FERMíN MUGURUZA: TREINTA AñOS DE ACTIVISMO MUSICAL
Luego de nueve años, uno de los músicos fundamentales del rock radical vasco regresa a la Argentina con banda nueva y un disco que compila tres décadas de actividad. “El mundo musical les está dando la razón a los que apostaron por la autogestión”, asegura el combat rocker radical vasco.
› Por Mario Yannoulas
En 1955, Gabriel Celaya escribió, en La poesía es un arma cargada de futuro: “Maldigo la poesía concebida como un lujo/cultural por los neutrales que,/lavándose las manos, se desentienden y evaden./Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse”. Cuando el humo de la neutralidad se disipa, es mucho más fácil escuchar las palabras de un músico: la suciedad las vuelve cristalinas. “Es imposible estar apartado de la política, ésa es una falsa consigna”, dispara Fermín Muguruza poniéndole vocabulario a lo que ya se sabe, que su rol de artista es también el de activista social, y ése es un factor constitutivo de su identidad. Después de seis años, el músico vasco volvió a hacer las valijas para iniciar una gira mundial que incluye a la Argentina, adonde llegó por última vez con su banda hace nueve años.
“Es como cuando se habla de ‘cine social’ y de ‘cine no comprometido’, mientras que todas las películas de Hollywood tienen una idea. Argo, por ejemplo, con tantos Oscar que ha ganado, es una película tremendamente ideologizada, una exaltación encubierta de los agentes de la CIA con una carga sentimental y de profundidad que cala mucho en la gente. En la música es parecido, cuando te dicen ‘Yo no me implico en ninguna cuestión’ lo que en realidad hacen es defender el estado de las cosas. Si no te quieres mojar, eres cómplice de la situación. Yo vengo de una generación que creció durante el franquismo y aprendió que había que tomar partido”, sigue el vasco, que se prepara para pisar Latinoamérica junto a su banda para presentar el recopilatorio Radar FM 1999-2013, que celebra sus treinta años en la música recabando los frutos de trabajos solistas posteriores a Kortatu y Negu Gorriak, los grupos en los que hizo carrera.
“Son nueve músicos que se convierten en escudo y lanza a la vez. Es gente que conozco desde hace un montón de años: algunos llevan conmigo más de veinte y no son sólo ellos, también técnicos y asistentes. Somos una especie de guerrilla de catorce personas que llega a los lugares y se encuentra con logísticas de apoyo, con viejos y nuevos amigos, y al final todo explota en una ceremonia de la comunicación y el abrazo que es el concierto.”
–Es una especie de juego de palabras, porque los músicos me decían “Hay que girar el año que viene, si no salimos ahora, ¿con cuántos años vas a salir la próxima?”. Hay mucho de chiste interno, de reírse de uno mismo, pero también jugar con una idea apocalíptica, porque para que haya un cambio algo tiene que terminar primero. Otro juego de palabras es el de haberle llamado Kontrakantxa a la banda que me acompaña esta vez, porque al cambiar algún músico cambia el nombre del grupo. En la pelota vasca, la contracancha es la parte donde el pelotari puede seguir jugando aún de espaldas al frontón. Es la idea de no estar siempre encarrilado en la corriente general y de seguir proponiendo nuevas cosas.
–En la vida los hechos confluyen y conducen a un camino o hacia otro. En la última gira, en 2007, no pude pasar por la Argentina. Sin embargo pude presentarme en formato soundsystem cuando presenté Euskal Herria Jamaika Clash, estuve el año pasado presentando la película Zuloak y colaboré con Ana Sol y Malena D’Alessio. Pero de repente empieza uno a introducirse en el mundo audiovisual, a trabajar haciendo películas, algo que insume muchísima energía, entonces pasaban los años y no confluían las condiciones para que se pudiera hacer una gira. Pero junto con los músicos observamos que en este 2013 todos teníamos cinco meses en los que finalmente nos podíamos comprometer a salir de gira.
Efectivamente, el trabajo de Muguruza rebalsa el universo de la música –donde incurre como compositor, productor e invitado de lujo– y derrama hasta el medio audiovisual, lo que lo mantuvo algo alejado de los escenarios del planeta. Entre sus logros aparecen la peli Checkpoint Rock. Canciones desde Palestina, la serie documental sobre música en países árabes; Next Music Station, realizada para la cadena Al Jazeera, y Zuloak, un trabajo donde narra el proceso de formación de una banda vasca de estructura íntegramente femenina.
