CULTO LOCAL EN EL CASSETTE STORE DAY
¿Qué dulce capricho del gusto o qué indiscutible condición técnica harán que esos tramos de cinta-en-cacho-de-plástico-doble-agujerito pervivan?
› Por Javier Aguirre
¿Otra atrocidad en nombre del fetiche o la genuina reivindicación a uno de los mejores amigos que nos dio la música? No es tan sencillo justificar las razones del Cassette Store Day, una celebración internacional de respaldo al casete como soporte que se celebrará por primera vez este año en Inglaterra, Estados Unidos, Japón, Italia y –claro– en la Argentina, donde bandas, sellos, disquerías y mixtaperos (¿casetejockeys? ¿K7Js?) honrarán, en vivo y con ediciones especiales en ese formato, la memoria de un muerto que vive y que sigue oyendo correr la cinta por sus venas.
La revancha casetera no llega en el mejor momento para los soportes físicos de la música. O tal vez sí, si se entiende como oportunidad al Apocalipsis-online-post-plaga-zombie-downloadera que aniquiló todo formato tangible. Si en los ‘70 Homero Simpson llevaba vinilos bajo el brazo, si en los ‘80 Marty McFly tenía la mochila llena de casetes y si en los ‘90 llevabas siempre encima una carpeta con cd... bueno, hoy, nadie agarra con su mano un archivo MP3. La música no está en ningún lado, salvo en el tiempo, es invisible e intoqueteable. Los formatos digitales le cavaron la fosa al cd y mearon chorrobytes sobre su tumba.
La recuperación casetera descansa en una palabra: fetiche. Aquella cosa ocultista –tan de superstición memorabílica rocker– de atribuirle magia y mística a un objeto inanimado sin más que dos placas de plástico, una cinta magnética y tornillitos. El fetiche, según Luludot Viento, cantante de Los Rusos Hijos de Puta –cuyo casete EP Hola animará el Cassette Store Day– es lo que les gusta de todo esto. “La idea era que los temas del EP estuvieran sólo disponibles para descarga, hasta que nos contaron de los casetes y se nos hizo agua la boca... ¡Fue tan fetichista verlo en casete, con la foto de tapa chiquita, el lado A, el lado B...! Y la gente que lo compra también lo hace por fetichismo”, marca la cantante rusahijaputera.
¿Quién lo compra? El entusiasmo de artistas –y sellos– está aquí en el centro, inclusive, antes de pensar en quién lo va a comprar o cómo lo va a escuchar. ¿En cuántas casas aún queda un pasacasete? ¿Hay minicomponentes con caseteras en las casas de electrodomésticos? “No, caseteras nuevas no hay por ningún lado”, confirma al NO Federico Muñoz de Toro, responsable de Cincope Records y uno de los organizadores del Cassette Store Day local, junto a Hallo Discos y Mercurio Disquería. “Estuvimos buscando unas baratas afuera, y hay mucho en el mercado de usados, pero suelen estar en mal estado”, lamenta. “Tenemos la ilusión de conseguir unos walkmancitos y vender unos combos de casetes y walkman, pero no sé si llegaremos. ¡Uno de los lugares para el casete son los autos viejos!”, suma Federico. “El otro día vino un tipo con un Renault 12 que sólo tenía pasacasetes y flasheaba porque estaba volviendo a escuchar música en el coche.”
Es que, para los sellos, el casete no sólo abre las puertas del Renault 12, también las de ediciones pequeñas. “Es muy económico, permite tiradas reducidas, hacemos los casetes de a uno, a partir de un master, con una doble casetera especial que tienen en Hallo. Como hicieron con los 107 Faunos, el método es conseguir casetes transparentes, hacerles gráficas e imprimirlas encima. Cada uno se vende en unos veinte pesos”, detalla.
Esta “vuelta a las fuentes” también se palpa en el Hemisferio Norte, donde se han sumado al Cassette Store Day peces gordos como The Flaming Lips, At The Drive-In, Suicidal Tendencies o Los Campesinos!, y donde el propio Bobby Gillespie (de Primal Scream) oficia de maestro de ceremonias y prologa: “La música suena genial en casete. Tengo una gran colección: Dylan, Stones, The Byrds... Y grandes compilaciones que hice para escuchar en las giras de Primal Scream. El casete es un medio cool para escuchar música. Es calentito y sabroso...”. Gracias, Bobby. Otra vez el fetiche.
Pero, ¿dónde termina el fetiche y dónde empieza la nostalgia? ¿La clave del reencuentro es nomás ese objeto mágico del que alguna vez manaba la música, o son las perdidas meriendas sepia después del colegio? “Tengo las dos vivencias –responde Muñoz de Toro–, la de gente grande que recuerda el primer casete que compró y la de chicos como los Predslav, una banda de Capilla del Señor, locos por editar su material en casete y que tienen 15 años.” Ahora contesta Luludot, de Los Rusos Hijos de Puta: “Por un tema de edad, en nuestra adolescencia, en los ‘90, el walkman nos permitió conocer mucha música. Lo convierte en reliquia, en algo de colección. Y se escucha relindo, porque tiene un sonido atmosférico, un ruidito mágico que le da algo de experiencia extrasensorial. Pero también es emocionante rebobinar, es hermosa la noción del tiempo, es sentir cómo se va todo para atrás...”. n n n
* Sábado 7 en Mercurio (Galería Patio del Liceo, Santa Fe 2729, de 17 a 21). Tocarán Antolín, Diente de Madera y Predslav, y se presentará la reedición exclusiva en casete del álbum Horrible, de Suárez. Gratis.
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