TAXISTA, 14 HORAS POR DIA EN LA CALLE
Recorren Buenos Aires de arriba a abajo. En el camino, se cruzan con mil historias: buenas, malas, feas o directamente in-cre-í-bles... Dentro del auto transcurre su mundo y la vida es eso que pasa del otro lado del parabrisas. Pero no tanto: cuernos, problemas, choreo, todo es posible.
ENTREVISTA: FEDERICO QUINTERO
FOTOS: NORA LEZANO
Arriba de un taxi ves el
mundo. Si estás en una oficina, encerrado todo el día, es como
que te pudrís. A mí me gusta la calle. Estar arriba de un auto
y dar vueltas me encanta. Ahora no estoy trabajando, pero me pasa igual... En
mi casa más de tres o cuatro horas no aguanto. Me gusta estar hoy en
Boedo, mañana en Almagro, y así. Me gusta esa vida. No te digo
que es la mejor, pero es la que me gusta. Por eso es que me volvería
a armar el taxi. Yo me conozco toda la Capital y Gran Buenos Aires. Decime a
dónde querés ir, decime... ¿De Flores a Belgrano? Yo sé.
¿De Valentín Alsina al Centro? también conozco. Lo que
quieras, decime y vas a ver. No me tenés que explicar nada.
Además siempre me gustó eso de ganarme la plata, de no tener patrón,
poder usar el pelo largo, que nadie te diga que tenés que usar una camisa,
o que tenés que hablar así, asá. No me gusta tener que
cambiar mi personalidad para conseguir un trabajo. Tengo 30 años y no
lo hice nunca. El tema es que, por como están las cosas, da para que
te digan cualquiera. Y la gente lo acepta porque está cagada de hambre.
O sea que es como una suma de todo: tener el trabajo propio, cuidarlo, que el
trabajo te dé para mantener un auto bien, a punto, deportivo, facherito,
lustradito. Estás todo el día... Es el auto primero, después
el resto. El mío tenía llantas, mi música, mis iodos, perfume...
Esencias importadas. Había que tenerlo lindo porque tenés que
salir y ganar, ganar en todo sentido.
Levante
Cuando dicen
que el taxista tiene levante, no es que lo tenga. Lo que pasa es que está
14 horas en la calle... Rivadavia la cruza 80 veces, y alguna mujer te va a
mirar. Si estás encerrado en una oficina todo el día, no conocés
a nadie. En el taxi ves el mundo. Y una te tiene que mirar; si no, sos horrible,
hermano. Más que levante de pasajeros, donde más levanté
fue en las paradas de colectivo, porque pasás y les tocás bocina.
Se ríen. Pegás la vuelta y “dale, vamos a tomar algo”.
Una vuelta, en Primera Junta, me agarra un semáforo. Una mina hermosa,
serían las 10 de la noche. Le tiré un beso así, con la
mano. Ella se acerca y se sube adelante al toque. Cuestión que la levanté,
y terminamos en un telo hasta el otro día. Nos seguimos viendo una vez
por semana. Era muy bonita. ¡Una muñeca! ¡Una conchita perfumada,
hermosa!
Y varias, varias veces subieron tres o cuatro, capaz de 30 o 40 años,
medio tomadas, veteranas buenas. Y me decían: “Ay, qué lindo
el pelo, que pin que pan...”. Pero era tímido con las minas así.
Y después me quería matar porque me provocaban y yo me quedaba
en el molde... Porque me estaba formando. Pero si me pasa eso ahora, le bajo
la caña a las cuatro juntas, ¿me entendés?
Está el mito del bolazo, porque total son relaciones que no vas a ver
más. Yo en general decía la verdad. Nunca fui de esos... No me
gusta mentir, jamás mentí y creo que por eso también tuve
los choques frontales que tuve con mi familia, porque siempre fui de frente,
nunca fui de costado, ni de atrás. Soy muy buen hijo, buen chabón,
pero si me molesta algo te lo digo y me importa un carajo si te duele o no,
¿viste?
En mi vida fui peronista... Pero porque nunca quise ser peronista, porque no
sé si Perón fue bueno o no. Está esa tendencia, el mito
pelotudo de decir que el peronista es un negro y el radical no... Ya demostraron
que son todos una mierda. Pero bueno, cuestión que capaz que uno me decía
que era peronista, y yo decía también, y me ganaba la propina,
¿me entendés? Les seguís el tren, pero nada más.
Ya te digo, mentir nunca mentí. Y un poco que le hacés de psicólogo
a cada pasajero. Al principio no, pero llega un momento en el que no querés
escuchar más problemas, porque lo que escuchás siempre son problemas...
Que mi marido esto, que mi mujer lo otro, que mi suegra, que la guita no me
alcanza. Es una realidad porque lo escuchás, pero llega un momento de
la semana o del mes que no querés más. Capaz que a alguno le contaba
los quilombos míos, pero más que nada para que no me cuente más
los de él... Si ya ves que vas a escuchar de vuelta lo mismo que te dijeron
a la mañana, hace seis meses, hace un año. ¿Querés
escuchar mis problemas, lo que son? Y le contás tus cosas, tal cual...
