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Jueves, 27 de diciembre de 2012

¿... Y SI HUBIESE ROCK SIN DROGAS?

ROCK-DEPENDENCIA

 Por Luis Paz

Como escribió el autor, editor, músico y ciberactivista libertario Ken Goffman en su libro Everybody Must Get Stoned: Rockstars on Drugs (bajo el seudónimo R. U. Sirius), “tratar de mostrar la conexión entre música y drogas es como denunciar la relación entre la boca y los dientes: es muy obvio para molestarse”. Dejémosle el sarro a los dentistas pero tomemos igual para nosotros las caries de la música en las que restos de drogas han ido a parar todo este tiempo. Y preguntémonos en el vértigo del flash qué pasaría si, de pronto, todos los músicos se volvieran caretas. ¿Y si acaso todos los que usan alguna droga se meten a rehabilitación o cambian la lapicera y el billete enrollado por un poco de dulce de membrillo? ¿Qué sería del rock, de la música, sin drogas, dependencia, abstinencia, caminatas por el lado salvaje, espías del otro lado, mambos y malflashes?

¿Qué tan buena hubiera llegado a estar la música moderna sin que drogas nuevas aparecieran o se popularizaran sistemáticamente durante los siglos XX y XXI? ¿Cuántas horas hubiera aguantado Miles Davis tocando jazz hasta encontrar la puerta de acceso al limbo de la improvisación libre? ¿Cuánto le habría llevado a la psicodelia aparecer? ¿Qué hubiera sido del reggae? ¿Qué emoción buscaría la música electrónica? ¿Seguiría el Mono de Kapanga atendiendo una pizzería? ¿Habría heredado Dárgelos el puesto de diarios de su padre en Lanús? ¿Chizzo hubiera entrado a 100% Lucha? ¿Sergio Ch estaría en cana? ¿Le hubiésemos pifiado tanto pensando que daba escuchar a Aerosmith? ¿Paul McCartney sería un billonario saludable y buena onda condecorado por la Reina de Inglaterra como lo es?... ¡¿Qué bailaríamos?!

Está bien, el hardcore straight edge demostró que no son necesarias las drogas para hacer música. Por supuesto que no son necesarias y también que diferentes falopas nos dejaron sin Richard Hell, Brian Jones, Elvis, Janis Joplin, Hendrix, Michael Jackson, Keith Moon y Bonzo; y nos devolvieron así a Eminem, a Richard Ashcroft y a Charly. Las drogas en el público hicieron que un montón de gente creyera que el hair metal estaba bueno. Las drogas ayudaron a que los músicos, el público y todos los que están entre medio se manden un montón de pifies y forradas. El faso hace que sigamos sin darnos cuenta de que sólo hay una canción de reggae... solo que cada banda la arregla distinto. La pepa puede hacerte flashear con un disco de Airbag y sería absolutamente injusto para Fleetwood Mac y Zappa.

Pero, al mismo tiempo, las drogas surtieron de nafta los motores de las grandes revoluciones en la música popular. Eso no está en discusión: faso & reggae, merca & jazz, pastis & dance, pepa & rock psicodélico, heroína & punk, trip hop & valium, anfetas & rockabilly, dixidrina & acid house, éxtasis & trance, mate & chamamé, ayahuasca & cumbia. Allá vamos: Primal Scream, Grateful Dead, Los Natas, Babasónicos, Kraftwerk, Pulp, Spacemen 3, Nine Inch nails, Andrés Calamaro, Joy Division, Kinks, Barrett, Clash, Chemical Brothers, Dylan, Queens of the Stone Age, Ramones, Beatles, Led Zeppelin, Stones, Spector & Las Temptations, Louis Armstrong, Marley, My Bloody Valentine, The Flaming Lips, Miles Davis, Pappo, AC/DC, Sabbath, Sumo, Velvet, Hendrix, Massacre, Neil Young, Love, New Order, Ry Cooder, Beastie Boys, Ween, Charly García, Luis Alberto Spinetta... Armemos un mundo sin drogas, dale. Pero uno sin música de ellos no es negociable.

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