SARA HEBE, LA MEJOR RAPERA ARGENTINA
La ex estudiante de Derecho tiene 29 años y un paradigma lo suficientemente sólido como para defender sus intervenciones críticas sobre política, sociedad, economía.
› Por Luis Paz
Sencillamente, Sara Hebe Merino es la más notable rapera argentina del milenio y una de las artistas jóvenes fundamentales de esta época. No sólo imbrica en sus audaces rimas lo más divertido de la cumbia, el punk y el rocanrol, al frente de ritmos astutos. Además, Sara Hebe viene documentando esta época, que es suya: la ex estudiante de Derecho tiene 29 años y un paradigma lo suficientemente sólido como para que sus intervenciones críticas sobre política, sociedad, economía (de mercado y alternativa) y música sean certeras. Es algo notable, en el marco de unas escenas de rap y de hip-hop con escasos combos realmente alternativos (La Conexión Real es uno), en los que últimamente prosperaron intentos con base en la cosa celebratoria, fiestera, del cruce entre hip-hop y funk, como La Costa y Lo’ Pibito. Pero sin dejar de ser divertida, honda y moderna, Sara Hebe plantea un juego distinto: si hay cosas grossas pasando, entonces hay cosas que contar.
Publicó sólo dos discos. La hija del Loco, de 2009, y el reciente Puentera. En ambos, descontadas las piezas instrumentales, mostró una veintena de canciones. Porque, a su modo, Sara Hebe es una cancionista de rap: así como el enjambre de cantautores metropolitanos asienta una nueva sensibilidad emocional que apela, quizás accidentalmente, al universo interior, Merino propone sensacionalidad, una manera distinta de toparse con lo que ocurre fuera de los ámbitos privados. Sea el caso resistente de los vecinos de la cooperativa de vida Nuevo Horizonte, del edificio tomado de Gascón 123, el hecho de que “en la nación del montonero, cuesta mucho todo a la rapera y al rapero”, o el problema de la tecnología para la naturaleza, lo que hace Sara es llegar, mirar, documentar. Y luego, en casos, participar: el video de Asado de FA, de su último disco, es un corto documental sobre la vida de esas personas. Que, además, tiene a la gestión macrista como antagonista: “Mis críticas no están dirigidas a un gobernante en especial sino a toda la sociedad, a todo el sistema y sus gobernantes. Pero en este caso, habla del Gobierno de la Ciudad”. Lo llamativo es que, ayudada por el beatmaker Ramiro Jota, Sara Hebe combina fantásticamente poesía, ritmo, fe, locura y realidad.
Ocurre que Sara Hebe está profundamente arraigada en un lugar alternativo al del poder. “Ponete atrás que voy para adelante; yo soy la fábrica, vos sos el fabricante”, canta en Otra vez (cruzar). Apreciaciones, posturas y aguafuertes similares aparecen en Un cambio (Latinoamérica y Medio Oriente unidos) y Los rastas de mi barrio (sobre el reggae mercadotécnico y la indigencia); y hace unos años, ya estaban en Cuestión de cuna o Eco sistema, de La hija del Loco. “Creo que el que hace canciones puede ser una antena de lo que va pasando, de lo que observa y escribe. Es una micropolítica de lo cotidiano en la que uno se va manifestando con sus actos, con lo que escribe. Eso de chapear con que se es independiente sin serlo es una hipocresía. Me parece que no podés hablar así cuando estás en el combo del reloj enorme, las Nike, Ticketek y toda esa onda.”
