FERNANDO SANJIAO ERA UN JODóN Y QUEDó
Luego de una década de trabajo subterráneo, se convirtió en el autor más entrañable de la nueva camada de standuperos, incluso para Comedy Central.
› Por Brian Majlin
“El género de la honestidad”, le dice. Y tiene una explicación: hace 10 años, cuando era vendedor en una casa de electrodomésticos que se sentía frustrado, Fernando Sanjiao preparó un monólogo sobre un vendedor de una casa de electrodomésticos que se sentía frustrado. Con ese debut se ganó al público y desde entonces fue y es la punta de lanza de una generación standupera –dudoso neologismo– que tras una década ganó un espacio estable en la cartelera porteña. Sanjiao quizá no es el más famoso de esa camada –en comparación, por ejemplo, con Sebastián Wainraich, con quien arrancó hace diez años–, pero tiene un aura especial: hace reír cuando lo busca y, cuando no, también. Actualmente es abanderado argentino en el proyecto de Stand Up Sin Fronteras, de Comedy Central, que reúne a más de una decena de avezados comediantes de Latinoamérica y va de lunes a viernes a las 23.
“Cuando empecé había sólo dos shows de stand up y me puse a estudiar con Martín Rocco a partir de un monólogo suyo que me partió la cabeza. Siempre me había gustado ese estilo de humor, pero ahí vi que se podía hacer acá y en vivo, es algo que genera algo imposible de transmitir con un video. En esa época teníamos que explicar qué era. Al principio hubo prejuicio, y aún hay, porque es nuevo, porque es fácil, porque ya lo hacía Tato Bores, porque cualquiera puede hacerlo...”
–Es accesible para que sea estudiado y que la gente pueda hacerlo, aunque hacerlo bien lleva mucho tiempo y trabajo. De ahí a que dure y la gente pague la entrada y valga la pena hay un trecho, ya es otra cosa.
–Hay un código, un laburo del material, formación, pero cada quien hace su camino. Lo que hizo Malena Pichot es genial: una persona siendo absolutamente honesta frente a una cámara, tan honesta que es desopilante. En algún aspecto lo que hace reír es algún tipo de identificación, aunque no te pase a vos, podés ver que eso es reconocible. Igual es raro, siempre me pregunto por qué se ríe alguien.
–Nunca lo pensé así, pero puede ser. Creo que es liberador, el género habla de sacarse la careta, de que el mundo es una mierda. Habla de que estás todo el tiempo careteando, que si sos más lindo te va mejor, si ganás más plata te va mejor; hablamos de pensar lo que realmente nos pasa. Cuando ves en el escenario a un tipo que cuenta eso y se saca la careta, habla de verdades o padecimientos colectivos y te reís, es liberador.
–Para el espectador sí. Para el comediante no tanto, porque no es que te hace superar tus dramas. Uno sigue con problemas, pero reírse está bueno.
Sanjiao trasladó su éxito a la radio: está los mediodías en Lalo por hecho, con Lalo Mir y Maju Lozano. Y hace Más canchero, cada fin de semana en el Paseo La Plaza, con Malena Guinzburg, Pablo Fábregas y Diego Scott. En su exploración del género llegó a ser uno de los profesores más reconocidos por sus colegas y alumnos. El explica a los que se acercan al stand up que no se trata de hacerse el gracioso ni de exacerbar insultos, sino de tener algo para contar. “Ahí está lo más valioso. Hay que enfocar en qué elegir contar y de qué manera, no en hacerse el gracioso”, asegura.
–Que la gente se ría es algo raro que nos pasa a los humanos, que escuchamos algo y nos causa gracia. Pero nadie sabe bien por qué, ni es que el stand up tiene que ir a buscar esas risas.
A pesar de no buscarlas, entonces, sus ocurrencias multiplican risas. Hoy tiene más de 25 mil seguidores en Twitter (@cuestiondefer), siete mil en Facebook y la referencia asegurada cada vez que alguien habla de stand up. Su nombre se viraliza: más de un millón de personas vieron su monólogo de la timidez en YouTube. En esa ocasión usó una frase –”Quién puso choclo en un sanguchito de miga, eso era una joda y quedó”– que efectivamente funcionó como chiste y quedó: es casi propiedad colectiva en las redes sociales el latiguillo “era una joda y quedó”. El reflexiona: “Lo que me ayudó fue que me iba mal, que era algo horrendo lo que hacía. La pasaba mal y eso generó identificación y risa. Aceptar verdades, es la clave del comediante”.
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