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Jueves, 29 de agosto de 2013

FíSICA Y QUíMICA DE PéREZ

Puro movimiento

El cuarteto le aporta a la canción pop rock del under metropolitano un matiz jazzero y experimental: “Charly es nuestro Lennon”, identifican.

 Por Juan Barberis

El guitarrista Matías Zabaljáuregui se acomoda en el sillón, revuelve en su cabeza y suelta: “Fue como con una mina, cuando te das cuenta de que es ella al primer beso”. Corría 2009 y, en aquel fogoso primer encuentro, Pérez no tenía nombre, pero sí canciones a punto de ser destripadas. Ramiro Sagasti, su cantante y principal compositor –ex Los Hermanos Macana junto a Kubilai Medina, cantante de Mostruo! e hijo del Manal Alejandro Medina–, guardaba un puñado de ideas que tomaron dimensión de manera instantánea. “Pasó al toque: me mostró lo que tenía y a los quince minutos estábamos tocando Libros y gente... ¡y funcionaba!”, se ceba el guitarrista. “Y lo que está pasando para afuera con la banda es una proyección de lo que pasa para adentro: sigue sucediendo una reacción química, como al principio.”

La irrupción de Pérez vino, sin siquiera proponérselo, a aportar algo poco explorado al diagrama de la música metropolitana. Desde aquel primer encuentro y tras sumar a Martín Lambert en batería y a Diego Goldszein en bajo, el cuarteto trabajó sobre una canción pop rock sensible, pero construida al detalle a través de un formato minimalista, guitarrero y controladamente experimental. Tanto Zabaljáuregui como Lambert cargaban con formación jazzística: ésta era una de sus primeras experiencias en el género, ayudando a aportar una mirada externa y permitiendo vuelo, algo de improvisación y pocos lugares comunes en la construcción de su identidad.

Sobre arpegios y ritmos cruzados, pulieron canciones costumbristas, directas y hasta algo cursis, que de a poco entraron como sables en el pecho de su público, de amplia porción femenina. “Muchas veces pienso si no soy demasiado cursi cuando escribo, me avergüenza un poco, pero igual lo termino dejando, porque si no sería un careta”, asume Sagasti. “Lo que hace un escritor, básicamente, es mirar y encontrar el mayor atajo para transmitir algo. Busco ser transparente con lo que viví, lo que percibí, que sea un puente lo más directo posible”, amplía este autor.

Inspiradas por Lennon, Luca Prodan y, principalmente, Charly García, las canciones de Pérez hasta el momento almacenadas en dos discos (Pérez, de 2010, y 17 canciones para autopista, del año pasado) cargan con juegos de palabras, reavivan términos anticuados (“Voy a quedarme en babia”) o describen durante tres minutos y medio un alucinante par de manos. “Me interesa mucho la sonoridad de la frase, más que lo que se dice. De hecho hay muchas canciones que no tienen un significado y con el tiempo lo van adquiriendo”, expone. “Charly es nuestro Lennon. Tiene frases como: ‘No tengo agua caliente en el calefón, no tengo que escribir canciones de amor’. Son cosas que no sabés a qué van, pero que tienen una sonoridad.”

Actualmente, la dinámica de Pérez parece estar basada en el movimiento y la búsqueda. Todos sus integrantes componen y su espectro sonoro parece una masa en permanente cambio y evolución. “A Pérez lo siento en una etapa adolescente, claramente está definiendo personalidad, sonido y mensaje”, ubica Zabaljáuregui. “Lo importante es el movimiento. Si estás percibiendo todo el tiempo, siempre tenés algo para contar y guardás espacio para la sorpresa”, cierra Sagasti. “Pero cuando te quedás en un lugar, te volvés viejo y terminás diciendo que todo pasado fue mejor.”

* Viernes 30 en la Fiesta Rocking Liverpool, Arévalo 1376. Desde las 21 con Búlgara. Y sábado 31 en Bon Scott, Riccheri 131, Rosario. Desde las 20 con Rosario Bléfari.

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