Sara Hebe intenta otro camino: el de la autogestión consciente. Es algo que viene haciendo con su vida hace más de una década; aunque viene del rocanrol y la cumbia, de la esquina y la vereda en su Trelew natal, vivió en La Plata y pasó por Córdoba, bailó murga, cumbia y rap, estudió teatro con Norman Briski, unos años de abogacía y hasta fue volantera de McDonald’s. “El resultado de este disco viene de haber crecido, de haber vivido muchas cosas y de haber leído y escuchado, de haber pateado y viajado”, señala. “Viajar para tocar es lo que yo quiero. Tocar y viajar. En Venezuela me flasheó todo. Estuve tocando en una movida de hip-hop activista (el festival Hip-Hop Revolución), que mantiene escuelas populares para chicos en cada barrio. Son chavistas, casi un ejército de él, pibes que están totalmente convencidos. Por supuesto, porque es muy de clase el movimiento: reivindica la clase a la que pertenecen. Creo que en este momento de Venezuela fue necesario que Chávez hiciera lo que hizo. Había gente que no podía bajar de sus casas en los cerros porque no había un teleférico.”
De la reunión entre el pulso bailable y “la torta negativa” de Sara Hebe, que aun a menudo piensa en largar todo a la mierda, surgió La hija del Loco, disco que presentó a una cantante ondera y convencida, con muchas cosas para decir (y toda la libertad para extender las letras), pero amateur. En Puentera, Sara dio un paso más, creció performáticamente (Ramiro Jota, productor de este disco e instrumentador, se agregó en bajo para los shows, y también lo hicieron en coros Negra Lilla y Nieve Negra), reposó su ideología, mejoró y, también, se oscureció algo. Puentera no es denso, más bien es espeso: hay en estas quince piezas una cantidad de información musical, de pistas, de inferencias lógicas, de aciertos, que hacen a una poética cuanto menos recuperada, si no nueva, para el rap Y2K.
En esa lucha se acompañó con raperas alternativas (las sevillanas Asia y Lola Dolores, y la venezolana Arena La Rosa) para el brutal Triple Nac y el justiciero Sufre nena. “Son tan buenas haciendo rap ellas”, libera Sara. “Me gustan, como me gusta todo lo que tenga un contenido de crítica social. No me gusta el rap por ser rap. Si estás con un buzo Sismo, deja de tener sentido. Ojo, la cultura hip-hop es un movimiento muy fuerte y hermoso que tiene elementos propios y chicos que están en la cultura, que bailan, pintan, rapean o son djs. Pero también es una cultura cerrada y purista en la que no entramos mucho porque lo nuestro no es tan hip–hopero. No te perdonan que cantes una cumbia o metas algo de rock.”
–¿Nunca tocaste en un festival de alguna marca o patrocinador?
–Una sola vez toqué en un festival con sponsor. Pero jamás tocaría en Ciudad Emergente. Me parece que no da; si tenés una postura y una opinión, la respetás con los hechos. Que toques en el Borda y luego en Ciudad Emergente... es raro. Yo no creo en casi nada y en nadie. Pero soy parte y ése es mi aporte político.
Donde sí tocó Sara Hebe fue en Bahía Blanca, en su Trelew Natal, en Catamarca, Entre Ríos, Mar del Plata, Lobos, Córdoba, Venezuela y Colombia. “Somos cuatro, ya no quiero moverme sola”, dice Sara, que comenzó presentándose con un formato soundsystem, recorrió bares, boliches, fiestas y cumpleaños infantiles (posta). “Espero que podamos mover este disco los cuatro por muchos lados. Tampoco somos tantos, pero las movidas de hip-hop del interior son independientes y no tienen tantos pasajes para pasarnos y eso. Pero no hay que desanimarse, hay que ir. Lo más importante es concentrarse en hacer lo que uno cree verdadero. Acá estamos haciendo música. A veces me dan ganas de tirar todo a la mierda, y soy de no valorar, pero realmente nos ha ido muy bien. Podemos tocar, en un momento en el que hay tantas bandas que pagan para poder hacer una fecha o para tocar con alguno.”
* Sara Hebe toca el domingo 19 (el lunes 20 es feriado) en el Centro Cultural Zaguán al Sur. Habrá proyecciones y también tocarán Los Morrones. Desde las 23.
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