AL FIN LLEGA CORROSION OF CONFORMITY
Entre el hardcore, el sludge y Black Sabbath, CoC se convirtió en pieza fundamental del hard rock, incluso ante la indiferencia de los medios.
› Por Mario Yannoulas
“Hay tanta música dando vueltas que la gente no tiene tiempo de saber de dónde viene. Hay muchos artistas que no tienen el reconocimiento que merecen, es más la regla que la excepción.” Además de calzarle a un vasto catálogo, la prédica del bajista y cantante Mike Dean se puede dedicar a la situación de su emprendimiento más notable hasta el momento: Corrosion of Conformity. Un eslabón perdido, un puente descuidado entre la atmósfera porrera de Black Sabbath y la inmediatez callejera del hardcore, que sigue siendo una pieza fundamental para el imaginario hard-rocker. El tren de la popularidad pasó: los años dorados junto al guitarrista Pepper Keenan –con quien grabaron los esenciales Blind y Deliverance– quedaron archivados en un cuartucho junto con los videos que rotaban en MTV, y sus cuerpos ya no son jóvenes. Para llegar a ellos hay que buscar, leer sobre influencias de músicos notables, trazar diagonales entre el sludge metal y el hardcore.
Se sabe que falta de popularidad no es efecto de falta de calidad. El hecho es que, reformulada en 2010 como trío –con la alineación que sacó Animosity en 1985–, y con Keenan lo suficientemente ocupado con Down como para sumarse, CoC volvió a grabar en 2012, después de cinco años de mutis. Y el resultado es un trabajo epónimo que ratifica, con grandes momentos, el manifiesto psicofísico de la banda: buenos riffs separados por estribillos fieles, sucesión entre velocidad y down-tempo, voces podridas... una ecuación habitual para un combo hard rock lindero con el hardcore/trash, donde todo artificio ajeno al toque de una banda es síntoma de alienación más que una herramienta libertaria.
Extraños para el gran público después de treinta años de carrera, perdedores hermosos, eso son los CoC. Pero su misión nunca fue la de caerles en gracia a las masas, si eso significara perder el gusto de tocar en una banda auténtica de rock and roll para transformarse en otra pieza intercambiable del mainstream. “No es sólo CoC: en los Estados Unidos no suena rock and roll en los medios masivos, ni siquiera grupos súper populares. Nunca tuvimos demasiado de ese tipo de exposición, y cuando la teníamos, eran más que nada videos, que son lo más cercano que hay a una propaganda de tele. Cuando pudimos, lo tomamos, pero alcanzar tanta visibilidad no está entre nuestras grandes metas”, despeja Dean.
El debut porteño del trío de Carolina del Norte equivale a un descanso en el proceso de grabación de un nuevo álbum con John Custer como productor, el mismo que viene trabajando con la banda desde sus años dorados y que lo hizo hasta en el último lanzamiento de estudio. El músico adelanta: “El material nuevo está muy bien. Hay algunas canciones muy inspiradas en Deep Purple y Black Sabbath, y muchas otras ideas que no podría comparar con nada que haya escuchado. No creo que vaya a tener un estilo ochentoso, a menos que uno se refiera al estilo hardcore; en ese caso, en todo lo que hacemos hay un poco de aquella época”. Sin mirar tanto hacia atrás, y pensando en la importancia que tomaron el doom, el sludge y el stoner en la renovación del heavy metal durante las últimas décadas, todavía no es tarde para aprender del buen perdedor, siempre obligado a escribir su propia historia.
* Domingo 25 en The Roxy Palermo Hollywood, Niceto Vega 5542. A las 18.
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