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De conversaciones informales con jóvenes directores y productores de cine surgen los siguientes datos: el año pasado se hicieron 137 películas argentinas, de las cuales la masividad en términos de público le llegó a un 10 por ciento. O menos. O sea, diez o doce películas industriales, que son la de Suar, la de Darín, la de Trapero –que termina siendo de Darín–, las de Burman, Campanella, Francella y demás. Lo que está por afuera de ese afortunado y diminuto porcentaje, o sea todas las películas que no son ésas, se las ven bien jodidas para conseguir pantalla. Los complejos necesitan hacer dinero y lo consiguen a través de las películas que llevan gente, que son estas diez o doce que cosechan multitudes excitadas por la promoción y las acomodan en las numerosas salas disponibles con las copias de las distribuidoras más adineradas. Así cierra el círculo de la actual problemática que padecen los realizadores locales: hay un bache de lugares de exhibición y no hay una confianza de los distribuidores en que otras películas funcionen. ¿No resuena a lo que ocurre en el campo discográfico?

Ante esta situación, no es extraño que surja la fuerza que busque cambiar el paradigma de éxito de exhibición, y que posibilite el acercamiento a un nuevo cine argentino de calidad. Diez meses atrás, los afiches en vía pública del estreno de Topos, la película de Emiliano Romero, lucían la llamativa bajada “No sólo en cines”, y se volvían así el puntapié de un circuito alternativo de exhibición que intenta auxiliar el problema. Romero conversa con el NO y explica que No sólo en cines fue la manera que encontró de lidiar en primera persona con tal escenario: “Cuando terminé la posproducción de Topos y me di cuenta de que no la agarraba ningún distribuidor, tomé la decisión de hacerme cargo y armé un equipo de amigos realizadores para conseguir espacios alternativos”.

Lugares como la Ciudad Cultural Konex, los centros culturales Matienzo y Borges, el Chacarerean Teatre, Casa Brandon, La Oreja Negra, el Zaguán y varios otros centros, teatros y cines de barrio se interesaron y accedieron a proyectar su película. “Al tiempo me di cuenta de que lo que hacíamos era útil para otras películas en la misma situación”, cuenta el joven director, y especifica que durante septiembre y octubre Topos metió 6 mil espectadores fuera del circuito comercial tradicional. En diciembre llegó el estreno de otras dos películas argentinas que, anticipándose al ya sabido panorama de escasez de salas, se sumaron al proyecto: Malditos Sean!, de Fabián Forte y Démian Rugna, y Diablo, ópera prima de Nicanor Loreti.

“No sólo en cines es la unión de muchos directores que pelean en equipo, en vez de cuidar cada uno su propio culo. Es revolucionario, pero desde adentro del sistema”, explica Romero, que dice haber encontrado la grieta desde la cual concibe el crecimiento del proyecto: ser exhibidor ambulante del Incaa. “De esta manera cortamos tickets oficiales y cada entrada vendida suma a la taquilla total del film. Desde Konex hasta un barcito de Bahía Blanca.”

A esta altura, No sólo en cines reúne las obras más representativas de la nueva camada de cineastas argentinos: Buscando la Esfera del Poder, de Tetsuo Lumière; Hermanos de sangre, de Daniel de la Vega; Pompeya, de Tamae Garateguy; Las acacias, de Pablo Giorgelli; La memoria del muerto, de Javier Diment; Caño dorado, de Eduardo Pinto; Antes, de Daniel Gimelberg; El hada buena, de María Laura Casabé; el documental ¿Quién mató a Mariano Ferreyra?, de Alejandro Rath y Julián Morcillo, y Plaga zombie: Zona mutante: Revolución tóxica, de Hernán Sáez, son algunas de las pelis que, semana tras semana, tejen una red paralela de “proyección en HD + debate con los directores”, quienes después de la función se prestan a conversar distendidos. “Ya tenemos más de 30 pelis, 65 espacios y esta semana tenemos la primera reunión con el Incaa, después de diez meses de remarla”, cuenta Romero, esperanzado. “Veremos si nos apoya con difusión, que es lo que nos falta.”

¿Cómo hace un realizador para sumar su película al circuito?

–En principio, las películas que se podrían sumar tienen que tener el código Incaa de calificación, una copia en Blu-ray o HD, afiches, trailer y lo más importante: que los realizadores tengan energía, hagan mucha difusión de sus funciones y acompañen la película. Sin todo ese combo, no se puede. Porque No sólo en cines es un proyecto que se logra con mucho esfuerzo y dedicación. Nuestro objetivo es que en un futuro sólo estrenemos pelis paralelamente a los cines pero dándoles muchos meses más de cartel.

No sólo en cines aparece como alternativa, pero ¿puede solucionar el problema de exhibición de las películas argentinas independientes?

–Si logramos que crezca lo suficiente, puede llegar a ser la solución definitiva al problema de exhibición de cine argentino. Hablo de apoyo a los centros culturales para que puedan tener independencia de proyección: proyector HD, pantalla profesional, equipo de audio decente. Y, por supuesto, una legitimación del Incaa y la sociedad para que todos se enteren y puedan tener la opción de ir al shopping a ver una yanqui o a un centro cultural en su barrio a ver una argentina, en alta definición y charlar con los realizadores.

* Programación completa en Facebook.com/NoSoloEnCines

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