Jueves, 21 de junio de 2012 | Hoy
Por Santiago Rial Ungaro
La música surf-rock se ha convertido en algo así como la música funcional del rock: música supuestamente para “melómanos”, en realidad suele ser decididamente sectaria y estar fuertemente anclada musical y visualmente en el pasado de otro país, hace poco más de medio siglo. En ese contexto se mueve y se distingue por su propuesta este simpático dúo cuya gracia reside justamente en su minimalismo: Los Colmillos siguen siendo un dúo: el bajo y la voz de Vanesa Rinon y la guitarra de Nacho Martínez, que se encarga también de la percusión tocando en simultáneo el bombo. Apenas apoyados por alguna maraca y alguna pandereta en un par de temas, Blues tóxico, su segundo disco, fue grabado en Lima en Perú a finales del año pasado (donde tocaron con Los Moldes, un muy interesante grupo de rock de garaje peruano) y se vuelve a basar en el sonido tribal de las irresistibles e infecciosas guitarras de Nacho Martínez y cuenta en esta oportunidad también con un par de temas cantados en castellano.
Célebre por su hiperactividad creativa, a Leo Ramella no le debe haber costado demasiado hacer la banda de sonora de Antes del estreno, película escrita y dirigida por Santiago Giralt. El hecho de que más allá de haber hecho bandas de sonido para algunos films porno éste sea su primer disco editado con la banda de sonido de un film es curioso y auspicioso: Emisor siempre hizo banda de sonido y las gráficas y videos de Wala y Silvia Canosa confirman ese carácter multimedia de su música. Así como Giralt se inspiró libremente en Opening Night de John Cassavetts para su película, luego de hacer la banda sonora Emisor hizo su propia versión con directos de la película, demostrando otra vez su talento como hombre orquesta digital local, creando un disco que, en palabras de Santiago Giralt, “tiene una identidad al hacer imaginar la película que no se hizo, la que está en la cabeza de Emisor, y uno quisiera ver”. Estos 18 temas dan cuenta del universo sonoro de Emisor, un experto en crear bandas de sonido mentales espaciosas, burbujeantes y recordables.
“Descalza de todo, desnuda de mí”, canta al principio de este telúrico disco la cantante de Panorámica, en donde se muestra sin mas equipaje que sus canciones. Excelente percusionista (estudió con su primo, el “Funky Torino” Timothy Cid), Verónica mete 10 canciones en menos de media hora, haciendo gala de su talento como multiinstrumentista (grabó batería, bajo, guitarras, voces y teclados) y animándose a incursionar tanto en extraños valsecitos como en explosiones rockeras y piezas más abstractas (con trompetas y violines incluidos), haciendo convivir despertares en las montañas y búsquedas de leña con el pibe de la esquina. Con la imagen de una mujer vegetal a la que le salen ramas de la cabeza y de sus manos, la gráfica de Reverdece define el contenido de este disco en el que la producción de Julio Sleiman (Pablo Dacal, La Perla, La Quimera del Tango) no sólo destaca su buena voz sino también el imaginario, entre bucólico y grunge, de esta muñeca brava criolla, tan tierna como salvaje.
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