Jueves, 24 de enero de 2013 | Hoy
DICE PALAZZO DEL COSQUíN ROCK
Está confirmada la grilla de artistas y actividades para el evento rockero que más parece haber mantenido su personalidad a lo largo de los años, lo que le permite erigirse como una marca propia antes que como un rejunte ocasional de “artistas del momento”.
Por Mario Yannoulas
Es imposible resistirse a tipiar la palabra “coscoíno” en una nota sobre el Cosquín Rock, el festival que va a tener su decimosegunda edición los próximos 9, 10 y 11 de febrero en la serrana y fernetera provincia de Córdoba. Está confirmada la grilla de artistas y actividades para el evento rockero que más parece haber mantenido su personalidad a lo largo de los años, lo que le permite erigirse como una marca propia antes que como un rejunte ocasional de “artistas del momento” sujeto al target social de algún sponsor.
Desde su primera edición en 2001, el festival acompañó la historia más reciente del país y se incorporó al glosario del rock local, además de haber dejado una buena cantidad de anécdotas –dislates varios en shows de Charly García y una lesión en vivo de Andrés Ciro, entre otras–, muchas de ellas contadas por su productor general, José Palazzo, en un libro editado en 2010.
Las tres jornadas, a llevarse a cabo en el aeródromo Santa María de Punilla –como ocurre desde 2011–, ubicado a tres kilómetros de la ciudad de Cosquín y a cincuenta de la capital provincial, prometen una grilla variada y condimentada con nuevas atracciones. Por ejemplo, la compañía teatral Fuerza Bruta va a tener carpa propia, donde cabrán 2 mil almas para dar tres funciones diarias de su espectáculo La Globa, y habrá dos fiestas temáticas: la Bubamara, con los Onda Vaga como anfitriones, y la “reggae”, con participación de la voz de Skatalites, Doreen Shaffer, y créditos locales como Pablo Molina sound system y demás djs del palo. Como frutilla del postre –o como secuencia bizarra–, una pareja se va a casar sobre el escenario principal el sábado 9: “Vinieron a mi oficina y me contaron que se habían conocido en Cosquín, pero no tenían un mango para hacer la fiesta. Va a haber un juez de paz y dos testigos, como en cualquier casamiento”, detalla Palazzo.
Ahora bien, lo más importante es la música, y la propuesta es variada: el primer día lo encabezan Charly García, Ciro y Los Persas, Fito Páez y Juanse; el segundo, Las Pelotas, La Vela Puerca, Viejas Locas y Catupecu; y el tercero, Las Pastillas del Abuelo, Babasónicos, IKV y Kapanga. El line up incluye a muchos más artistas a distribuirse en tres escenarios –dos de ellos organizados en jornadas temáticas como heavy, rock de Córdoba y reggae– con espacio para bandas como La 25, Los Gardelitos, Almafuerte, Exodus –leyenda del thrash mundial– y una suerte de selección de reggae argentino para el cierre. “Va a haber una muestra del fotógrafo Martín Bonetto en uno de los hangares y, el último día, una carpa se va a transformar en un cine, donde se va a proyectar un documental de Molotov. Lo que demuestra que el festival está creciendo es que la vedette está siendo el abono”, concede el productor, que admite haber visitado el festival británico Glastonbury y el norteamericano Coachella para tomar algunos yeites. “Los posibles, porque vivimos en un país latinoamericano. Nos parece interesante ir expandiéndolo, el año pasado usamos la mitad del predio y este año ya tomamos tres cuartos. La locación permite que no sólo se trate de ir a ver un chorizo de bandas sino del programa de convivir a lo largo de las jornadas, como pasa en el resto del mundo, donde vos vivís adentro del festival. En el Cosquín pasa algo similar: el público toma casi totalmente el lugar, alojándose en carpas alrededor del predio y del río. Se convirtió en un evento único; ahora hay que superar el desafío de traer más artistas internacionales, algo que por el tipo de cambio se nos hace difícil, porque es un festival popular: la entrada vale 200 pesos para 30 bandas en un día (el abono está a $ 530), más Fuerza Bruta y las fiestas temáticas.”
Al revisar aquellas jornadas en la plaza Próspero Molina hasta el predio actual, pasando por la Comuna San Roque, es difícil encontrar cambios sustanciales en la oferta de artistas nacionales del Cosquín, al menos entre quienes encabezan la grilla. Para Palazzo no se trata de un problema del festival sino del rock nacional: “Desgraciadamente, las bandas que aparecen no llegan a ser grandes y estamos en una especie de meseta; entonces, si bien invertimos para que haya muchas bandas y de las mejores, es verdad que el rock argentino se repite. Encima Calamaro está sin banda, por lo que sigue sin tocar en Cosquín, y Divididos no quiere tocar más porque, por un malentendido, está peleado con el festival. Así y todo logramos que la gente venga, porque si recorrés el Cosquín te podés llevar un panorama general del rock de acá, además de la convivencia con gente que viene de lejos y de que siempre hay algo para ver”.
Casi Justicia SocialSi bien está anunciada como uno de los platos fuertes del escenario temático, lo más probable es que Casi Justicia Social, la banda que lidera el ex cantante de Callejeros, Patricio Santos Fontanet, finalmente no pueda presentarse en Cosquín el sábado 9. La presencia de Callejeros en la edición de 2007 había despertado rechazos varios –entre ellos el de Catupecu Machu, que se rehusó a participar–, pero en este caso la ausencia de CJS se debe a la situación legal de Fontanet. “Pato está en un instituto neuropsiquiátrico, ni bien lo estabilicen, seguramente lo van a trasladar y tenga que cumplir la condena. Existe una serie de violaciones a los derechos humanos en esta detención de Callejeros, porque habían sido absueltos en primera instancia, a diferencia de Chabán, Argarañaz y otros funcionarios, que sí tuvieron dos condenas. Con Pato internado, Cristian (Torrejón) en Ezeiza y los otros músicos expectantes, hoy no están tocando, sólo se movilizan para reclamar por justicia”, explica Palazzo.
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