Hacia el año 1993, pasar el tema Slam de Onyx implicaba un riesgo cierto para los djs: la pista iba a explotar con los beats y las incendiarias rimas del grupo apadrinado y producido por el legendario Jam Master Jay, de Run DMC. La alegre furia que desataba el combo de mcs del Southside Jamaica (Queens, Estados Unidos) integrado por Fredro Starr, Sticky Fingaz, Sonnny Seeza y Big DS calentaba la pista hasta llegar a un punto de ebullición en el que el baile se convertía en lucha libre, catarsis violenta, pogo o mosh. Un descontrol, bah. Desde entonces, el “slam” se convirtió en algo así como la versión hip-hopera del mosh: cuando la gente empezaba a saltar, empujarse, patear y trompearse, los djs muchas veces tenían que apagar el sonido para tratar de calmar los ánimos. En el lado sur de Nueva York, en diálogo con el suple NO, Fredro muestra una faceta bastante amable, pero se arenga cuando recuerda aquellos comienzos: “¡Sí, man, nosotros inspiramos a mucha gente, desde Jay-Z hasta Puff Daddy, incluso al estúpido de 50 Cent”.

No han sido tantos los encuentros musicales entre el hip hop y el rock: después del ocurrido entre Run DMC y Aerosmith para Walk This Way y de las colaboraciones entre Ice T y Body Count, el trabajo compartido entre Onyx y Biohazard, inmortalizado en Judgement Night, fue histórico: más de dos millones de personas compraron el disco y los Onyx (que tomaron su nombre de una piedra negra semipreciosa) lograron trascender del ghetto hip–hopero y ser escuchados en todo el mundo por los seguidores del hardcore. Por un momento, parecía que los fantasmas de las rebeliones de Watts –N. de R.: En 1966, la comunidad negra explotó ante la enésima injusticia y rompió todo, posta, con pérdidas valuadas en cuarenta millones de dólares por destrucciones a propiedades- y las arengas revolucionarias radicales de los Black Panthers y los motherfuckers de los ‘60 se hubieran sintetizado en cuatro minutos, en clave hip hop.

Aunque el rapero Starr no logre escapar a la clásica jerga hip hopera, tirando el “ya know what I’m sayin’?” dos o tres veces por minuto, hay algo claro después de unos minutos de conversación con él: sabe muy bien de dónde viene y cuál es su identidad: “Nosotros salimos de la calle. ¿Sabés a lo que me refiero? Y si no fuera por Jam Master Jay, no estaría hablando con vos... ¡Andá a saber si estaría vivo! El fue nuestro General. Incluso aunque tuviéramos un contrato, había una cadena de mando y él seguía siendo nuestro líder. Nosotros crecimos escuchando la vieja escuela: Run DMC, Beastie Boys, Boogie Down Productions. Música auténtica, gente como nosotros, de las calles”.

Un tanto opacados por los increíbles Wu-Tang Clan –salieron casi simultáneamente–, los Onyx de todos modos lograron crear su propio universo y cosechar fans por todo el mundo... incluso en la Argentina. Y es que, al igual que los Wu (con los que colaboraron en un algunos temas, como el ominoso The Worst), ellos también tienen algo de superhéroes: “Nosotros también somos una banda de primos, igual que los Wu; Sticka es mi primo. Creo que lo más importante de Onyx son los shows, esa energía loca que le damos a la gente, el black power. ¿Sabés cuál es el secreto de Onyx? Somos superhéroes, cada uno tiene su propio súper poder: Sone Seeza tiene el don de volverse muy pequeñito, para todo lo micro. Big DS es como un gigante, lo respeto muchísimo. Y Sticka Fingaz es capaz de tomar la energía de la gente. Te toca y se queda con tu energía”. ¿Y Fredro? Que hay del hombre que quiso boxear a 50 Cent en la entrega de los Vibe Awards?: “Mi poder es el fuego. Tengo el poder de quemar... ¿sabés a lo que me refiero?”.

* Onyx toca el lunes 3 de septiembre en el Teatro Vorterix (Federico Lacroze 3455). Desde las 18.