–Las dos cosas. Por un lado expresó algo que yo ya sentía, por ejemplo el mejor disco del año anterior a filmarla fue para mí el de PJ Harvey (Let England Shake), que es una mujer, o en los noventa, en la época de Negu Gorriak, había estado en mucho contacto con una segunda generación, el post riot grrrl, donde estaban Courtney Love, Bikini Kill, L7, Babes in Toyland... todas esas bandas que reivindicaban el rol de la mujer sobre los escenarios. En ese entonces pensaba, como dijo Kurt Cobain, que el rock ya les pertenecía a las mujeres. Después hubo una especie de retroceso y más acá noté que estaban habiendo un montón de chicas en grupos, tomando el escenario como un espacio liberado y propio.
–La verdad es que hay muchas, aunque sean disciplinas artísticas que se tocan y tienen que estar muy unidas. Utilizan otro tipo de recursos, y aunque soy un loco total del cine, donde el relato se construye a través del montaje, lo que posee la música es el directo, algo que no hay en ninguna otra disciplina del arte. Nada puede compararse con esa fuerza en la que el músico y el público se funden en una persona, cuando se respira, se suda y se baila a la vez. Es impresionante.
–Obviamente ha habido una revolución digital; los formatos han ido cambiando así como la manera en que se consume la música. Yo sigo comprando cd y algunas cosas por iTunes. Pero quizá lo que más cambió es que se expandió el cuestionamiento de la industria como algo necesario para la distribución musical. Empezamos reivindicando la oposición a través de sellos independientes. Por ejemplo, yo había decidido crear un sello propio para editar mis discos y aquellos que produjera. Creo que el funcionamiento del mundo musical nos ha dado la razón a todos aquellos que apostamos por la autogestión, a los que pasamos por células de trabajo más pequeñas y ágiles para tener el control sobre todo lo que hacíamos. Los grupos se han dado cuenta de que ése es el camino que tienen que seguir.
–Los modifica desde el momento en que te encuentras controlando tu propia fuerza de trabajo, pensándolo en términos marxistas. Te das cuenta de que esa situación se puede extrapolar a otros lugares, por eso cuando vayamos a la Argentina nos vamos a hospedar en el Bauen, un hotel recuperado con una forma cooperativista de trabajo. Ese tipo de cosas hay que contarlas para que la gente sepa que existan. Así como el capitalismo ha ido avanzando, de manera ya no salvaje sino desbocada, extrema, sigue habiendo referencias contrarias, y en ese sentido el mundo musical ha sido un faro para mucha gente.
La historia de Fermín Muguruza tiene que ver con el rock y la world music, pero también con un mensaje políticamente cargado, donde el ejercicio de la oposición aparece como operación característica. Sus mensajes han resultado muchas veces irritantes, y fue víctima de la censura en diferentes puntos de su carrera: de hecho, su espectáculo acaba de volver a ser prohibido en Madrid. “Mis años de activismo no fueron en vano, porque esta gira vuelve a tener problemas con la censura en España, entonces seguimos siendo un grupo que incomoda porque tiene un discurso político en todo lo que hace. Logramos tocar en Valencia pese a las presiones por parte del Partido Popular, la fuerza de extrema derecha que gobierna el país. Este tipo de prácticas eran algo que uníamos a la época de Aznar, del presidente Bush, o en los ochenta con Thatcher y la que aquí llamaron ‘La transición’, que parece haber sido más una transacción política de salida de la dictadura militar. Volver a ese escenario en 2013, que vuelvan la censura y los ataques a la libertad de expresión es algo triste, pero hace que en esta gira reivindiquemos nuestro derecho a utilizar la palabra y la música como lo hacemos. Queremos poder tocar en Madrid como en Valencia, donde la alcaldía es de izquierdas, y esté de acuerdo o no con lo que intento difundir, sí está de acuerdo con que me pueda expresar.”
Checkpoint Rock. Canciones desde Palestina es un documental dirigido por Fermín Muguruza y Javier Corcuera estrenado en 2009, que pone el foco sobre la música árabe como forma de resistencia en una Palestina plagada de conflictividades e injusticias, asediada por Estados Unidos, Israel y la OTAN en su conjunto. “Palestina es un país al que debiéramos defender todos, tendría que estar en la agenda de todo el mundo. El político, el trabajador, el país, el ama de casa, todos debemos estar al tanto de una de las mayores injusticias que se han cometido después del Holocausto. Cuando hablamos de la Segunda Guerra Mundial, por supuesto tenemos que hablar de los veinte millones de muertos que tuvo la Unión Soviética y del propio Holocausto como cosas terribles que no pueden volver a pasar. Pero después de eso, lo que está pasando en Palestina es lo más parecido. Aunque no me gusten los estereotipos, creo que es un país que ama la vida, gente que ama a su tierra tiene que vivir y necesita de un Estado propio, ser un país respetado”, se expide el artista vasco.
* Jueves 16 en el Teatro Vorterix (Federico Lacroze 3455). A las 19. Y viernes 17 en Sala Astral de Córdoba capital (Cabrera 565).
(Versión para móviles / versión de escritorio)
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux