Jue 12.07.2012
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EL FENóMENO DE LOS CUPONEROS

Los nuevos tarjeteros

No revisan basura ajena, ni se juntan en ningún lado y por ahora no tienen remeras, ni se hacen tatuajes. Pero explotan sus tarjetas de crédito con la convicción de que están accediendo al exclusivo círculo de garpar poco.

› Por Luis Paz

La tercera tribu urbana emergente del campo económico tiene dos enormes diferencias con freeganos y gratiferiantes: está oculta y permanece basada en el consumo. Nada hay en los cuponeros que los denuncie como tales, ni revisan basura ajena ni se juntan. Los cuponeros explotan sus tarjetas de crédito en la intimidad de sus hogares y luego circulan, confundiéndose con el resto de los mortales urbanos; entrando y saliendo de comercios, bares, teatros, hoteles y centros de spa facial sin que nadie sepa que por esas actividades o productos están pagando menos que cualquier otro. Lo que les importa no es su sentido de pertenencia a un grupo económico –que lo son, lo son– ni a una estética o una filosofía política particular. Lo que los distingue es lo que llevan en sus bolsillos: hojas impresas que les abren puertas a descuentos impresionantes, realmente impresionantes.

Para bautizarse en esta nueva religión comercial basta con entrar a alguno de los suficientes sitios que ofrecen descuentos en prácticamente todos los rubros (Let’s Bonus, Groupon, Clickon, Pez Urbano, Grupalia, Club Point, Cupon Star o el mucho más astutamente titulado Andá de mi parte) para acceder a cascadas de ofertas de productos y servicios. Lo único que necesita un aspirante a cuponero para convertirse en uno hecho y derecho es una dirección de email, una tarjeta de crédito y una debilidad por los descuentos, incluso por aquellos en cosas que están por completo fuera de su dieta de compras usual y que tampoco necesita para sobrevivir.

Es tan sencillo como encontrar una buena promo –calzones a mitad de precio, tres días de estadía en un hostel de Merlo por cien pesos, cosas así–, comprar virtualmente el cupón y asistir al comercio a retirar lo adquirido. En lo que va del año, la Secretaría de Ahorros del NO desayunó en Aroma, almorzó en Sushi Blue, merendó en The Fritz Bar y cenó en Los 36 Billares, se hospedó en San Pedro, cambió calzoncillos y almohadas, compró torta, reveló en papel 50 fotos digitales, visitó shows de flamenco y de stand up y hasta acomodó todos los zapatos de sus redactores en flamantes botineros. Gastamos de más, es verdad... ¡pero ahorramos como mil pesos!

Según datos revelados a este suplemento por los responsables de Let’s Bonus, un servicio catalán que es de los más crecidos este año y que en Argentina ya cuenta con tres millones de usuarios, el 40 por ciento de ellos –1,2 millón de avivados– tiene entre 18 y 30 años. Más de la mitad de los cupones son comprados por menores de 30 años. Pero esto no implica que los jóvenes hagan gastos extremos: las promos con costos de entre 20 y 80 pesos son sus preferidas. No es curioso que, además, los jóvenes sean los usuarios más activos en cuanto a la socialización digital de sus experiencias: reproducen el comportamiento que tienen en blogs y redes sociales, a través de recomendaciones, críticas y calificaciones. Además, están mucho más acostumbrados al spam –ser suscriptor de tres de estos servicios implica recibir entre doce y quince mails diarios con ofertas segmentadas por tipo y región– y tienen una confianza mayor en la compra online a través de tarjetas de crédito, gran requisito cuponero.

No hay grandes secretos sobre de dónde vienen estos descuentos. Las empresas que se asocian a estos portales realizan rebajas con el modelo de la “liquidación” y ganan en volumen de ventas, por lo que logran igual una ganancia y se desprenden de mercadería que tenían clavada. Los servicios online que operan de intermediarios ganan un porcentaje de lo abonado, que es cedido por los comercios que recibirán finalmente las compras. Lo que viene a desnudar esta tendencia es mucho más profundo que el grado de aceptación que los jóvenes tienen a la compra de cosas innecesarias o que no son de urgencia. Lo que revela es que, si tantos están sacando rédito de este formato de compra anticipada, digital y con descuento, entonces es que por fuera de ellos nos están cobrando de más por prácticamente todo.

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