LA FERIA DEL LIBRO PUNK
Las comunidades punk y afines se reunieron en el Salón Pueyrredón para pasar revista a su historia en fanzines, poemas, biografías y ficciones.
Mientras Boca y River aburrían hasta en los penales, el punk local tuvo un domingo para la historia entre las paredes del Salón Pueyrredón, gracias a su primera feria del libro. La historia del movimiento fue recorrida a través de callejones y pasadizos, escenarios y grandes luces, en un pogo de títulos, autores, protagonistas y espectadores. Más de 600 personas discurrieron como hormigas por los pasillos del primer piso de Santa Fe 4560, verificando el proceso evolutivo del papel; hoy libro, ayer fanzine. Ese humus que sirvió como abono de lo que luego evolucionó en bibliografía, en trabajos de campo, también en poesía y en literatura ficcional. En feria del libro punk, decíamos. Infames fotocopias que hoy se revelan como piezas de arte, diseño y creatividad en clave offset; algunas incluso remasterizadas, como Mi pequeña colección de punkzines, las 600 páginas de Boom Boom Kid autoeditado.
“Hicimos esta feria de la misma forma que hacíamos aquellas con fanzines hace tiempo”, explica Patricia Pietrafesa, editora del legendario zine punk Resistencia y espíritu elemental del evento en ciernes. Resonancias de una época en la que foros de discusión eran los que sucedían en esa Babel del Pleistoceno que supo ser el Parque Rivadavia y que ahora se reinstalan en barras o a través de mesas debate. En una de ellas (“Del fanzine al libro”), la propia Patricia resalta: “Nunca expresé un espacio de libertad tan grande como editando un fanzine, en donde podía poner lo que pensaba, escribiéndolo como quisiera y regalándolo si lo deseaba, y eso lo conocí gracias a la habilitación que me hizo el libro Punk, la muerte joven, al decirme que cualquier persona podía hacer cualquier cosa”.
Un rato antes, el autor de aquel libro elemental había estado bendiciendo la feria, sentado en la misma banqueta. Escribir sobre punk en la Londres de 1977 fue como hacerlo sobre la Revolución Francesa en París, en 1789, sólo que a Juan Carlos Kreimer la experiencia le tocó porque una editorial se lo encargó en veinte días. Pese a que se convirtió en la obra fundamental de todo curioso con ambiciones enciclopédicas, el creador de Punk, la muerte joven jamás volvió a versar sobre el asunto. “Ese libro fue una Biblia para los punks de más de 40 años”, afirma Mariano Ludueña en una sentencia que, por supuesto, lo identifica. El cantante del grupo Buenísimo y conductor de Te regalo lo que se te antoje (FM Nacional Rock) es también autor de un notable libro de historias a ritmo de punk rock llamado De todo lo que vi, recuerdo la mitad, oportunamente atendido por este suplemento en el verano pasado.
“Nosotros mismos accionamos los mecanismos para generar estos espacios, organizándonos y generando este tipo de propuestas con la que cualquier empresario de la industria literaria se haría un manjar”, arremete Ludueña, quien compartió mesa con Kreimer, Marcelo Pocavida y los autores de tres libros clave en la bibliografía criolla del género: El último punk (multivendida biografía de Ricky Espinosa a cargo de Sebastián Duarte), La historia de Los Violadores (la excusa de Esteban Cavanna para desarrollar los inicios del movimiento en la Argentina) y La manera correcta de gritar (manifiesto del músico y periodista Daniel Flores y la editorial Piloto de Tormenta sobre el ska). Sobre los caballetes, la gente sigue hurgando entre cuentos, novelas, colecciones e historiografía de factura independiente, casi artesanal, combinando el viejo apelativo del “hazlo tú mismo” con el “del autor al punk-rocker”, slogan de ocasión para recortar distancias y subrayar un espíritu que, sea en la palabra escrita o en la carne viva, se multiplica para permanecer.
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