Jueves, 6 de junio de 2013 | Hoy
SERGIO MUNICH CONDUCE A ROMA
Luego de su salida de Infierno 18, este pibe de escuela hardcore y mil tatuajes formó un grupo “estilísticamente maleducado” con su hermano.
Por Lucas Kuperman
Los casi mil kilómetros que, por carretera, unen a Roma con Munich, desaparecieron para una banda que, después de un primer año en el cual agotaron las entradas de todos los lugares donde tocaron, infla el pecho ante la salida de su disco debut: ¿Algo que decir? Roma, actual proyecto de Sergio Munich, ex bajista de Infierno 18, impacta con la foto de una mini Caperucita Roja tomada de la mano por un lobo feroz en cuero: “Nos gustaban mucho las tapas de los ‘90, con fotos grossas, como las del Nevermind de Nirvana o los primeros discos de Korn”, señala.
Su debut se las trae. Aún sorprendido ante la convocatoria de sus más de cuarenta shows en su primer año, con una difusión exclusivamente realizada en redes sociales, el cantante comenta: “Somos una banda under nueva y el público quiso ir a ver qué iba a hacer después de Infierno. Se encontraron con una banda que fusiona bastantes estilos: metalcore, hardcore, punk, rock. Somos bastante maleducados, estilísticamente hablando”, comenta el tatuado epónimo del campeón de la Champions League.
Asegura que su salida de Infierno “fue una mierda”, ya que venía de años de acumular cosas feas: “Fue una cagada también porque vivía de Infierno, era mi laburo. No estudié un carajo y sé que quiero hacer música, por eso fue doble la decisión. Mi vieja fue un soporte muy importante y me ayudó a tomarla. Incluso mi hermano, con el que hoy estoy tocando en Roma, me dio todo su apoyo. Igual creo que con el tiempo se acomodaron un poco las cosas. Hoy no vivo de la banda, pero vivo feliz”, prefiere.
Cansado de sentirse un poco limitado en el escenario, soltó el bajo para hacerse cargo de las voces, y asegura que hoy por hoy tiene más libertad: “En Infierno me retaban por moverme mucho en vivo, porque saltaba y le ponía energía. Ellos tenían un perfil de show distinto. Siempre me gustó ser el animador en los shows. Más allá de que en Infierno era bajista, me gustaba ocupar ese rol. El contacto que tiene el frontman con la gente es lo que lo distingue de los demás músicos. Es la conexión entre la gente y la banda, el que crea esa energía. Cuando hice Roma y volví a componer mis canciones, me quise centrar en eso. Más que cantar inclusive, que queda en un segundo plano. Me gusta que la gente sienta las canciones como yo, y trato de transmitirlo en vivo”.
* Domingo 9 en La Trastienda Club (Balcarce 460). A las 19.
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