MOULD, DE HüSKER Dü, INFLUYENTE Y AMISTOSO
El violero y cantante cultivó compadres en el rock alternativo a la par de urgentes y notables discos.
› Por Julio Nusdeo
Con un debut grabado en vivo en 1981, cuyo título (Land Speed Record o record de velocidad en tierra) servía tanto para la urgencia hardcore en la que sus 17 temas se condensaban en 26 minutos y medio, como para sus hábitos a las anfetaminas, Hüsker Dü atravesó la década de los 80 como un zumbido de ruido blanco que pulía su costado melódico a cada paso. El trío de Bob Mould, el bajista Greg Norton y el baterista Grant Hart confeccionó álbumes cáusticos como Everything Falls Apart (1983) o el legendario Zen Arcade (1984), e iluminó no sólo el camino de, por caso, Foo Fighters –quienes luego de tantas reminiscencias finalmente invitaron a Mould a tocar en su disco Wasting Light–, sino de las próximas generaciones de rock alternativo, con guitarras distorsionadas, ritmos intrincados y canciones memorables como Diane, Something I Learned Today, Turn on the News o New Day Rising.
Tras la ruptura de Hüsker Dü y después de un primer período solista de canciones más acústicas, Bob Mould formó Sugar, y su disco Copper Blue (1992) amplió la base de fans que había cultivado. Durante aquellas épocas, Mould cargaba reputación de cascarrabias ante las entrevistas. Ahora entiende que su trato con la prensa es justo. “Hay días que no tengo una respuesta, y días en los que no puedo parar de explicar mi trabajo, igual que cualquier otra persona”, le dice al NO.
Acabada su etapa en Sugar, Mould se instaló en Nueva York entre 1998 y 2002, donde curtió mucha música dance, “en especial comp ilaciones del sello Global Underground, a Sasha y John Digweed, y bandas de la etiqueta alemana Morr Music”. De ahí que Modulate (2002) haya sido el disco más alejado de su sonido tradicional.
Su autobiografía See a Little Light: The Trail of Rage and Melody (2011) contó con la colaboración del periodista Michael Azerrad, autor de Our Band Could Be Your Life, un notable retrato del underground estadounidense de los ‘80, entiende Mould, que explica que haber trabajado con Michael fue de gran ayuda: “Es un gran escritor y editor. Sin su guía, habría hecho un libro muy diferente e inferior”.
Tocaste con Brendan Canty de Fugazi y ahora con Jon Wurster, de Superchunk, dos bateristas de feroces bandas independientes... Tu disco más reciente, Silver Age, fue publicado por Merge, sello de los Superchunk. My Bloody Valentine te invitó al festival ATP en 2009 y Foo Fighters a grabar en su disco. Algo peculiar en un ámbito donde las amistades no prosperan...
–Trabajé durante un tiempo con Brendan cuando vivía en Washington. Teníamos amigos en común y los dos conocíamos en lo que andaba el otro. Jon se unió al equipo en 2009 y básicamente salvó una gira de arder en llamas. Es un gran tipo y el baterista perfecto para la música que estoy escribiendo. Merge es un gran sello. Soy fan de muchas de sus bandas: Arcade Fire, Spoon, Superchunk, y sólo tenía sentido trabajar juntos. La pregunta es por qué nos tomó tanto tiempo, pero ahora trabajamos juntos y todo el mundo es feliz. Y respecto de My Bloody Valentine, los escuché por primera vez en diciembre de 1991, después de mi primer encuentro con Alan McGee en las oficinas de Creation Records, en Londres. Kevin Shields y yo nos hicimos amigos en 1993 y mantenemos nuestra amistad hasta hoy.
* Jueves 3 en Teatro Vorterix (Lacroze y Alvarez Thomas). A las 21.
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