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Argentina, país grande y quebrado, con infinidad de micromundos en cada provincia. Si bien cada citadino es reconocido fácilmente, al santiagueño se lo ubica al toque. Esa calma, esa humildad, esa “eshe” pronunciada con orgullo, son algunas de sus características. Pasivos, contenedores y súper buena onda, el NO se encontró con los integrantes de Alimaña, que están presentando El muro que deforma la verdad, su segundo disco de estudio.

Si bien se demoró mucho en salir, ya que lo empezaron a grabar en Santiago en el 2008, cuentan que vinieron a Buenos Aires a tocar, con la idea de empezar de cero. Admiten que, de alguna forma, cansa el hecho de grabar durante un período tan largo de tiempo, ya que los temas existían desde hace seis años, pero la extensión fue relativa. “No te cansa por el cariño que les tenés a las canciones, pero uno es artista y siempre quiere seguir haciendo cosas y no quedarse callado”, resalta Agustín Bustos Ruiz, baterista del proyecto.

Estos primos lejanos, argentos y norteños de los Mars Volta, aseguran que estilísticamente: “Nos dicen que hacemos metal –aclara Juan Martín Bustos Ruiz, cantante y guitarrista de Alimaña–. Nosotros no sentimos que hacemos metal, ni folklore. Por eso siempre tratamos de aprender cosas nuevas y enriquecer el estilo”.

–¿Qué repercusiones tuvo El muro que deforma la verdad a un año de su salida?

Juan: Uno espera que cuando sale el disco explote todo, pero cuando te chocás con la realidad te das cuenta de que hay días buenos y días malos.

Mariano Sarquiz: La verdad es que donde ha llegado el disco ha tenido una muy buena repercusión en todo sentido: lo auditivo, lo visual y lo conceptual que se trató de laburar en ese disco. En ese tipo de resultados ha sido óptimo.

A la hora de explicar algunos conceptos del disco, Juan afirma: “Al momento de componer vamos hacia un lado intangible. Surgen fonemas o palabras que se escriben y se van articulando. Nace de mucho contacto con uno, esto no es comercial”, sentencia. Y continúa: “Si bien este disco es más pesado, tiene cosas melódicas y folklóricas. Hay más propuestas del lado musical, con cosas un poco más jugadas. En el primero las canciones eran más simples, y llaman la atención porque cambian de estilo en la mitad del tema. Aquí no es tan pegado con cinta, sino que es más armónico y equilibrado. Cada tema conserva su propia identidad”. A lo que Agustín completa: “Para mí el disco es como un tema muy largo. Está planteado así, que tenga una continuidad. Algunas canciones no entraron porque no cumplían con el sentido sonoro y esa continuidad que le queríamos dar”.

–En el tema “Umaqi Kuntur” aparecen unos gritos guerreros, ¿qué quieren decir?

Juan: Son palabras en quichua. Hace mucho queríamos hacer un tema que hable en quichua. Quizás había que estudiar demasiado como para escribir una letra entera. Un viaje que hemos hecho nos inspiró. Es un tema que habla del cóndor. Veíamos que se podía laburar por ahí y nos pusimos a leer un poco, ver algunas palabras que tengan que ver con eso, y que acompañen la idea de lo que venía gestándose. Es uno de los temas más logrados, y que más llaman la atención.

Con un formato poco convencional de bajo, batería, guitarra y percusión, los Alimaña se lanzan al ataque: “Nos fuimos formando e innovando. Por ejemplo, si vas a Santiago con unas congas te dicen: ‘¿qué haces, chango?’. Pero cuando tocás, te escuchan y ven que lo hacés con respeto, tratando de aportar, lo toman bien. Se apostó, se jugó mucho, y creo que dio buenos resultados. Eso es el arte: arriesgar, jugarse. Si no sería una forma clásica con los tips marcados. Tratamos de estar todo el tiempo rechazando los estereotipos”, afirma el percusionista, Marcos Barrio.

* Alimaña se presenta el jueves 22 de noviembre en El Emergente Bar. Gallo 333 a las 22.30.