BANDAS DE ARGENTINOS HACIENDO LA EUROPA Y LA AMéRICA
Los Pinguos le vendieron un disco de pop latino a Brian May, en mano, en una peatonal californiana. No Matarás posa su mirada punk sobre Berlín y la violencia juvenil. Y The Mañaners intenta escapar de la Guardia Urbana de Barcelona a velocidad reggae.
› Por José Totah y Julia González
Adrián Buono despierta a eso de las 11 y sale a cubierta. Vive en un barco con parrillita a bordo en Marina del Rey (Los Angeles), y tres veces por semana juega a la pelota con amigos. Parecerá la historia de algún compatriota que jugó bien sus cartas y espera el final de sus días durmiendo bajo el sol, pero todavía está en carrera. Es el cantante de Los Pinguos, una banda de argentinos que hace diez años emigraron a California, se quedaron a vivir y llevan su espectáculo de rock latino, reggae y cumbia por Estados Unidos, México, Canadá, Europa e India. Otro argentino, Pedro Visintin, se estableció en Berlín en 2010 para fundar un trío punk con algo de éxito en Europa: No Matarás. Y en Barcelona, Federico De Gennaro da shows a primera hora, de jueves a lunes, en Parque Güell, al frente de la banda de reggae-fusión The Mañaners. Son historias de bandas que vivieron, instalados en los centros del poder económico, la peor crisis financiera internacional en décadas. Y a las que, pese a todo, les va muy bien.
¿Qué relación podría existir entre Los Pinguos y Apollo Creed, el malo de Rocky I y II, que después se hizo amigo y entrenador del boxeador? Resulta que Apollo, o más bien el actor Carl Weathers, que lo interpretó en toda la saga, venía caminando por Santa Mónica y se los encontró tocando en la peatonal. “Se llevó un disco nuestro”, cuenta Buono, todavía emocionado, y jura que también les compraron el violero Brian May y los actores Dustin Hoffman y Susan Sarandon.
Su historia en suelo yanqui arrancó en febrero de 2001, cuando Juan Manuel Leguizamón viajó a Los Angeles y le chifló al resto de sus compañeros para que lo siguieran, con la esperanza de conseguir un contrato. “No teníamos un mango, pero conseguimos los pasajes por una gestión de la Secretaría de Turismo”, recuerda. Empezaron tocando en un bar de Beverly Hills y saltaron a la peatonal con un hitero de raza a cuestas: José Agote, el guitarrista, compuso Con una rubia en el avión y No le dijo nada para Los Ladrones Sueltos, que fue su primera banda.
Los Pinguos pasaron nueve años tocando en la peatonal de Santa Mónica, cuatro o cinco horas por día. En el ínterin se anotaron a un concurso nacional de bandas, lo ganaron y se llevaron de premio una camioneta Dodge. Pero a partir de 2010 sintieron la crisis: “Vendíamos cada vez menos discos en la calle; mi hermano se había comprado una casa y se la ejecutó el banco, como a miles de personas allá”, reseña Buono, que se terminó mudando a una casa rodante en la que vivió año y medio.
En los últimos diez años publicaron seis discos, fueron invitados al Festival de Jazz de Montreaux y anduvieron por todo Estados Unidos, México y el Caribe, además de haber hecho una gira estrafalaria por India para la inauguración de un templo. El sello neoyorquino Putumayo los incluyó en sus compilados de músicas del mundo. Una mujer sin hogar que seguía a la banda apareció con 5 mil dólares como regalo, los dejó en el piso y se borró. Y una tarde, Luisa Delfino cayó de visita al barco de Adrián. “Vino con unos amigos, nadie entendía nada”, se extraña aún el músico.
A fines del año pasado, Los Pinguos regresaron a Buenos Aires. Tocaron bastante: dieron cinco shows en Posadas y otros tantos en Buenos Aires y la costa. “Estamos tratando de mover acá, pero no me acordaba de que fuera tan difícil”, contrasta Adrián. En unas semanas vuelven a Los Angeles.
