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Jueves, 14 de febrero de 2013

EL LEVANTE EN INTERNET

LANZAR LAS REDES

Un millón de “Me gusta” por una alegría y la “información clasificada” de Badoo: en la virtualidad se multiplican las opciones para ganar y también las de rebotar. Mientras tanto, el servicio de mensajería instantánea más utilizado por picaflores, piratas y jeropas vive sus últimos días, pero quedará por siempre en el corazón de pibas y pibes.

 Por Facundo Enrique Soler

La irrupción de las páginas y los servicios web en nuestras vidas cambió nuestra forma de relacionarnos; y el sector de nuestros cerebros destinado al levante sufrió grandes alteraciones. La maniobra de acompañar a una chica hasta la puerta de su casa o la necesidad de armarse de valor para encarar a un pibe en la barra de un bar quedaron fuera de juego ante las nuevas formas de conocer gente, arreglar citas o, básicamente, coordinar encuentros sexuales por medio de las computadoras o, más recientemente, a través de otros dispositivos con conexión a Internet. Al recordarlo, el sistema de mensajería virtual MSN Messenger —que tuvo una continuación no muy grossa en el Windows Live Messenger y está a punto de desintegrarse ante Skype—, instantáneamente se ubicará como el Santo Grial del chamuyo digital y vendrán a la mente esas largas sesiones de chateo furioso a lo largo de interminables noches de verano.

La generación de los que nacieron en la segunda mitad de los ‘80 y que floreció en Internet a principios de siglo adoptó como una costumbre hasta hace algunos años casi absoluta el uso del MSN para comunicarse con sus pares. Pero algunos más añosos también adoptaron y adaptaron ese servicio al contacto directo con potenciales parejas de otros barrios (o provincias o países), las discusiones agobiantes en caóticas charlas grupales o, en el mejor de los casos, los primeros pasos de “cybersexo” mediante webcams.

El programa fue desarrollado por Microsoft en 1999 y se instaló en la cultura viral de inmediato, destronando al ICQ, dando a los jóvenes una herramienta de comunicación ágil y modificando hasta sus estéticas desde los emoticones que se podían colocar en el nick. Cuando había ganas de demostrar amor, se recurría al famoso (L) que representaba un corazón. El amor por la música, el club, la esquina o cualquier tipo de expresión podía ir a parar a una lista ilimitada de contactos dentro de la que se podía mantener múltiples conversaciones simultáneas con amigos y con desconocidos, con “puntitas”, extranjeros y hasta usuarios falsos. Pero el objetivo que prevalecía era, siempre, encontrar, del otro lado de la línea telefónica primero y de la banda ancha después, al alma gemela, a una potencial cita o al menos a una ventana de chat donde filosofar un rato.

Luego de tanto “iniciar sesión” y de tanto alegato de interés al usar el estado “ocupado”, el servicio web que mejor marcó al chamuyo de la década pasada tuvo en la aplanadora Facebook a su verdugo. La red creada por Mark Zuckerberg suplió casi todas las necesidades de los usuarios de Internet y, de igual forma, implementó un sistema de chat puertas adentro para no dejar de charlar mientras se stalkea (se repasa obsesivamente) el perfil de algún “amigo”. Tras la caída en los índices de uso de Windows Live Messenger, que reemplazó al original en diciembre de 2005, Microsoft anunció que a partir del 15 de marzo esta plataforma dejará de existir debido a su escasa demanda; y que será suplantada por Skype, ese otro sistema de conversación, fundamentalmente audiovisual, que la empresa de Bill Gates adquirió recientemente, ganándole de mano a Google y Facebook.

Las noches interminables con una chocolatada, una gaseosa o una birra a mano, ante la vigilia agobiante de que “esa persona” inicie sesión y, en el mejor de los casos, se digne a saludar primero, se terminaron para dar comienzo a otra era. Habrá que rescatar lo bueno y contabilizar las citas a ciegas que quedaron en el recuerdo gracias al fiel Messenger. Seguro que los mejores recuerdos quedaron en la carpeta “Mis archivos recibidos”.

