ARMANDINHO
El romance que sale de su música ha cruzado la frontera del portuñol y se ha grabado fuerte en el corazón de los seguidores argentinos.
› Por Brian Majlin
De gorra siempre prolija, con bermudas y ojotas. Siempre sonriente, a veces de anteojos negros y con la guitarra como compañía. El sol de fondo, la arena en los pies y el sonido inconfundible de esa mezcla de reggae–pop-rock alegre, festivo, más cercano a la paz que a la protesta. La imagen descripta es conocida por todos los argentinos que año a año van en manada a las costas brasileñas de Florianópolis (Santa Catarina). Allí, entre cerveza y cerveza, los recibe la música de este gaúcho, Armando Silveira da Silveira, conocido por todos como Armandinho.
El romance que sale de su música ha cruzado la frontera del portuñol y se ha grabado fuerte en el corazón de los seguidores argentinos. Ya el año pasado, en diciembre, Armandinho grabó su DVD en vivo durante los espectáculos que dio en Buenos Aires. Con ese material y algunas canciones de su último disco, Armandinho Volumen 5 (2009), pasó por Buenos Aires.
–Yo creo que sí. Y ésta parcería (amistad) no está restringida al reggae, es en relación con la música en general. Es más: no soy sólo un músico de reggae puro sino que tengo grandes influencias de ese estilo, así como del pop y el rock brasileño.
–Mi afinidad tanto con el público argentino como con el uruguayo es fuerte porque soy gaúcho, del sur de Brasil. Y allá, además de compartir costumbres del campo y los gauchos, compartimos mucho turismo. Todos los años, argentinos y uruguayos copan el sur de Brasil y muchos brasileños viajan a la Argentina y Uruguay. De allí que tenemos una relación muy buena.
–Las redes sociales permiten ser under y al mismo tiempo conseguir mucho público, sin tener una gran exposición en medios de comunicación masivos. Al final de todo, lo que importa es la sinceridad del trabajo, la esencia, y en eso coincidimos con artistas de renombre o aquellos sin lugar en los grandes medios. Gracias a las redes sociales, ahora todos tienen su espacio para dar su música y su mensaje.
–No estoy enganchado políticamente con nada que no sea amor. Creo que las personas deben volver a ser románticas, porque todo lo que se hace con romanticismo en la vida, es más puro y más verdadero. Los hombres tenemos que tener a las mujeres como seres supremos, no por ser amantes sino por ser madres y raíces de la familia.
–Sí, y el otro motivo es el público. No me considero un gran cantante, ni un gran compositor, ni un gran músico, pero mi fuerza está en que, con el micrófono en las manos, logro conmover a las personas. Y emocionar a las personas, llegarles con mi canto, es algo que me apasiona.
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