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Jueves, 19 de julio de 2012

EL MúSICO EXPERIMENTAL MARIANO RODRíGUEZ

“Hay que tener cuidado con el Chon Chon”

En su último disco, El Vuelo del Chon Chon, cada uno de los doce tracks está inspirado en acontecimientos trágicos de la Patagonia.

 Por Julio Nusdeo

”No bien llegué me dijeron ‘Hay que tener cuidado con el Chon Chon’, y yo pensé que los paisanos me estaban boludeando, pero hablé con gente que lo vio”, cuenta Mariano Rodríguez de aquel momento en 2003 cuando se instaló en Villa Lago Gutiérrez, a 20 kilómetros de Bariloche. El Chon Chon es una criatura mística de la cosmogonía mapuche, que anuncia desgracias. “Es un calcu, un brujo maligno, que separa la cabeza del cuerpo, sus orejas se transforman en alas y vuela para esparcir el mal: se chupa la energía de los enfermos y los termina matando, o anuncia tragedias, como una avalancha”, explica Rodríguez. De ahí que en su último disco, El Vuelo del Chon Chon, cada uno de los doce tracks esté inspirado en acontecimientos trágicos de la Patagonia. “Está El asesinato de Facón Grande, que era el líder de la huelga anarquista de la Patagonia Rebelde. Hay otra canción llamada Cenizas y osamentas, que representa los estallidos del volcán Peyehue el año pasado.”

Tras una infancia en Longchamps y en Monte Grande, que luego lo tuvo como claro exponente de la fauna de zona sur, como guitarrista de los grupos Chiquero, El Lado Salvaje y la banda de Adrián Paoletti, Mariano Rodríguez se vio estimulado por su nuevo entorno de bosques andinos, y al mismo tiempo restringido por una pequeña casa que le impedía desplegar pedales, amplificadores y demás cablerío. “Se me dio entonces por tocar la guitarra acústica, afinada en G abierto y armar arpegios minimalistas, tocados con los dedos.” Mariano había empezado a cultivar el placer por la guitarra acústica en el verano 1995/96, cuando compró un disco solista del guitarrista norteamericano John Fahey, de quien se volvería admirador y biógrafo. “No lo podía creer cuando lo escuché. No tenía ni idea de todo lo que era ese universo de guitarra acústica y afinaciones abiertas.”

El estilo que Mariano adoptó de Fahey se conoce como primitivismo, y consiste en acercarse al instrumento sin las pretensiones del virtuoso, sino más bien como un juego, para lograr sonoridades similares a zumbidos permanentes (drones) sobre los que se monta el resto de la canción. El trabajo de Mariano suena además como un collage, con una “edición analógica del sonido: pasar por reverb de resortes, delays y loops de cintas, aunque lo hago todo a nivel intuitivo”, explica. El resultado de tal ejercicio quedó plasmado en los cuatro discos que Rodríguez publicó en su bandcamp: Cypress Shadow (2010), Sesiones de Otoño (abril 2011), El Dobro de la Muerte (noviembre 2011) y El Vuelo del Chon Chon (diciembre 2011).

Para este último, Rodríguez confeccionó imágenes sonoras relacionadas a las tragedias, una suerte de murder ballads (no el disco de Nick Cave, sino el subgénero que relata historias de asesinatos e infortunios), pero traspoladas con un sonido bastante folclórico, “con influencia de las anticuecas de Violeta Parra, un disco instrumental que escuchaba en ese momento”, cuenta. El Vuelo... es un disco de improvisación en el que se cuelan ladridos de perros, alaridos y grabaciones de campo, y cuya presentación en Buenos Aires tendrá edición física que lo trae bien contento: “Será un fanzine en el que cada tema tendrá su propia ilustración”.

* Mariano Rodríguez se presenta este viernes en Una.Casa.

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