UN TRIMESTRE BUSCANDO A MESSI
Esquivo, veloz y silencioso, el 10 de la Selección es un significante que no puede quedar vacío en su historia de revancha personal, de vindicación colectiva y de sueños nacionales y populares de otra Copa para casita. El NO salió a buscarlo y él jugó a las escondidas, disfrutando el silencio.
› Por Federico Lisica
Martes 19 de marzo. Lionel Messi está a unos pocos metros de distancia. No entrena con la mente puesta en el partido por la fecha 11ª de las Eliminatorias. Juega con unos nenes, tirado sobre el césped inmaculado de una de las canchas auxiliares del predio de la AFA (son chicos discapacitados por los que el capitán de la Selección siempre se da su tiempo). Para llegar hasta él habría que saltar un vallado, algo menos difícil que esquivar a los camarógrafos que cuidan su lugar con un scrum que envidiarían los All Blacks. Preferible verlo sonreír e interactuar con el Pocho Lavezzi, que acaba de terminar el fulbito mañanero, y en su rol de bromista del grupo le tira alguna chanza. Camino a los vestuarios, pasa más cerca junto al Kun Agüero, y el del Barcelona saluda levantando el pulgar. “Siempre el mismo quilombo por nada”, se queja un cronista de tevé. Ahí vienen Javier Mascherano y el Pipita Higuaín. Hay que darse vuelta y tirar una pregunta rápida, pero el volante, en medio del remolino de cables y de micrófonos, detiene al NO como a un rival. “Pará que no terminé de responder...”, pide. Hay que pedir perdón. “Todo bien”, dice, esperamos y sí:
–Lo que dijo Leo es que por las características de nuestros futbolistas, nuestro juego era más parecido al del Real que al del Barcelona. Concuerdo con él. Somos un equipo más directo y desequilibrante.
Leo siempre está, aunque sea de forma figurada o una alucinación. ¿Será el mismísimo Messi el que, micrófono en mano, le dice al Pipita que en el partido contra Venezuela le va a tirar “tres o cuatro pelotas de gol”? No. Es un imitador que cubre la previa para el programa Animales sueltos. A falta del rosarino más famoso, surge Juan Tomás Martín, oriundo de la misma ciudad, que luego dará entrevistas para medios internacionales por su anatomía igual a la del 10. El NO queda en charlar con él a futuro, y Martín le pregunta a su representante (¡!) si puede dar su mail. El tipo, un grandote que no le pierde el paso, dice que sí.
Viernes 22 de marzo. Antes del partido número 100 de Messi con la Selección (entre juveniles y la mayor) y el primero tras recibir el cuarto Balón de Oro, un asistente vestido de blanco arroja pétalos de rosas a su paso. Los cánticos (el calcado del Camp Nou “Messi... Messi”, el más local “Que de la mano...”), las banderas (“D10S y el MESSIas”, “MESSIento enamorado”, “Doña Tota y Mamá Celia”) marcan que la llama finalmente ha sido pasada de pie. El mejor retrato del idilio entre público y jugador no es el alboroto: es el silencio. Por momentos, a Messi cuesta ubicarlo en el terreno de juego. Cuando la pelota finalmente le llega, en el Monumental sucede algo similar a un tapón de oído. Dura unas milésimas de segundos. No se oye absolutamente nada hasta que se clarifica lo que va a realizar. Algún flirteo con la mirada siempre hacia abajo y el remate al arco. Luego, un penal que el mismo Leo convierte. Dos pases justos a Higuaín que el del Real cambia por gol. Tenía razón su doble nomás.
Martes 23 de abril. Es muy fácil sacarse una foto con Messi. Basta con ir al supermercado y ubicarse al lado de la gigantografía en la que se abraza con el osito Bimbo. Así de hogareña es su iconografía. “Creo que la imagen de Messi no está muy bien cuidada. Las campañas de Cristiano Ronaldo son impecables, maneja determinados productos que van a ciertos lugares, no a las góndolas, lo posicionan ahí: top”, dice Carlos Baccetti, el creativo publicitario que impuso el “En tu cabeza hay un gol” cervecero. “En cambio, Messi vende zapatos, pan, lo que venga. Quizás es una apuesta de quien maneja su imagen. Siendo tan callado pero tan ganador, millonario, europeo, de traerlo un poco para el lado de lo popular. A Messi más que quererlo, lo admirás. Nunca jugó acá, para empezar. Allá hace magia. Messi es un bendito, un tocado, un iluminado”, opina el creativo que conoce al futbolista pues trabajó en la promoción de los partidos post-temporada.
N. de R.: Luego de esta entrevista, correrá el rumor de que Messi jugaría algunos partidos con Newell’s por la Copa Libertadores. No será posible. Aparecerá, eso sí, posando para Dolce & Gabanna en calzoncillos finísimos. También se sabrá que es uno de los 10 jugadores que más facturó en 2012 –por acuerdos publicitarios ganó 19 millones de dólares–. Y el abrazo con el osito, mientras tanto, se replica en cada envase de pan lactal...
