ALGUNOS ARTISTAS/90-HOY EN PROA
Una exhibición de lo más personal, revulsivo e iconoclasta de la plástica porteña que en los ’90 pasó por Belleza y Felicidad, el Rojas y Appetite.
› Por Santiago Rial Ungaro
Ellos son los coleccionistas. Tienen la tarasca, el tiempo y el espacio en sus casas para poder llenarlas de obras de arte: Gustavo Bruzzone, Alejandro Ikonicoff y Esteban Tedesco son también protagonistas de Algunos artistas/90-Hoy, una fascinante muestra organizada por Fundación Proa, uno de los espacios de arte con mayor criterio y proyección para instalar exposiciones que, como ésta, intentan sintetizar en un marco temporal una escena como la de los ‘90, que explotó en miles de pedazos, en cientos de miles de obras de arte y de artistas. Ahí entran estos coleccionistas que, a mitad de camino entre el mecenazgo y la inversión, hicieron la selección de las producciones. Aunque en muchos casos, como señala Rafael Cippolini en el catálogo, más que de inversión se podría hablar de derroche.
Suerte de pionero de la Internet antes de Internet por su memoria y su capacidad para linkear objetos y personas del arte, don Rafael señala un detalle fundamental que hizo del Centro Cultural Ricardo Rojas o de la galería Belleza y Felicidad lugares ineludibles: en muchos casos, estos coleccionistas privados (sobre todo Bruzzone) apostaron por obras de artistas que eran desconocidos en aquel momento. Espacios de reunión y encuentro, el Rojas (bajo la dirección de Gumier Maier y luego de Alfredo Londaibere), Belleza y Felicidad (con Fernanda Laguna y Cecilia Pavón como anfitrionas) y, luego, una galería como Appetite, tuvieron en su momento algo de club. Daniela Luna, dueña de Appetite, es estudiante de Economía y no es casual: el Club del Arte tiene artistas y mañas y negocios raros.
De modos lúdicos, caprichosos y/o grotescos, todos lograron desarrollar una identidad: Avello, Bairon, De Caro, Ballesteros, De Loof, Grondona, De Aduris, Burgos, Herrero, Gómez Canle, Inchausti, Harte, Freisztav, Gordin, Kacero, Vecino, Ueno, Calcarami, Bruzzone, Fernández, Bejerman, Lindner, Siquier, Liernur, Pombo, Prior, Joglar y Miliyo, en cualquier club del mundo. Acusados oportunamente de tantas cosas, el tiempo, con su capacidad para hacer que las cosas sean reversibles, permite esta calidoscópica retrospectiva: desprolijos, basureros, frívolos, putos, feos, guarangos, lindos, niños terribles, frágiles y astutos, estos artistas (y varios más, hasta llegar al centenar) dejaron una obra inabarcable e inclasificable.
Más allá de gustos y disgustos, el arte porteño de los ‘90 generó un microcosmos específico, local sin caer en el oportunismo de lo nacionalista, e ignorando en sus mejores exponentes las tendencias más asépticas y homogéneas del arte contemporáneo global. Pertenezca o no uno al club, pasear por La Boca, ver a los turistas en Caminito, acercarse al Riachuelo y entrar a Proa es buen plan. Quizá sin darse cuenta, siguiendo sus impulsos e intuiciones, estos artistas hayan definido algo propio, que de sensación bien pudo devenir en estética: la estética del cualquierismo.
* De martes a domingo en Fundación Proa (Pedro de Mendoza 1929). De 11 a 19.
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