LOVELESS YA NO ES EL úLTIMO DE MY BLOODY VALENTINE
Tras más de dos décadas de alocada obsesión, Kevin Shields sorprendió con un nuevo disco de estos amantes desdichados del ruido y la distorsión.
› Por Javier Aguirre
Ni el más malévolo asesor de marketing/mercadeo /mercadotecnia se hubiese atrevido a sugerirle a Kevin Shields que el nuevo disco de My Bloody Valentine apareciera un 14 de febrero, Día de San Valentín. Tan anunciado y demorado como el Chinese Democracy de Axl Rose y compañía, y generador acaso de similares dudas y sornas sobre si realmente existía, el primer trabajo de los Valentine en 22 años pegó en el palo del sueño marketinero: desembarcó en el sitio del grupo apenas días antes del de los Enamorados.
Bajo la autorreferencial sigla m b v como título, el lanzamiento del disco que retoma aquello que quedó en suspenso desde el clásico Loveless (1991) tuvo buena estrella y el sitio colapsó; algo bueno y malo al mismo tiempo. Para un título tan esperado, para una banda tan de culto, son tiempos en los que el argumento contra la piratería es tocar la fibra gourmet. El disco entero está disponible para su escucha gratuita en el canal de la banda en YouTube (/TheOfficialMBV), aunque en calidad deliberadamente pedorra: la oferta de venta propuesta por el grupo pasa entonces por la calidad sonora, que promete estándares de CD en la versión para descarga.
Ese inicial colapso online parece probar que el desaforado perfeccionismo de Shields generó el suspenso deseado. Pero lo importante, por suerte, es la música. Y My Bloody Valentine —la banda que pareciera haber anticipado el poder de la desdicha de Radiohead, que por entonces distorsionaba sus primeros palotes— sabe cómo meterle un electroshock a un panal de abejas sin quedar agujereada. Su forma sangrienta de aludir a los enamorados también lastima a la hora de sonar. Las melodías de m b v están talladas en zumbidos disonantes, como una canción de cuna en medio de un fenómeno poltergeist o un millón de autos cero kilómetro acelerando al mismo tiempo, sepultando las voces bajo un telar en 3D de guitarras en hilachas y teclados en hebras. ¿Es que siguen viviendo en los ‘90? ¿O acaso cierta música de los ‘90 puede encajar perfecto en estos días?
Habrá más novedades en 2035, dentro de otros 22 años, cuando Kevin Shields ya esté cumpliendo 69, otro número para el amor.
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