EPPURSE MUOVE Y LA MILITANCIA ROCKER
¿Vidrio? No, gracias
Es una de las bandas relacionadas directamente con movimientos sociales y políticos, y desde esa postura forjó su personalidad. Aquí, ellos cuentan cómo tratan de hacer verdadero rock de Latinoamérica y por qué, a veces, es mejor decir que no
› Por Cristian Vitale
Es probable, casi seguro, que mucha gente no tenga idea de ellos. Alguien podrá decir: “¿Eppurse Muove...? Ah sí, de nombre nomás”. Ocurre que es complicado encontrarlos tocando para grandes auditorios, formando parte de alguna facción de esas que generan pertenencia o sonando en radios. Y no porque lo que hacen no lo merezca: ellos prefieren la militancia y el mostazista “paso a paso”. En ese sentido, actúan: siempre que las juventudes universitarias los llaman, ellos van. También si hay que juntar plata para un comedor escolar en Soldati, impedir el cierre de un centro de salud en La Boca, defender un espacio cultural tomado por alguna asamblea o tocar por la libertad de los presos de Tablada y colaborar con la videoteca de las Madres. Claro, el costado “social” los supera. “Jamás nos preguntan sobre música. ¡Somos un grupo de rock, loco!”, exterioriza Diego, guitarrista y fundador.
–¿De rock?
–Bueno... Estamos dentro de lo que genéricamente se entiende como rock.
Es así. Por actitud podría asociárselos con Karamelo Santo o Las Manos de Filippi. Sin embargo, ellos prefieren mencionar a Liliana Herrero, Arbolito, El Terceto, Los Jaivas o el Chango Farías Gómez. “Karamelo y La Manos son bandas compañeras de ruta, pero cada uno tiene su cuelgue. Concretan de otra manera. ¿Se entiende?”
El origen del grupo se remonta a fines de los ‘80. Diego y Raúl no querían terminar como la mayoría de sus compañeros de colegio, “comprándonos autos, estudiando para contadores o yendo a misa los domingos”. Y entonces formaron un grupo de rock al que patentaron con la famosa frase de Galileo (“Sin embargo, se mueve...”). Atravesaron todo lo que pasa un grupo nuevo hasta que tuvieron la posibilidad de grabar. El debut fue un disco de guitarras distorsionadas del que casi no hablan. En verdad, la historia real de Eppurse parece comenzar con la incorporación del Zorro en voz, el percusionista Guille Báez y el Enano en batería. Era 1999 cuando editaron el segundo y muy bueno Villa Febris. “Es un disco superfederal, porque contemplamos un montón de estilos relacionados con la cultura de Sudamérica. Es una pena que, por razones de ‘amateurismo’, el disco no haya podido llegar a algunas provincias argentinas. Toda Latinoamérica tiene las mismas raíces, desde la punta más austral hasta los confines de México. Los negros nos pintaron la música, y los nativos nos dejaron los instrumentos y la cultura. La música siempre nace por lo mismo, pero cada continente tiene su personalidad. Y por ahí va nuestra búsqueda, por algo que nunca termina de parirse en las conglomeraciones urbanas, el tema de nuestra identidad musical y social”, resume Guille.
La conexión de Eppurse con organizaciones de lucha surgió a fines de 1998. Eppurse alquilaba un galpón muy barato en La Paternal. Estaban colgados de la luz, no pagaban el gas... Tampoco alumbrado, barrido y limpieza. Pero trabajaban duro junto a un grupo de gente por organizar movidas relacionadas con la cultura popular. Había una sala de ensayo y confluía gente asociada al arte popular. Había también un taller de pintura e instalación y un estudio de fotografía. “Venía gente de horneros que trabajaba en Villa Lugano o un grupo que trabajaba en la villa de Barracas. El espacio nos servía de trampolín para organizar movidas, porque además contábamos con sonido propio que poníamos a disposición de un montón de gente. Fue como una explosión con una energía muy difícil de encontrar hoy, con todo lo que pasó”, cuenta Báez.
Villa Febris fue el resultado de todo ese proceso de actividad política y cultural. Pero luego, sobre todo después de diciembre del 2001, las cosas cambiaron un poco. “Muchas veces nos comimos garrones. Uno va y trabaja duro por causas justas, y después se da cuenta de que está lleno de egoístas. A veces uno tiene una idea muy purista sobre dónde están losbuenos y dónde los malos... no discrimina. Y después choca contra una pared.”
–¿Tuvieron malas experiencias?
–Hay cosas que tienen que estar más claras. Laburo social, bien... Pero laburemos todos. El hecho de entregarnos a todas las causas que creíamos dignas nos hizo quemar energías al pedo. Entramos en crisis como efecto de un voluntarismo casi extremo. Un ejemplo: nosotros contamos con sonido propio. Cuando se organizaba un evento, íbamos y habilitábamos el sonido para las 15 bandas sin cobrar un mango. Eso te cansa.
Hoy, los integrantes de Eppurse están tratando de encontrar su espacio dentro de lo que consideran un nuevo escenario que no pueden explicar bien. Prosiguen con la labor de estar en todos los lugares que haga falta, pero ya no comen vidrio. Ahí apunta Diego. “Si uno ve que la gente que te invita a tocar no tiene intereses oscuros, que quiere organizar un festival para juntar guita para un centro cultural, allá vamos. Pero estamos muy atentos acerca de quiénes son, qué quieren. Hoy la ciudad es distinta. Nosotros somos distintos. Se rumoreó fuerte sobre la vuelta de los milicos. Notamos una cautela que antes era explosión. Somos los mismos, pero parados en otro lugar.”