PHIL ANSELMO Y EL REGRESO DEL SUPERGRUPO HEAVY
“Grabar se me vuelve cada vez más cuesta arriba”, explica una de las voces más características de la historia del metal. No obstante, Anselmo viene de publicar un EP con Down y de habilitar otras dos canciones en un split. Antes de un nuevo show en Buenos Aires, habla de ellos y vaticina un nuevo triunfo de Maravilla Martínez.
› Por Mario Yannoulas
La voz de Phil Anselmo asalta el teléfono como si se proyectara a través de una lata: aquel que haya gastado Official Live: 101 Proof, de Pantera, lo reconocería al instante. Es que mientras reserva el tono natural sólo para hablar, cuando la banda suena prefiere parecer un animal, como aquel tigre herido que se retorcía con cada armónico de guitarra en Cemetery Gates. Habla lento, modula con una teatralidad sincera, pero no conversa de música sino de Maravilla Martínez. “Vi la pelea con Chávez Jr. en directo. Aunque Martínez es un muy buen boxeador, el error de Chávez fue pelear como peso mediano, cuando está una o dos categorías más arriba. Maravilla le ganó con el físico, fue mucho más rápido y llevó la pelea a donde le convenía”, comenta el cantante, un entusiasta del boxeo que sabía del argentino antes de que deviniera en fenómeno mediático. Y para la pelea con el inglés Martin Murray, en Vélez, vaticina: “Gana Maravilla, claro. Al otro casi no lo conozco”.
Al personaje de Phil Anselmo se le puede entrar por varios lados. Su historia así lo dispone. Fue el cantante de una de las bandas renovadoras del heavy metal al empezar los ‘90, acompañando a los hermanos Abbott: el guitarrista Dimebag Darrell y el baterista Vinnie Paul. Pero cuando, a poco de disolverse ese grupo, un maniático asesinó a Dimebag sobre el escenario durante un concierto de Damageplan, el nuevo proyecto de los Abbott, Vinnie señaló a Anselmo como instigador del homicidio. Desde entonces no le habla. Aunque el grupo estaba terminado ya, el final de Pantera terminó siendo trágico.
Sin embargo, lo notable es que se puede hablar de Anselmo sin tener que apelar sistemáticamente al archivo, como dice Stone the Crow, su canción insignia: “No puedo vivir lo que pasó ayer”. Sin ir más lejos, el año pasado publicó, junto a su banda Down, el intenso Down IV Part I: The Purple EP. El disco de seis temas fue un punto alto de 2012 y un testimonio de que Phil es protagonista del presente además de un personaje controversial en sí. “La Iglesia Católica ha cometido crímenes durante siglos: persecución, asesinatos, hambre. Me importa un carajo quién es el Papa”, escupe en los días de la asunción de Francisco ante el NO este cantante que el año pasado también publicó War of the Gargantuas, un split como solista junto a los thrasheros tejanos Warbeast, con dos temas suyos.
The Purple EP es la primera de cuatro entregas que Down proyecta editar de acá a algún día, y es probablemente lo mejor que el quinteto haya hecho desde NOLA, su debut de 1995, cuando todavía Pantera era fenómeno global. En este lanzamiento vuelven a encender el espíritu del Black Sabbath de Master of Reality en clave de rock sureño, desvistiendo una identidad sonora afiliada a la ciudad estadounidense de Nueva Orleans, Louisiana, a la que todos pertenecen, por nacimiento o adopción (ver aparte).
