Jue 25.10.2012
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LOS DE SAINT ETIENNE NO ROMPEN CON LA DEMAGOGIA ROCKERA

“Nunca estuvimos ni ahí de ir a Sudamérica”

Tras siete años de ausencia de los escenarios, la banda emblema del indie dance regresó en mayo pasado con el álbum Words and Music by Saint Etienne, que ahora presentan alrededor del mundo. “Esperemos que algún productor se apiade de nosotros”, dicen, con ansias de venir hacia el sur del mundo.

› Por Yumber Vera Rojas

Desde Barcelona

A unas pocas cuadras del Mediterráneo, dos periodistas ingleses que se morían por tocar, toman el té vespertino. Pasaron más de dos décadas desde que se conocieron, y pareciera que los hubiesen presentado recién. La capacidad de sorprenderse el uno del otro incluso causa envidia. Luego de compartir cada descubrimiento, idea y propuesta, salta a la luz el chiste y la anécdota y, a continuación, la risa. En ese ciclo se manejan hasta que los interrumpe el mozo o el redactor que, al igual que ellos, alguna vez compró un instrumento, pero que al final decidió sentarse detrás del escritorio para intentar explicar lo que los exponentes musicales hacen. O, aludiendo nuevamente a la célebre expresión de Frank Zappa, “bailar arquitectura”, que el prolífico artista estadounidense desenfundó para describir lo paradójico que debe ser “hablar de música”. Quizá por eso Bob Stanley y Pete Wiggs, las dos terceras partes de Saint Etienne, se dedicaron a formar una banda. Y vaya que ha sido la mejor decisión de sus vidas, pues hoy son no sólo estrellas en su país sino un nombre fundamental en la memorabilia de las pistas de baile.

El trío que completa la cantante Sarah Cracknell, tras siete años de ausencia de los escenarios, regresó en mayo pasado a las bateas con el álbum Words and Music by Saint Etienne, que ahora se encuentran presentando alrededor del mundo. “Nunca estuvimos ni ahí de ir a Sudamérica. Esperemos que algún productor se apiade de nosotros, y nos lleve”, comparte guasonamente Stanley, en exclusiva para el NO. “Tenemos muchas ganas de ir sobre todo a la Argentina, donde sabemos que hay mucha gente que nos conoce. Y eso es muy extraño porque creo que nunca salió un disco nuestro allá. ¿O sí?”

El octavo título de estudio del conjunto de Croydon (zona del sur de Londres), que aparece luego del lanzamiento de un trabajo de grandes éxitos y de varios proyectos cinematográficos, ha sido muy bien recibido porque, aparte de establecer un equipo de colaboradores de primer nivel, con la troupe Xenomania de Brian Higg, Ricard X y su antiguo camarada Ian Catt, rememora ese sonido seminal que hizo de This is Tomorrow o Nothing Can Stop Us grandes himnos generacionales.

–¿Por qué esperaron siete años para lanzar un nuevo álbum de estudio?

Bob Stanley: –A pesar de que optamos por mantener un perfil bajo durante todo este tiempo, estuvimos bastante ocupados lanzando discos especiales, haciendo música para otros proyectos y, por supuesto, con nuestras familias. Tampoco teníamos muchas expectativas para hacer un álbum nuevo. Antes necesitábamos encontrar las canciones y el espíritu para que eso sucediera. No obstante, una vez que el proceso comenzó, demoramos seis meses en terminar esta producción.

Pete Wiggs: –Nos concentramos en revisar mucho nuestro material viejo. Luego de que lo hicimos, no nos quedó más que tener paciencia para ponerlo en marcha.

–Hicieron bien los deberes, pues se nota la tarea de revisión del archivo. Ciertamente, las canciones de su más reciente entrega discográfica evocan esa mezcla de pop preciosista y música dance elegante de sus primeros años. ¿Qué los motivó a hurgar de vuelta en las raíces?

Bob Stanley: –El disparador inspirativo del disco apareció mientras desempolvábamos nuestro catálogo. Son prácticamente 20 años de estar componiendo y creando música, lo cual significa casi un poquito menos de lo que llevamos viviendo. A partir de ese repaso de lo que hay, y de lo que faltaba, nació el germen del concepto.

Pete Wiggs: –Pero no hubo un único proceso al momento de hacer el disco. Trabajamos en distintos estudios, a veces teníamos la música, y luego aparecían las letras, y viceversa. Después de que tuvimos las primeras cuatro canciones, ahí entendimos que había un concepto.