A veces pareciera que muchas decisiones se toman después del click de un viaje. Al menos eso le pasó a Pedro Visintin, líder de la banda punk rock No Matarás, que en junio de 2010 se embarcó en un periplo por Europa y Estados Unidos, y nunca volvió del todo. La banda había tenido su cuarto de hora en los ‘90, tocando en el under porteño como telonera de Attaque 77 y Marky Ramone, a caballo del cover punk de Caminando, del ídolo de Pedro, Rubén Blades. En ese viaje por Europa, Visintin quedó fascinado con Berlín y, al mes de volver, en noviembre de 2010, renunció a su laburo de programador en Buenos Aires y se quedó trabajando allá. Hoy es jefe en una empresa de tarjetas de crédito y financia a la banda con lo que gana.
Desde su llegada a Alemania, y luego de un cambio de baterista y bajista (primero argentinos, ahora alemanes), llegaron al punto de que este año tienen planeada una gira por Hamburgo, Moscú, Londres y París, entre otras ciudades. El compositor dice que allá no se sintió tanto la crisis, pero cuenta que en Berlín la juventud está descreída de la política y hay muy baja participación. “Las corporaciones compran cada vez más políticos y los jóvenes prefieren agarrar el seguro de desempleo antes que ser reclutados para trabajos basura. Es la ciudad más pobre de Alemania y está muy violenta: hace tres meses, una patota mató a un flaco en el centro.”
Visintin volverá a Berlín el 7 de marzo, pero antes de partir tiene agendados tres shows. “Queremos que nos conozcan acá y proponer una manera positiva de entender el punk, abrir puertas y proponer incógnitas que inviten a un cambio”, afirma. “El punk es una actitud; seguir con el cliché del reviente es no romper con lo establecido”, concluye.
Cada vez que Federico De Gennaro viene a Buenos Aires, va al dentista. En España, arreglarse los dientes cuesta el doble. Así que una vez por año, este músico (recientemente) vegetariano adicto a la gaseosa se somete al torno para limpiar su boca, que luego usará para cantar a la gorra en uno de los principales centros turísticos de Barcelona. De jueves a lunes, y en cuatro o cinco funciones continuadas, se planta The Mañaners, banda de reggae-fusión integrada por chilenos, mexicanos y argentinos. “En Parque Güell no hay nada comercial, sólo turistas que cambian todos los días, entonces se puede ir y que sea redituable. Lo que pasa es que hace un año dicen que lo quieren cerrar y privatizar, cobrar entrada y sacar a los músicos. El último sábado que toqué me echaron para el otro lado del parque y tuve que tocar escondido; y el domingo directamente me multaron, me echaron y me dijeron que la próxima me sacaban los instrumentos.”
Por eso, De Gennaro menciona la contradicción de la imagen institucional de esa ciudad: por un lado, muestran fotos de skaters y músicos callejeros para promocionar el parque. Por el otro, en realidad esos grupos son los que sufren la antipatía y las multas de los guardias urbanos catalanes.
Federico (de ciudadanía italiana) y un grupo de amigos volaron a la urbe ibérica mientras acá se sucedían aquellos siete presidentes. A once años y luego de alteraciones en la banda, el músico asume que va a contramano de la crisis: “Estoy fuera del sistema, no tengo banco, ni trabajo en blanco. Yo crecí, igual que mi chica que vende ropa para chicos, y no sufro la crisis. Pero la veo: antes era fácil para los artistas; ahora no quieren largar el trabajo. Empieza a haber menos y los que nos contratan se están aprovechando de eso. Hay menos pasta, se nota: en la calle cuesta más largar, incluso al turista”, revela. Sin embargo, Federico tiene pensado volver a España, aunque reconoce que le da temor que la burbuja de vivir de la música se disuelva. “En los últimos cinco años fui a Alemania, Malta, Holanda, Austria, Andorra y Rumania; acá para ir a Córdoba es un moño.” Igual apuesta a un regreso “con todos los huevos y el ímpetu”. Dice que su chica tiene casa acá y que su familia maneja una verdulería. Al menos, en Buenos Aires ya tiene techo y comida asegurados.
* The Mañaners tocará el viernes 22 en Espacio Terranova, Humberto Primo 670. A las 20. Y No Matarás lo hará el sábado 23 en DobleVe Bar, Godoy Cruz 1554. A las 20.
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