El amor después

Para sobrevivir al Messenger no habrá otra para picaflores, piratas y jeropas que atender a la irrupción de esas páginas y esos servicios web en alza. Rápidas, fáciles, baratas y cómodas son las alternativas que complementaron a las antiguas tácticas de seducción callejera, y gracias al celular ahora hasta es innecesario llamar a la casa del otro y correr el riesgo de que atiendan los padres. El Departamento de Investigación Social y Sexual del NO separó un par de casos como ejemplo para todos aquellos que este 14 de febrero no quieran terminar pasando el Día de los Enamorados jugando al Bubble Witch Saga.

Caso 1: Me gusta

La imagen se transformó en uno de los links más compartidos mundialmente este 17 de enero. El planteo era simple: Petter Kverneng, post-adolescente noruego poco atlético y con dejos de acné, sostenía una cartulina amarilla con el mensaje “Catherine dice que si junto un millón de ‘Me gusta’ se acostará conmigo. Por favor, denle ‘Me gusta’ y compartan” junto a una flecha apuntando a Catherine, una rubia con rostro de incrédula. El fenómeno viral fue tan masivo que en unas pocas horas Petter consiguió la cantidad necesaria para ganar la apuesta, con sitios de alto flujo de visitas como 4chan o Pop Cultured compartiendo la foto hasta el hartazgo.

Pero el esfuerzo inhumano del millón de personas que clickeó fue en vano: poco después, Kverneng admitió en el noticiero de la cadena ABC que todo había sido una joda. “Catherine y yo sólo somos amigos”, parafraseó. No obstante, si Petter no hubiese estado jodiendo y si Cath hubiese sido lo suficientemente temeraria, Facebook hubiese sido vehículo de la alegría de Kverneng mucho más que comprar flores, escribir cartas o ganar ositos de peluche en la feria. De última, todos esos “Me gusta” lo intentaron.

Y para más, recientemente apareció una nueva app de Facebook, Bang with Friends, que permite develar el deseo compartido entre dos conocidos por tener relaciones. Sencillo: uno clickea aceptando que le daría a otro y si ese otro también lo hace, la aplicación informa a ambos. Si no, nadie lo sabe. Es que el rebote web duele menos.

Caso 2: Sexileaks

Aunque las redes sociales siempre sirvieron para salir de levante, así fuera con los tempranos comentarios en Fotolog, con los mensajes privados de Facebook o el “DM de coger” de Twitter, hasta ahora no hubo un servicio tan sexualmente obvia y utilizada como Badoo.com, la web inglesa destinada a conectar personas según su proximidad geográfica, sus perfiles sexuales e intereses tan pacatos como el “status” o la “educación” del otro, siempre con el objetivo de que esas dos personas concreten.

El planteo de Badoo es simple: un registro rápido, un perfil básico pero directo y un buscador por zona para entablar encuentros de la forma más rápida posible. Este sistema cosecha unos 160 millones de suscriptores en todo el mundo (con un flujo mayor en América latina) y está posicionado en el puesto 135 del ranking Alexa, el listado general de todas las webs del mundo según popularidad, por encima de Wikia.org, Mozilla.org y Skype.com.

El negocio aparte de este paraíso virtual para Eros es la venta de “superpoderes”, alternativas pagas que permiten visitar varios perfiles al mismo tiempo y acceder a información clasificada, no precisamente de la seriedad de Wikileaks.

Caso 3: Mirame de nuevo, mirame de nuevo

El enamoramiento pasajero en los transportes públicos, las calles y otros ámbitos de contacto humano es una constante en las ciudades. Los sitios Porvolverteaver.com y Ayerpase.com.ar permiten realizar un registro online con los datos que van subiendo los usuarios sobre alguna potencial pareja que cruzaron por ahí y desearían reencontrar. Allí se puede tanto buscar a una persona como ver si ella buscó al interesado, con datos tan diversos como edad aproximada, altura, color de pelo y lugar de encuentro (colectivos, subtes y trenes figuran entre los más populares). También existe, en Por Volverte a Ver, un apartado llamado “Finales felices”, con el recuento de parejas que lograron ubicarse gracias al sitio.

La gama de comentarios (desesperadamente) gráficos regala perlas de lo más peculiares en cuanto a las descripciones. Un buen ejemplo es el de un tal Christian, que busca a una señorita mediante el siguiente relato: “Yo venía por Ruta 2 para Capital. Ella estaba en el peaje repartiendo papel higiénico y nos pusimos hablar de Boca. Era morocha, alta y realmente hermosa. Yo venía en un Honda Civic negro con la camiseta de Boca”.

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