–El título pareciera reivindicar la impronta de la banda. ¿Lo utilizaron con esa intención?

Pete Wiggs: –Teníamos cinco títulos tentativos para el disco, pero la mayoría insinuaba que era el final del grupo. Así que la gente de nuestro entorno nos sugirió que le pusiéramos ése, simplemente Saint Etienne.

–La canción que abre este trabajo, Over the Border, guarda cierta añoranza por el pasado. ¿Les picó el bicho de la nostalgia cuando escribieron los temas?

Bob Stanley: –Las letras de las canciones son, en efecto, nostálgicas. Es una pieza que faltaba en la historia de la banda, y en la manera de componer. Over the Border fue uno de los últimos temas que hicimos. Decidimos que abriera el repertorio porque determina la actitud y el ánimo de hacia dónde va el disco. Para nosotros es interesante la reacción que hay en el público que conoce toda nuestra trayectoria.

–El mapa del arte de tapa de Words and Music by Saint Etienne invita al juego de que cada track del álbum podría funcionar como banda de sonido para los barrios de Londres. ¿Llegaron a especular con eso?

Pete Wiggs: –Sí, claro. Todos los barrios y calles de nuestra ciudad tienen la capacidad de provocar ideas para posibles canciones. Words and Music by Saint Etienne es, básicamente, una descripción bien musical de donde crecimos.

Bob Stanley: –Sin embargo, la tapa del disco es un mapa ficticio. No refleja a Londres, es como otra urbe. Una ciudad ficticia en nuestra cabeza.

–La edición especial de su último material contiene una segunda parte en el que varios de sus temas son remixados por dos generaciones de exponentes de la música dance. Si bien ustedes también hacen remixes para otros artistas, ¿cuál es la sensación que les produce escucharse interpretados según la perspectiva de, por ejemplo, Erol Alkan, uno de los totems actuales de las pistas de baile?

Bob Stanley: –Nos gusta lo que hace, pero su caso es muy particular porque desde hace años intentamos trabajar juntos. Una vez comenzamos a hacer algo, aunque nunca se concretó. Cuando se enteró de que sacábamos el nuevo disco, me llamó. Así que esa deuda de casi una década, finalmente se concretó.

Pete Wiggs: –Somos fans suyos, nos gusta lo que hace porque nos reconocemos en su música.

Mientras el acid house pasó de ser una opción para la música de baile a transformarse en una vitrina del reviente, Saint Etienne irrumpió en la escena del Reino Unido de los ‘90, que el lunes, aunque desde el palo más britpop, inquietó a Buenos Aires con el impactante recital de Suede en el cierre del Pepsi Music 2012, dosificando el dance con canciones románticas y pop glamoroso. Si bien su propuesta estaba en sintonía con toda la movida de lo que en aquel entonces se conocía como alternative dance, mejunje en el que cabían Pet Shop Boys, Björk, Pulp y hasta el Boys and Girls de Blur, la publicación de su álbum Tiger Bay lo convirtió en el pionero de la escena indie dance, al arrastrar concienzudamente a la avanzada de conjunto post-Beatles de los ‘60, a Kraftwerk, al post-punk y al Madchester, en un mismo limbo, a la cultura del club. Hasta acá, el paréntesis. La rubia Sarah Cracknell acaba de sumarse a la charla. Pasaba de chusma, en busca de sus camaradas, aunque ha decidido quedarse a ver qué dicen. “Otro té, por favor”, pide.

–El año pasado se cumplieron dos décadas de la aparición de su disco debut, Foxbase Alpha. ¿Qué recuerdan de esa grabación?

Pete Wiggs: –Muchos de los discos que hicimos con Ian Catt –nuestro eterno aliado, productor y músico, con el que además volvimos a trabajar en Words and Music by Saint Etienne– los grabamos en habitaciones pequeñas de casas.

Bob Stanley: –De hecho, Foxbase Alpha lo realizamos en la casa de sus padres, pues él vivía aún con ellos. Su cuarto lo transformamos en un estudio.

Pete Wiggs: –Mientras estábamos arriba, sus viejos hacían el té... Las voces las grabamos en el baño, y el sistema en el que lo registramos era muy básico y rudimentario, de ocho canales.

Ese trabajo incluye Only Love Can Break your Heart, el tantas veces versionado clásico de Neil Young. ¿Tuvieron la chance de mostrárselo al “padrino del grunge”?

