Jue 25.10.2012
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ENTREVISTA A BUTCH VIG DE GARBAGE

“La revolución digital te permite el autocontrol”

Con la nueva sociedad hipercomunicada, “vas a pérdida todo el tiempo”, dice Vig, quien pasó por el Pepsi Music como un vendaval.

› Por Federico Lisica

Difícil concentrarse cuando Shirley Manson camina por el backstage preparándose para el show que Garbage dará en la Argentina (el primero en sus casi veinte años de historia). La dama viste una especie de corset negro que contrasta con su piel alla Viviana Canosa. Es bastante más alta de lo que parece en videos y fotos, su andar es noble y luce encantadoramente distante. Se sentará a unos pocos metros de distancia, justo en un punto ciego. Posiblemente se esté duchando en sangre, siguiendo los dictados de la vampiresa Isabel Báthory, para no envejecer. Y no sería lo más educado espiarla.

Si la escocesa es la imagen y voz dominante, Butch Vig es el arquitecto del mentado sonido del grupo: beats persistentes –a veces industriales, a veces amables–, las guitarras como ráfagas de electricidad, sin alejarse demasiado de la órbita pop. “Siempre fuimos una banda muy techie, muy de estudio; en vivo sonamos distinto, aunque el núcleo de la canción sea la misma”, le explica el baterista al NO. Y algunas horas después, esa máxima se comprueba con creces. Manson maneja a la perfección los lamentos, gemidos y órdenes, mientras la banda ofrece una estructura de texturas cambiantes, como si un comando de abejas africanas volara sobre nuestras cabezas. Vig capitanea desde atrás, Steve Marker y Duke Erikson emplean sus guitarras como programaciones –y viceversa–, mientras el tensor del bajo (a cargo de Eric Avery) nos devuelve a tierra.

Durante la entrevista, Butch es agradable, consistente en sus respuestas, tiene muchas ganas de hablar del quinto trabajo de la banda, Not your Kind of People. “Es el más jazzero en espíritu –dice Vig–, parecido a cuando grabamos los dos primeros, hay una vibra de experimentación, pero sin reinventarnos necesariamente: somos lo que somos, como banda tenemos una identidad, cuando escuchás una canción de Garbage en la radio, sabés que es nuestra.” Y algo más: detrás de sus anteojos de marco grueso, el hombre que produjo discos y bandas que definieron el sonido de los últimos 20 años del rock (de Sonic Youth a House of Pain, de Muse a Soul Asylum, de Smashing Pumpkins a Green Day, de Foo Fighters a Nirvana) no pestañea nunca.

–Hace poco señalaste que, al ingresar al estudio, la química estaba intacta. ¿Sucedió lo mismo en vivo?

–Lo más difícil fue ponerse en línea. Fueron siete años de ausencia, tuve que trabajar los músculos para que sonara la cohesión. Las viejas canciones salieron rápido, a las nuevas hubo que buscarles el enfoque. Pero la química se mantiene fuerte, mejor. En el último tour estábamos... ¿cómo decirlo? Habíamos dejado de estar juntos, cada uno funcionaba individualmente. Ahora volvimos a ser la familia. Salimos, comemos, tomamos algo de vino y además tocamos (se ríe). Tenés que buscar esa unión para durar tanto tiempo.

–O sea que fue como un nuevo comienzo...

–Definitivamente, estamos muy entusiasmados, como si anduviéramos en un bote a fuera de borda, el nuevo disco tiene que ver con ello. Tocamos las canciones en vivo y el público las recibe muy bien.

–En cada uno de sus discos tuvieron canciones que desde el título sonaban a manifiestos: Queer, I’m Only Happy when it Rains, Androginy, Sex is not the Enemy, por mencionar algunas. ¿Cuál sería la canción manifiesto del nuevo trabajo?

–Para mí, la que le da nombre al álbum. Tiene la filosofía de este momento. Beloved Freak también, el mensaje es que está bien ser diferente. Nunca encajamos en ningún lado. Ni en el grunge, ni en la electrónica, ni el new metal, ni el hip-hop, pero usamos esos elementos en lo nuestro. Es el mantra de cómo nos sentimos. Pero en vivo diría que es Battle in me que, básicamente, habla de coger. Fue la primera que escribimos, el primer día en el estudio, y me encanta tocarla en vivo, tiene un sonido casi épico.

–Sos reconocido por tu trabajo como productor. ¿Podés dejar de serlo arriba del escenario?

–Buena pregunta. Siempre estoy pendiente de la mezcla previa, me doy cuenta de cuando surge un error, si Shirley se olvida una letra, o algún pifie de las guitarras, si yo me equivoco con la batería. Diría que soy un perfeccionista. Siempre tengo herramientas en las puntas de mis dedos, como mi máquina para hacer secuencias, loops y los efectos. Así que mientras toco la batería, produzco. Sin embargo, lo bueno del vivo es comprometerte con el momento, así que tenés que liberarte. En un estudio podés controlar las cosas, en un recital no tanto, y eso lo hace emocionante. Así que debo bajar mi radar de productor, al menos un poco (se ríe).

–¿Cómo logran emular esa “pared de sonido” tan singular, tan Garbage, en un escenario?

–Empezamos tocando los elementos más simples de cada canción, luego le vamos sumando capas: son los agregados de percusión, secuencias, arreglos de voces, y más. Es como una edición que le llamo ear candy (N. del R.: endulzar el oído). A algunas viejas canciones las hemos reformado, I’m Only Happy... por ejemplo. Ya la hemos tocado más de mil veces, en el mismo ensayo se dan esos cambios que hacemos para divertirnos.

–¿Qué rituales tienen antes de salir a escena?

–Escuchamos música en el backstage, yo me pongo a ensayar para calentar los dedos con mis palillos, lo que pone a todos como locos. Brindamos un poco con vino, no tanto porque me gusta estar enfocado, pero sí una copa como para sacarte presión. Pero cuando terminamos sí, un vaso grande de vodka para cada uno.

–Hoy por hoy, si las bandas hacen discos es para salir de gira, al contrario de lo que pasaba poco tiempo atrás. Garbage nació justo un poquito antes de la revolución digital, de hecho uno de sus discos se llamó 2.0. ¿Cómo ves el fenómeno?

–Ciertamente estoy de acuerdo con eso. A nivel grupo nos ofrecieron tocar sin canciones nuevas. Lo cual nos pareció inadecuado. Queríamos tener al menos 4 o 5 nuevas canciones. Yo ya tengo 57 años y me mantengo con la idea de hacer un álbum. Y cuando salís de gira es para mostrar nuevas canciones. Pero el momento te obliga a pensar nuevos patrones.

–Bueno, el disco lo han editado por su propio sello, uno de los videoclips lo hicieron con imágenes enviadas por sus fans. ¿Not your Kind of People es Garbage atravesado por estos nuevos patrones?

–Cuando comenzamos a grabar, sabíamos que no queríamos hacer lo mismo de siempre. Habíamos tenido reuniones con sellos grandes, pero siguen atados a 1985: sólo les interesa hacer dinero. No les interesaba siquiera lo del disco, ya querían que hiciéramos promociones en televisión, shows, lo que fuera. La revolución digital te permite el autocontrol. De hecho esta gira por Sudamérica tiene que ver con ello, antes no pudimos hacerla porque no contábamos con el apoyo suficiente. Si no daba grandes ganancias, no lo tenían en cuenta. Ni siquiera habíamos ido a China. Lo mejor de lo digital es cómo facilita la comunicación. Lo malo es que, por el concepto de gratuidad total, vas a pérdida todo el tiempo, es más difícil hacerlo sostenible.

–¿Este tour lo están disfrutando a tope como el último o ya tienen proyectos?

–Lo estamos gozando mucho. Si mantenemos eso, seguro que vamos a hacer un nuevo álbum. En enero estaríamos grabando nuevo material. Es importante sentir el lazo a algo.

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