Jueves, 10 de octubre de 2013 | Hoy
NUEVO CD DE UN GRUPO CON MUCHO NOMBRE PARA ESTE ESPACIO
El Violinista del Amor y Los Pibes Que Miraban publicó una galería de himnos de revoluciones inconclusas.
Por Javier Aguirre
“Si la revolución fracasa y nos toca perder, que la derrota nos encuentre cagándonos de risa, cantando, brindando y zapando en una taberna llena de humo. Y a la mierda los fascistas, franquistas y burgueses explotadores...” Algo así parece guiar al insólito, conceptual, atrapante y festivo El Violinista del Amor y Los Pibes Que Miraban Contra Los Fantasmas (canciones e himnos de revoluciones que no fueron), último disco de una extraña banda con evidentes genes rockers, pero que a la hora de mirar atrás, en pos de influencias, no clava su catalejo retrospectivo en los ‘90, ‘80, ‘70, ‘60, ni en los ‘50, sino aún más lejos: en las bandas sonoras de las resistencias revolucionarias y bélicas de la Europa de la primera mitad del siglo XX. Una inspiración tan musical como política, tan caprichosa como historiográfica, tan lúdica como ilustrada, tan punkie como culta, es la que justifica el cuarto álbum de El Violinista... y Los Pibes... la banda que de Nicolás Valdés, Eduardo Renzi, Pablo Maillie, Leandro Aspis, Federico Pazos y Nicolás “Ñ” Esperante.
Todos tienen un origen común en el rock; integraron bandas hardcore, noise, punk, reggae, garage y psicodélicas. “Es una decantación, siempre escuchamos a Tom Waits y punk-rock; de pronto, ya no querés seguir peleando con los dueños de los tugurios... es otro tipo de revolución”, señala Ñ al NO sobre los cambios que convirtieron a El Violinista... en la orquesta anacrónica, combativa que es hoy.
–Hay que tomárselo así, no queda otra. La banda intenta desdramatizar. No creemos que haya cosas con las que no se jode. Cantar una cumbia sobre mineros muertos implica que no aparezca la solemnidad. No es que no respetemos lo que pasó, la lucha que tanto queremos y respetamos, pero nos tomamos la libertad de banalizar. Para tener una mentalidad de izquierda en un mundo como el de hoy, la única que queda es reírse un poco de todo.
–Me atajo un poco con lo de “disco conceptual”, me hace pensar en The Who... no sé. No somos una banda que piense mucho, ni armamos los temas especialmente para el disco. Fue más una necesidad que una búsqueda; plasmar en una grabación una serie de temas que tocábamos en vivo, versiones propias, personales, espesas de canciones de la Guerra Civil española o de la resistencia antifascista italiana. O de La Internacional.
–Son cosas con las que estamos emparentados, con las que nos sentimos muy cercanos. Mi abuelo Manuel peleó en la Guerra Civil española cuando tenía 17 años ¡y del lado de los franquistas! Siempre charlamos con muchas chicanas. Me contaba que en esa época vivía en un pueblito de montaña, en Galicia, y que les decían que no existía el Rey, ni Dios, ni la Patria, les tomaban todo el vino... Flasheó con los valores. Incluso él, peleando del lado de los franquistas, escondía a revolucionarios para salvarlos. Yo le digo: “Vos sos anarquista pero no lo sabés”. El disco está dedicado a él, se lo regalé. Tiene 94 años y es el tipo más de izquierda que conozco.
–El movimiento anarquista y socialista de fines del siglo XIX tenía mucho inmigrante, no sé si mucha presencia argentina. Los movimientos revolucionarios fallidos fueron más bien de extranjeros. Pero lo cierto es que no estuvimos rastreando canciones argentinas y no sé si hay. Grabamos las que conocíamos de discos que teníamos... Tocamos de caradura, nuestra aproximación a las canciones y hasta a los instrumentos es espontánea. Nos pasa que las orquestas más académicas nos miran raro, como diciéndonos: “Che, el acordeón no se agarra así”. ¿Y qué querés? Yo vengo del punk...
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