Jueves, 6 de junio de 2013 | Hoy
Por Santiago Rial Ungaro
Inicial (Las Costas, Casa del Puente) Jerónimo Escajal y Nacho Fila son los encargados del nuevo hallazgo de Casa del Puente, siempre atentos a joyas secretas. Desde los estudios Nómade y Nogal, ambos ubicados en la siempre elegante Adrogué, estos arqueólogos de la tecnología analógica diseñaron su estrategia sonora: rescatar viejos samplers aparentemente obsoletos, como el E-mu Sp 12, teclados vintage como el Yamaha CS 10 o el Jupiter 6 y yuxtaponerlos con otros más modernos como el MPC. Si a eso se suma la omisión (salvo para la edición final) de sonidos digitales y el uso de cintas abiertas como procesadores, queda claro que la suya es una operación casi alquímica: armando texturas desde la superposición, el dúo (que también comparte interesantes grupos como Teoría de Cuerdas y PAAR) ha logrado desarrollar un sonido propio, cálido y profundo, con referencias a artesanos ambientales como To Rococo Rot, Boards of Canada o Bochum Welt.
Zona Comercial (ETM, independiente) A tres años de su primer disco, Emiliano Tupac Martinelli (músico, baterista, productor, dj y vecino de Las Costas) tiene un excelente tercer disco que confirma su maestría a la hora de hacer de la pista un espacio bailable pero musical: desde el inicio se percibe lo que ETM aprendió de su experiencia como baterista en Abducidos, The Charlie’s Jackets y Toquelau, entre otras, y como dj de las Bastard Party, en la ex casa de Luca Prodan. Con influencias que abarcan toda la historia de la música tecno, de Kraftwerk a Daft Punk, pasando por New Order, ETM aprovecha al máximo las buenas melodías, desarrolla in crescendos típicos del house francés o hace ambient y sale bien parado. Sampleando a Elvis y a Jackson Five, concretó un disco groovero y a la vez melodioso, dará qué hablar: en efecto, su tema h20, de su primer disco, suena en Protocolo 48, film independiente proyectado hace días en Cannes.
Juan Stewart (Juan Stewart, Estamos Felices) Para sentirse en el estudio como en casa hace falta, justamente, tener un estudio en casa: un espacio donde relajarse sin límites temporales, algo así como un casa del árbol musical. Tal es el caso de este talentoso músico y productor que se encargó de todas las etapas en sus propios estudios El Arbol y publicó un disco que tiene mucho de autorretrato. El tono intimista, sobrio y por momentos onírico de su cuarto álbum solista está dado por los arpegios de pianos Rhodes y Wurlitzer y los sintes del ex Jaime Sin Tierra. Stewart también grabó bajos y guitarras, apenas delegando en Julián Semprini unas baterías y percusiones sutiles, demostrando que su experiencia como productor (para Jaime Sin Tierra, Poseidotica, Voltura, Alvy Singer) no fue en vano: como un Sonic Boom porteño y más sobrio, el músico del árbol desarrolló un microcosmos impecable, terapéutico y romántico.
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