Pete Wiggs: –Le escribimos pidiéndole que lo escuchara para ver qué le parecía, pero la respuesta no fue muy buena. No obstante, en ese momento, como estábamos comenzando, no teníamos repertorio. Después, con el tiempo, la historia nos dio la razón. Es una de las canciones más populares de nuestros discos. Lo único que queríamos en esa época era hacer música. Más tarde empezamos a componer el resto de los temas.

–Tiger Bay (1994), su tercer disco, es considerado el punto de partida del indie dance. ¿Están de acuerdo?

Bob Stanley: –No sé, supongo que sí. En aquella época se produjo una explosión pop que nos permitió mezclar todo, incluso en las letras. Al mismo tiempo, otra de las cosas que sucedió es que pensamos que iba a ser nuestro último trabajo. No teníamos expectativas de sostener una carrera. Lo que hicimos fue poner en el disco todo lo que nos gustaba, desde el Chicago house hasta influencias como Neil Young.

Pete Wiggs: –Una de las búsquedas que hubo en ese álbum fue la posibilidad de mezclar armonías y melodías, de tener letras ingeniosas y de poner buenos beats de batería.

Bob Stanley: –Al final, y creo que es una constante en todo músico, nunca terminamos de estar satisfechos con lo que publicamos. Recuerdo que queríamos incluir un par de temas más, pero nuestro manager nos sugirió que no lo hiciéramos, y el sello tampoco quiso. Entonces quedó la sensación de que no fue tan estupendo como debió haber sido. Aunque para mucha gente es el mejor álbum de Saint Etienne.

–En una entrevista que brindó para este medio, Alexis Taylor, vocalista de la banda Hot Chip, él afirmaba que el indie y el dance no son compatibles. ¿Coinciden con su opinión?

Sarah Cracknell: –No nos consideramos indie, quizá podamos tener cierto dejo en nuestro sonido.

Bob Stanley: –Somos más pop que indie.

Pete Wiggs: –Tampoco creo que la gente del indie nos asocie con lo esta escena.

Bob Stanley: –Lo que hubo antes de lo que se marcó como indie era el acid house. Los integrantes de Hot Chip eran muy jóvenes cuando nosotros comenzamos en esto, y su primer disco apareció después de que nos transformamos en unos jovatos.

Pete Wiggs: –Quizá para ellos representamos la vieja escuela.

–¿Entonces ya les sienta bien el calificativo de “banda clásica”?

Pete Wiggs: –Que nos llamen banda clásica es algo que me parece estupendo. Prefiero eso a que me digan dinosaurio. A pesar de los años que llevamos en la ruta, somos capaces de lanzar un disco refrescante, diferente y novedoso. También está la realidad de que nos estamos poniendo viejos. Ya veremos cómo se referirán acerca de nosotros en una década.

Bob Stanley: –Muchos de los chicos que nos remixan, o nos tienen como influencia, podrían ser perfectamente un hijo mío en edad de cursar la universidad.

–Exageran un poco con lo de la edad. Daniel Miller –otro padrino de la música, esta vez del technopop y fundador del sello Mute Records– tiene 60 años y sigue sacándoles humo a las bandejas con sets que son la envidia de cualquier pendejo que se inicia en el DJing...

Bob Stanley: –En eso tenés razón...

–A propósito, ¿qué les gusta de la música dance de estos tiempos modernos?

Pete Wiggs: –Hay muchas cosas interesantes. Me parece atractivo lo que sucede en Estados Unidos. La verdad es que estoy sorprendido con eso. También me gusta el dubstep, y algunos otros estilos que escucho cuando tuve la chance de captarlos a través de las radios de Londres. A nivel de bandas locales, me llama la atención The Pre New. Es bailable y, al mismo tiempo, rockera.

–Bob, ¿algo de esto abarcás en el libro que estás escribiendo?

Bob Stanley: –El libro que estoy haciendo trata acerca de la historia del pop desde los ‘50 hasta la muerte de Kurt Cobain. Llevo seis años escribiéndolo, y realmente me ha costado mucho terminarlo porque hay un montón de cosas para poner en el tapete. Me queda la esperanza de que en algún momento le voy a poner punto final para que pueda salir, y la gente tenga acceso a él.

–Tras estos 22 años de sociedad, ocho discos y un sinnúmero de aventuras, ¿cuál es el principal rasgo de su relación que aún les cuesta manejar y, si tuvieran la chance, reinventarían?

Bob Stanley: –Vivir juntos...

Sarah Cracknell: –Vivir sin su compañía...

Pete Wiggs: –Hummm... no sé, lo tengo que pensar.

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