BUENOS AIRES Y EL KARMA DE TOCAR EN FESTIVALES
Finalmente, Buenos Aires Karma armó una Trastienda para desembarazarse de los shows festivaleros. Allá ellos.
› Por Luis Paz
Hay algo de neurosis urbana en la capacidad de adaptación de los Buenos Aires Karma. Pueden dar un show fogoso junto a Carajo y al otro día armar una lista mp3 que vaya desde el rock psicodélico hasta la electrónica más áspera para musicalizar “Que la pases bien, amiguito”, las fiestas que a menudo brindan en Wonderland, su estudio-sala-cine-tribunal de realidad. O pueden tocar en el festival de la gaseosa, con Faith No More, pero también en uno rollinga encabezado por La 25 y hacer un cover de... Rob Zombie. En eso está uno de los sobresalientes aspectos de este actual quinteto, que despliega su propio darwininismo en las canciones de su segundo CD, Limo. “Para nosotros, un artista es quien sabiendo que existen límites para lo que sabemos y la parte que conocemos del mundo, va fuera de ellos y trae cosas de ese lugar que no se sabe dónde está ni cómo es. Esa la búsqueda de esta banda”, presenta el cantante, guitarrista y ruliento Emanuel Sáez.
Hay sexo, drogas y alternatividad post-grunge en Limo, pero también una producción impecable, un gran arte de tapa y temas con sustento rockero, juvenil y musical; un crecimiento del grupo y una reafirmación: que Buenos Aires Karma tiene un diferencial en su abierta personalidad. “Siempre nos va a caer bien el headbanger, pero como banda intentamos matizar y no quedarnos en eso”, argumenta Sáez, colgado ahora sobre el turbulento agua del funk, el heavy, la Pachamama y los sintes, juegos de 8 bits y Messi.
“Al principio era todo junto: comer milanesas con pizza, asado y ñoquis. De pendejos creímos que a los 25 seríamos estrellas de rock. Y nada que ver, pero recién cuando sos más grande te das cuenta de que la realidad es otra y que la carrera del músico pasa por otro lado”, marca el baterista Juan Carlos Ruiz. Pero los Buenos Aires Karma maduraron sin perder cierta inocencia: cuerdas de nylon, arpas, un MiniKorg, cine de ciencia ficción, miserias y grandezas, la belleza del NOA y escapadas a pescar a una isla desierta del Paraná, son algunos raros juguetes nuevos de BAK, grupo que, como señala el bajista Gregorio Martínez, puede limarla hablando de CFK, de los aliens y de Roger Waters o mirando NatGeo y el Discovery Channel.
Así llegan a casi cualquier lado, y mientras intentan nuevos destinos federales, se acuerdan: “Tocamos en tres Pepsi Music y, está buenísimo decir que tocaste con Faith No More, nos vio mucha gente y el escenario estaba copado. Pero en el último, con Snow Patrol, el escenario estaba en una cancha de básquet, el sonido fue una mierda y tocamos para veinte. Una cosa es un festival con un escenario y seis bandas. Pero si hay doscientas bandas en cinco escenarios no es productivo ni para los músicos ni para el bienestar del que va a ver shows. Eso solamente sirve para hacer concursos para tocar, para publicidad y para tener muchos ‘Me gusta’ en Facebook”.
* Buenos Aires Karma toca el viernes 13 en La Trastienda Club (Balcarce 460) junto a Fluido. A las 23.
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