Jueves, 26 de abril de 2012 | Hoy
SEñORITA CAROLINA MUESTRA MáS FILOSO
“Descubrí cosas nuevas: bailar en el escenario, ser gordita y ponerme un minishort y que no me importe, me ayudó a desbloquear una gama de cosas”, dice Carolina Pacheco.
Por Julia González
“Ahora que soy feliz se acabó el material, ¿con quién me peleo?”, pregunta sonriendo Señorita Carolina detrás de las pecas, detrás de un flequillo característico que aniña aun más su retrato. Pero lo aniña sólo en apariencia, porque cuando se trata de hablar del camino recorrido en la música o de mostrar su aliento feminista, su figura se fortalece y su voz se expande. Entonces escribe canciones como Nada sucio, incluido en su tercer disco solista Más filoso, donde habla de la menstruación como un regalo de la naturaleza. El primer paso para sentirse cómoda y exorcizar la vergüenza que le producía hablar de “la sangre más limpia que puedas imaginar”, fue llevarla a la sala y tocarla delante de su banda íntegramente masculina. “Está re bueno, nos define como mujeres, estamos re en sincro con la luna, y conectadas con lo natural. Te diría que es algo mágico”, cuenta de su condición de mujer.
Carolina Pacheco, tal es la firma que aparece en el DNI, escribió para este disco canciones más precisas, lejos de una abstracción que podría hasta resultar ajena al público. El disco es el más maduro de la trilogía y encierra una especie de concepto al comenzar con una tormenta que se acerca con jinetes de vientos para terminar con el tema 13, Lluvia por fin, como un desenlace inevitable climático y emocional. Carolina revela que encontró su voz después de trastabillar en el conservatorio y decidirse a estudiar con Nancy Endrizzi el Método Rabine, quien alentó a su discípula no sólo a soltar su voz sino también a dar clases y a propagar el método. Y como toda buena maestra que desteje los estadios de la educación, se sentó en el primer banco y participó en los coros del primer disco de su alumna, Florecida.
En Más filoso, Carolina habla a secas y ya, contundente, con la aceptación que le llegó a través de su evolución como música y cantante, además de la madurez que le dio haber pasado apenas los 30. Atrás quedó la nena que se quejaba y sólo podía escribir desahuciada. Hoy la felicidad la atraviesa y las canciones de amor se las escribe a su compañero, Alejandro Pugliese, figura elemental en la producción de sus discos y en sus creaciones, a quien conoce de toda la vida y con quien convive desde hace más de siete años. “Es difícil cuando un hombre te ayuda en el mundo de la música o en tu profesión. El me incentivó mucho a escribir, a tocar la guitarra, onda esta canción ‘está re buena, ¿la grabamos?’. Es un súper pilar y al mismo tiempo tratamos de ser conscientes de las diferencias, quién decide, quién es el productor o el guitarrista. Tratamos de mantener las distancias y los roles. Tal vez en el próximo disco hasta me coproduzca yo, como tratando de ir despegándolo a él de esta responsabilidad y probar otras formas que también son sanas. Es mi compañero natural”, lo define Carolina, y su aura se llena de estrellas al evocar a su Caballo de tierra, tal es el título de una canción que le dedica.
Otra punta por la cual a Carolina le picó el bichito del feminismo fue por Miss Bolivia, con quien canta desde hace dos años. Se conocían del ambiente de los cantautores y los recitales hasta que se hicieron amigas. Entonces Miss Bolivia le dijo: “‘Me gustaría que cantes en mi banda’. Yo la invité a meter unas rimas en una canción mía, escribimos especialmente para esa canción. Ahí pegamos onda y al toque se separó y entre sus amigos más cercanos la acompañé un poco en ese proceso”. Cuenta Carolina que su inclusión en las huestes de Miss Bolivia le sirvió para destrabar algunos prejuicios en cuanto a etiquetas y estilos por el hecho de hacer free style o cantar una cumbia. Así teloneó a la Mala Rodríguez, y danzó loca en las fiestas Santera y Zizek. “Descubrí cosas nuevas, bailar en el escenario, ser gordita y ponerme un minishort y que no me importe, me ayudó a desbloquear una gama de cosas. Más en el palo de cantautores, encima que vengo medio del rock, que es más de estar en pose. Y acá era ‘sí, cantemos una cumbia’”, cierra Señorita Carolina, con un delantal blanco imaginario con el que enseña su educación sentimental, a través de la intuición femenina y la seguridad que forjó en su camino.
* Señorita Carolina toca el viernes 13 de abril en Casa Brandon (Luis María Drago 236) a las 21 con Mama Mona.
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