Domingo 19 de mayo. Lionel festeja con su hijo Thiago la obtención de un título de Liga con su club. Es la sexta que gana desde que debutó como profesional. Una semana antes se había resentido de una lesión en la pierna derecha que arrastraba de un partido por la Champions ante el Paris Saint-Germain. Thiago no para de llorar en el Camp Nou.
Miércoles 29 de mayo. En la web, la info sobre Messi apabulla. Se pueden encontrar más de 76 millones y medio de resultados en 0,24 segundos según Google. Messi no tuvo Facebook o Twitter (al menos oficialmente), sí una cuenta en la red social china Weibo. Y todavía puede rastrearse su blog (apócrifo) que revolucionó la web en 2006: blogdelio.wordpress.com, obra de Mariano Feuer y Lucila Comeron, llena de faltas de ortografías y que narraba en clave ficcional lo que “pasaba” por la mente de Messi (la misma que devela a científicos por su funcionamiento). “Era un juego, a ver en cuántos medios rebotaba. Luego, con el paso del tiempo, nos fuimos metiendo más en la historia”, dijo Feuer en el blog La Propaladora. Basta escribir en Google “Messi es...” para que aparezca el texto de Hernán Casciari para Orsai con la comparación entre el jugador y su perro Totín.
N. de R.: Un día después, mi perro se comerá íntegramente la agenda en la que había apuntado todas las notas y el mail del doble de Messi. ¿La venganza de los canes? ¿De todos los símiles? ¿De algo más?
Martes 4 de junio. “El chico record es ahora un hombre, ha dejado de ser un niño, es padre, aunque sigue madurando, ya que es muy joven. No le interesa ser personaje sino futbolista. Alguna vez me dijo que no habla porque prefiere escuchar y aprender, y me parece una frase fantástica.” Quien habla telefónicamente con el NO es la periodista que más conoce a Messi, al punto que éste le tenía más confianza que a Frank Rijkaard cuando el holandés era el DT de los culés. “He visto a cracks como Ronaldinho, Ronaldo, Rivaldo, Romario, la diferencia es que su repertorio hasta la portería es cada vez más amplio e imaginativo”, dice Cristina Cubero, devota del jugador como Horacio Pagani puede serlo de Riquelme. E igual de segura en el predicamento: “A gran parte de Argentina le ha costado valorarlo hasta un punto casi irracional. Está claro que Messi necesitaba de un equipo, que es lo que ahora aparece. Ha sufrido las barbaridades, como que no sentía la camiseta, y es el argentino más argentino que he conocido en mi vida, come milanesa con papas fritas, empanadillas, ve y vive la vida como argentino”. Remata: “Es la evolución del fútbol, el juego en estado perfecto, siempre y cuando se lo acompañe”.
Tras cortar con Cubero toca hablar con Martín Souto, que en un especial de TyC logró refutar la teoría del periodista John Carlin sobre Messi como un entrevistado parco. Contó que juega online a la Play con una identidad secreta, que a su sobrino lo gasta cuando lo llama Messi (“Si vos también sos Messi”) y acaso lo más importante: habló como un estratega del fútbol. “Lo que pasa es que a Leo no le importa quién carajo sea John Carlin –dice Souto–. Es adecuadamente educado, muy consciente de lo que genera, no quiere que le rompan las bolas con su intimidad, pero no es altanero ni soberbio. En mi caso, fue una elección personal suya. Hasta me da pudor decirlo, hubo empatía emocional, la nota salió porque una vez nos cruzamos en un evento, se baja de un auto y me da un abrazo. Yo no lo podía creer.” Y sobre las posibles críticas, cita a un “messista de la primera hora” como Juan Pablo Varsky: “Es una frase fuerte, creo que le pertenece a él, pero ‘discutir a Messi es un síntoma de imbecilidad’”.
Viernes 7 de junio. El partido contra Colombia es especial. En toda la era Sabella, Messi fue capitán, pero eso apareció en toda su dimensión en el cotejo de la primera fase de las Eliminatorias contra los cafeteros. Asegura el DT de la Selección, que en Barranquilla, Leo “explotó, levantó al equipo y el equipo lo ayudó a él. Se retroalimentaron. Fue un círculo virtuoso”. En la entrevista con Souto, Messi aclaró que, para él, en realidad no hubo un click, “la diferencia es que se empezó a ganar”. El viernes pasado no llevó la cinta desde el arranque; eso sí, Mascherano se la dio cuando entró en el segundo tiempo. Sellado el empate, lo primero que hizo Messi fue ir a reprocharle su labor al árbitro venezolano. Lo rodeaban las cámaras y, en el descuido, algún pillo aprovechó para robarle la camiseta.
Martes 11 de junio. Argentina juega con Ecuador. Para Messi, toca de nuevo ver el desarrollo desde el banco y jugar media hora del segundo tiempo (que no sea costumbre). El encuentro es más chivo aún que el del viernes. Argentina juega con uno menos por la expulsión de Masche (esta vez le dio la cinta de capitán a Leo y murra al camillero) y contra la altura. “Al final nos venimos conformando con empates”, dice fastidiado Messi por el 1 a 1. La clasificación al Mundial está ahí. Cuando se logre y el objetivo sea otro, en su web oficial (Leomessi.com) seguramente comience a rodar la información. Por ahora, mantiene una frase esperanzadora. Próximamente...
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