LULú JANKILEVICH ES FOTóGRAFA, MúSICA Y HELADERA
Además de cantar en Los Labios y servir cucuruchos en el negocio familiar, su revista digital Colada es un crítico muestrario de fotografía erótica.
› Por Santiago Rial Ungaro
“¿Qué es esto?”, preguntó el policía. Lulú Jankilevich se hizo la desentendida, por las dudas, y le dijo que era “una muestra”. La cosa en cuestión, una serie de gigantografías con algunas de sus fotos eróticas, expuesta en la calle en pleno San Telmo, podía resultar polémica. “Me puse a armarlas a las tres de la tarde y de repente me di cuenta de que estaba colgando un miembro viril masculino inmenso o una chica gigante en tetas, y la verdad es que me empezó a agarrar un poco de miedo de que vinieran la policía o las viejas del barrio, porque al final una se hace la punk y termina pagando las consecuencias. Cuando ya estaba todo colgado apareció un policía y se puso a mirar todo atentamente y, de repente, se acercó y me preguntó qué era eso. Y cuando le dije que era una muestra, ahí nomás, el policía me empezó a decir que estaba buenísimo, que tenía que haber más cosas así, porque la ciudad estaba muy gris. Un delirio total.”
Lulú canta en Los Labios, con la que tiene una curiosa aproximación a la cumbia: “No somos del mundo de las bailantas, quizá porque nunca nos invitaron. Tuve mis bandas punk, pero la cumbia me gusta por Gilda. No sé nada de cumbia, no soy como El Fanta (Martín Roisi, del grupo Fantasma y correalizador de la película Alta cumbia), que es un estudioso. A mí me sale hacer cumbia”. Para enfriar un poco el ánimo y completar el combo, Lulú trabaja en la heladería familiar: “Si me preguntan qué hago, seguro respondo que soy fotógrafa, pero también heladera y performer. No siento que sea cantante, aunque ahora esté tomando clases. El helado también tiene algo erótico, aunque no estoy en pose erótica en la heladería”.
Pero su proyecto más íntimo y personal, hace cinco años, es esta revista virtual semestral: “La verdad es que yo tengo una relación natural con el cuerpo y con el arte erótico. Mi papá y mi tía reciben la revista, a mí me interesa que Colada se consuma más allá del ambiente del arte”. Aunque está la idea de que salga un libro con lo mejor de los 15 números (todos disponibles en Revistacolada.com.ar), Jankilevich sabe que si no fuera por su formato virtual, el proyecto no sería lo que es: “Me gusta que sea virtual porque es una cosa íntima, porque en general es algo que ves sola en tu casa. Creo que el arte siempre tiene una cosa de intimidad, pero creo que al ser erótico, es aún más íntimo. Me gusta eso y además el hecho de que es algo que hago sola, aunque me ayude Victoria Nana. Yo hago lo que quiero y no tengo que explicarle nada a ningún editor ni a nadie”.
Es que, quizá por lo marcadamente masculino y falocéntrico que suele ser el material que uno suele considerar “pornográfico”, las imágenes de Colada (en donde participan talentosos fotógrafos como Arturo Aguiar, Gustavo Di Mario o Andy Rodríguez) está marcada por su mirada particular: femeninas y explícitas, en estas imágenes se adivina una cierta intención estética, artística... onanista. “Creo que lo que hacemos puede ser a veces muy inocente, pero también algo que está siempre hablando de erotismo y de algo sexual. Hay producciones de Playboy de los ‘70, ni hablar de un fotógrafo como Helmut Newton, que son muy artísticas. En definitiva, todo está en la mirada y en el contexto, porque si hacés unas fotos de una pareja haciendo el amor en una obra de arte es considerado algo erótico aunque haya penetración, pero esa misma imagen en una revista es ‘porno’. La verdad, con todo lo que nos rodea actualmente, esas discusiones hoy terminan resultando ridículas.”
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