminamos, nos dice si tenemos alguna pregunta más y salta Tony desde el fondo diciendo: “Sí, yo tengo un par”. Varias quedaron en la película y después se quedó en cueros, tomando fernet con nosotros.

* La H se muestra el miércoles 4 de abril en el espacio No Avestruz, Humboldt 1857 (Palermo).