Jueves, 15 de noviembre de 2012 | Hoy
Por Roque “cocker” Casciero
“A mí no me gusta mucho autoanalizarme, pero hay ciertos momentos en la vida en que tenés que hacerlo. La gente tiende a pensar eso cuando cumple 30, porque cambia de década y trata de ver qué es lo que hizo hasta entonces.” El Jarvis Cocker que me decía estas palabras tenía 35 años, acababa de cantar dos canciones al frente de Pulp en el Tibetan Freedom Concert y estaba en ojotas en una carpa que oficiaba de camarín. La banda había editado hacía poco This is Hardcore, el disco que ofició como resaca de la fama explosiva conseguida con Different Class. Para entonces, esa especie de junco con anteojos vestido de negro era algo así como el cerebro del brit pop, el que, entre las peleas mediáticas de Oasis y Blur, aparecía con las melodías y las palabras perfectas (repasarlas en el reciente libro Madre, hermano, amante es un placer). Andaba flojo en geografía, eso sí. Cuando le pregunté si Pulp vendría a la Argentina, contestó que siempre le gustaba ir a lugares donde nunca había estado antes. “Pero tendría que ir cuando no haga demasiado calor, si no me voy a morir sobre el escenario”, dijo, vaya uno a saber pensando en qué sitio. Por otra parte, en esa tarde Washington DC se asaba a fuego lento...
Cocker hablaba mientras de fondo sonaba Radiohead haciendo Creep y, claro, yo me quería matar por no estar viendo ese momento altamente inusual para entonces (la revancha llegó en Buenos Aires, mucho después). “Hay que tener cuidado de ser secuestrado por gente con la que ni siquiera te gustaría estar en la misma habitación”, decía respecto del uso que la prensa hizo del brit pop. Después vendría un disco más, la separación, la partida de Jarvis a Francia, un par de discos solistas, una visita a Buenos Aires en el medio, y la reunión que, por fin, depositará a Pulp en el Luna Park el próximo miércoles. Pero, claro, siempre voy a recordar esa primera vez. Por ser mi debut en un festival fuera de la Argentina, porque me quedé con una credencial que decía “Pulp Guest” que me permitió sentirme como un chico en una juguetería entre las estrellas de rock, porque vi conciertos muy buenos, porque el día inicial se suspendió después de que un rayo cayó sobre una chica bastante cerca de donde estaba... Y también porque, una vez que volví a casa, la entrevista a Jarvis Cocker fue la primera que publiqué en el NO.
Por Luis “jarvis” Paz
Elton, Noel y Liam, Kylie, Bowie, Björk, Paul, Keith, Kurt, Cher, Ozzy, Jamiroquai y algún otro que ya no recuerdo. Pasaron diez años desde que me sorprendió viendo MTV y aún me emociona, por esa brillante letra, y me da risa, por ese ocurrente clip. Sí, claro, hablo del video de la maravillosa Bad Cover Version, ése que tomaba a imitadores y los hacía pasar por los artistas verdaderos en una presunta reunión en estudio tributo a “una de las más originales e inventivas bandas de nuestros tiempos”. Pulp no fue una banda de mi tiempo en tanto generación: nací tres años después de la aparición de It, su incunable debut. Pero igual fue de nuestra generación, porque de alguna manera nos la apropiamos: aquel video nos estrenó, por simpatía, a muchos de los que por entonces teníamos 14, 15 o 16 años, en el brit pop profundo, ése más hondo que las baladas de Oasis y cromático que las chombas de los Blur. Pulp se coció en el bajofondo de la Bretaña ya no tan cool; y nosotros, con ellos, empezamos a hacerlo en fiestas en la Sociedad Italiana, ahí por el Congreso y antes de Cromañón, en las que sonaba Lolita de Fun People, luego Disco 2000 y capaz que, con suerte, alguna vieja de los Babas. “Juntémonos todos en el año 2000”, gritamos entre los primeros humos, los primeros sorbos y otras primereadas que no vienen al caso. Es que Pulp fue mi primera vez demasiadas veces. Y las recuerdo todas. El primer disco garroneado fue Hits, que me cambiaron en una muy conocida cadena de disquerías por 40 o no sé cuántas marquillas de una muy conocida marca de cigarrillos. Different Class fue el primer disco importado que pude comprarme. Y Jarvis Cocker, de alguna manera, también tuvo cierta implicancia en mi vida profesional: una propuesta de entrevista a un incipiente grupo que acababa de cambiar su nombre a Banda de Turistas y que iba a telonearlo en su visita a la Argentina. Un poco de allí surgió un diálogo con Roque Casciero que derivó en Joy Division, los Housemartins, seguramente los Smiths, y que acabó en un convite hacia mi acercamiento a este suplemento. Los tentáculos de Pulp siguen ahí: la entrevista a Banda de Turistas fue la primera que publiqué en el NO.
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