FEAR FACTORY EN BUENOS AIRES
“Los sellos sólo quieren hacer plata, es un negocio, viejo, hay que entenderlo”, se planta Burton Bell con la displicencia de un fabricante de lijas. Metal metal.
› Por Mario Yannoulas
Si Fear Factory significa “Fábrica de miedo” y es un emblema del heavy metal industrial, su cantante Burton Bell asume que le toca el lugar de patrón, junto con su socio Dino Cazares. “Fear Factory es un negocio. Es así desde el momento en que una banda hace su primer dólar. Hacemos discos, pero, ¿para qué? Para sobrevivir y alimentar el negocio. No somos exploradores: vendemos canciones, vendemos remeras, vendemos entradas para conciertos. Los sellos sólo quieren hacer plata, es un negocio, viejo, hay que entenderlo”, se planta con la displicencia de un fabricante de lijas. El concepto suena hiperrealista y pone bajo la alfombra la interpretación romántica que otros pueden negarse a abandonar: “Ah, sí, hay un lado artístico que está bueno, pero hay que lidiar con muchísimas cosas”, aclara. La idea de Bell sobre su propia banda no es necesariamente nueva sino que se dio a comprenderlo a la fuerza cuando, después de años de fuego cruzado público, haya decidido volver a juntarse con el guitarrista Cazares, con quien se reconciliara definitivamente hace cuatro años y con quien espera haber saldado cada una de las diferencias.
La empresa que comandan Bell y Cazares está a punto de lanzar The Industrialist (“El Industrial”), un álbum conceptual a ser editado en junio. La trama principal responderá al patrón distópico característico de la pluma del vocalista, reconocido fanático de los libros de ciencia ficción, de películas como Star Trek y Blade Runner. Según el propio autor se trata de una serie de robots que despliega personalidad propia y comienza a desarrollar capacidades humanas. Finalmente, esos robots, resultado del enorme avance de la ciencia –es decir, del avance del Hombre sobre la naturaleza–, provocan el fin de la Humanidad. Según Bell, se tratará de un disco aun más conceptual que Obsolete, punto alto en la carrera de Fear Factory publicado hace catorce años, donde advertían sobre lo obsoleta que estaba resultando la raza humana frente a sus propias creaciones. Para pensar mejor la historia, Bell se ayuda haciendo dibujos que permitan clarificar la línea argumental, que a su vez condensa una amplia serie de influencias: “Uso un poco de todo para inspirarme. Leo libros, leo diarios, miro televisión, le presto atención al mundo. Soy un tipo muy atento, muy reflexivo, pienso en las cosas algunos segundos más que la mayoría de la gente. Hay que dibujar el mundo para pasarlo al lenguaje de la música: este disco va a sonar más industrial y más metalero que cualquier otro, y estoy seguro de que a la gente le va a encantar”, concede.
Como en cualquier empresa o industria, hay mano de obra que se considera sustituible. Se podrá entonces suplantar a un operario por otro sin que el funcionamiento general se vea necesariamente resentido. Es por eso que la formación de la banda ha cambiado con el tiempo, y Bell lo adopta como algo natural, incluso cuando el NO le pregunta por la reciente salida del baterista Gene Hoglan, quien no participará de la gira que paseará a Fear Factory por América latina: “Las cosas son como son. Gene tenía una agenda complicada y no va a poder estar en la gira. La gente viene y se va, pero la banda sigue, porque está demostrado que aparece alguien nuevo y las cosas funcionan igual de bien. Ahora es un secreto quién va a tocar la batería estos meses”. Aunque sea patrón, quienes lo siguen lo hacen por su aporte artístico: Bell todavía es un gran y personal cantante.
* Fear Factory toca hoy en El Teatro de Colegiales, Federico Lacroze y Alvarez Thomas. A las 21.
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