En apenas seis canciones, Down, que grabó después de cinco años, sigue goteando moléculas bluseras sobre una matriz lóbrega, pastosa, en la que los riffs de guitarra de Pepper Keenan hacen correr la sangre por los demás instrumentos mientras la garganta temperamental de Anselmo ratifica en cada nota su afición por (los pioneros del doom metal) Saint Vitus sin siquiera arrimarse al plagio. “La personalidad del grupo siempre estuvo muy marcada, pero es algo natural, nunca dijimos: ‘Hay que sonar así’. Para nada. Incluso en eso tan nuestro tenemos los matices suficientes, podemos hacer temas tranquilos como Stone the Crow, pero también todo lo otro, ese rock pesado bien de los ‘70. Te lo digo yo que pasé por distintos estilos: groove metal, death metal, doom, sludge, algo de black metal... todo va saliendo, es música que tengo incorporada”, se hincha Phil, que espera repetir este jueves 11 la performance de 2011, cuando sacó a la gente que había reventado El Teatro con la boca llena de elogios. “Faltan tres EPs, es posible que haya uno acústico o más melódico, y otro más doom. Eso lo charlan más los muchachos, yo trato de no pensar demasiado porque siempre terminamos haciendo las cosas según el humor que tengamos en la sala.”
¿Concepto? ¿Pereza? ¿Precio? ¿Qué palabra explica mejor la decisión de sacarlo en cuatro partes?
–Un poco de cada una. Antes que nada, dejame decirte que somos la peor banda del mundo para anunciar salidas de discos. Fijate que el anterior (Down III: Over the Under) es de 2007 y en 2008 ya estábamos prometiendo éste. Cada año nos preguntan cuándo sale el disco nuevo y nosotros decimos siempre: “El año que viene”. Pasa el tiempo y la gente vuelve: “¿Y? ¿Dónde está el puto disco?” (risas). Grabar se me hace cada vez más cuesta arriba, es difícil concentrarse sabiendo lo poco que valen hoy los discos, por eso prefiero el vivo. Lo hacemos para que la gente tenga cada tanto algo nuevo para escuchar.
¿Qué tiene de parecido y de diferente este trabajo respecto de los demás?
–Eso es interesante. La mayor diferencia es en este caso la que le da más valor, y es que el proceso de composición y de grabación se dio muy naturalmente. Si bien estuvimos mucho tiempo con esto en carpeta, no pensamos demasiado en cómo hacerlo, simplemente lo hicimos. En ese sentido se parece bastante al primer disco. Quizá con el segundo cometimos el error de pensar demasiado, de darle muchas vueltas hasta que algo se perdió en el camino, probablemente por eso sea lo más flojo que hayamos hecho.
¿Seguir la pista del propio humor tiene que ver con la honestidad?
–En nuestro caso, sí. Todos veníamos de otras bandas, pero cuando nos juntamos no pensábamos si estábamos tocando con tal o cual. No, arrancamos con lo que salía, empezó a aparecer esta cosa setentosa y sureña, entre Sabbath y Lynyrd Skynyrd, que nos representa muy bien. Por eso, así hagamos algo acústico, el grupo nunca va a dejar de sonar como sí mismo.
También se siente la potencia de los ‘90, que fue la década en la que las bandas de las que venían explotaron...
–Al sonido de los ‘90 lo llevo conmigo, así que ni siquiera me doy cuenta de que está. En realidad, a mí me gusta el heavy metal, entonces es probable que cuando escuches Down, en algún momento hasta te aparezcan cosas de los ‘80, como los Melvins o Black Flag. Más bien veo lo otro, el rescate de esas bandas sureñas de hace cuarenta años.
El doble bombo suele ser distintivo de las bandas de heavy, incluso de Pantera. ¿No usarlo es una decisión?
–Totalmente. Para hacer este tipo de música es fundamental que el baterista esté tranquilo. Si está tenso, exigido, preocupado, algo de lo que tiene que hacer se pierde. No necesitamos demasiados golpes, más bien hay que llevar el ritmo con onda. Además, si lo pensás, muchas de las bandas pioneras del heavy metal no recurrieron al doble bombo: los mismísimos Sabbath no lo usaban demasiado para componer, incluso los Melvins, que llegaron a tener dos baterías, lo evitaron. El otro día, mientras tocábamos, me di vuelta y lo vi a Jimmy tan relajado que me dio placer. Así tiene que ser.
* Down tocará este jueves 11 en El Teatro (Rivadavia 7806). A las 19.
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