Le largás la tuya, te descargás, es lógico. Y un montón
de veces encontrás las respuestas que necesitás. Te digo más:
la mayoría de los problemas son los mismos que vivía yo, los que
debés vivir vos. Ponete a pensar en ahora: poco laburo, la gente sin
trabajo, la inseguridad, la violencia que estamos viviendo, mal de amores que
es de todas las épocas, uno porque está casado, otro porque está
de novio, pero son problemas de males de amor igual, ¿o no? Porque es
así, es una realidad. Todos buscan al lado a una persona que no les rompa
los huevos; la minita, un chabón; y el chabón, una minita. Es
triste, pero es así...
Rebusques
En la época
que me decidí a estar con el taxi, dejé la joda. Laburaba de lunes
a sábado, desde las 5 o 6 de la mañana hasta las 2, 3 de la tarde.
El sábado, cuando llegaba a mi casa, me bañaba y comía,
y me iba a dormir hasta las 7, 8 de la noche. Capaz que cuando me levantaba,
salía, no sé, de 8 a 10 y me hacía 20 mangos, porque en
esa época capaz que a la noche te hacías 15 mangos por hora, que
ahora no hacés ni 6. Y después me iba a bailar con mis amigos,
con la plata del día, 80, 90 pesos, más lo que hacía ahí,
y salía con 100, 130 pesos... Hacía un desastre. Pero descansaba
antes de salir, no es que venía de rumba y me subía al coche.
Nunca lo choqué, y estás dispuesto a chocar, puede pasar. Igual
yo piloteo muy bien. Pero ni loco. Me lo tomé como un laburo, como un
profesional.
Me acuerdo de que cuando salía con el auto del marido de mi mamá,
en los primeros años, capaz que le decía que había hecho
100, pero había hecho 110, 120. Me guardaba el canutito todos los días.
El papá de mi novia también tenía taxi, no podía
bolacear mucho. Y así me juntaba otros pesitos y capaz que cuando me
levantaba una mina, me iba al telo y no perdía plata del día de
laburo. Me iba una horita y media, hacía lo que tenía que hacer
y seguía laburando. Y la teca de ese día la tenía más
o menos, ¿claro? Eran los rebusques... O metía la mano adentro
del motor, me la llenaba de grasa y decía que se me había roto
el auto, que ese día había hecho 60 pesos, y me iba con una mina.
Era para que nadie me hinche las pelotas.
Yo salía más o menos a las 6, como te dije. Y laburaba hasta las
10. De 10 a 10 y media paraba en un bar en Independencia y Combate de los Pozos,
que ahora no está más. Ahí me tomaba un cortado en vaso
con dos medialunas de grasa. Y me rendía la parada porque me leía
el Clarín, el “Deportivo”... bah, la parte de San Lorenzo,
y si tenía tiempo también los otros titulares. A la media horita
arrancaba. El tema es que desde las 6 hasta las 9 y media o 10 hay movimiento.
Después merma el laburo hasta las 11 y media, más o menos, porque
la gente está ubicada ya. Y desde las 3 hasta las 9 de la noche se trabaja
sin parar. Capaz que en las tres o cuatro horitas de la mañana te hacías
50 pesos, antes del café. Hoy no creo que llegues a 30.
Al ser propio el auto, como era mi caso, es menos presión, porque no
tenés que pagar 50 pesos de alquiler. Entonces salís más
tranqui a la calle.
Hoy me dedico a la coctelería, pero lo volvería a tener como un
trabajo alternativo. Si salgo a hacer 20 pesos, salgo por 20 pesos. O un día
mecuelgo a laburar, y laburo. O sea que no saldría a yirar, lo usaría
de otra forma.
Yo necesito un auto particular, y para tener un auto particular, pongo dos lucas
más y tengo un taxi. Y si esto se reactiva, el coche funciona. Además,
la licencia va a pasar de valer 2 a valer 20 lucas, y te capitalizás,
¿me entendés? Y no es sólo por el negocio, porque si necesito
plata, salgo a hacer plata; y si salgo a pasear, ¿cuál es el problema?
Si en dos meses lo dejo lindo. Le pongo llantas, silens, le tonalizo los vidrios,
música porque tengo potencia, tengo los buffers, tengo la bocina de los
Duques de Hazard en casa. Eso a la gente le gusta, porque así como está
el boludo que te dice “bajá la música”, está
la minita que te dice “subila” y se pone a cantar.
Tengo gente que me quiere mucho, que me vio nacer, que tiene 60 años
y toma mucho taxi y remise, y me dice: “Loco, sacátelo que yo te
llamo al celular y viajo con vos”. O sea que capaz que estando en casa
me hago 50 pesos, y ya estoy hecho, ¿entendés a lo que voy? Esa
es la ventaja que tengo: me quiere mucha gente.
De la calle
Hay muchos que
descargan sus quilombos de familia o de la vida en general arriba del auto.
Es muy típico eso, muy argentino. Pero son cosas que podés justificar
a medias, porque si vos estás en un taxi, que es un servicio público,
no te tenés que pelear. Yo me peleé una sola vez porque uno me
escupió. Me bajé y le pegué. Me acuerdo que yo estaba parado
en un semáforo, y el tipo estaba con un auto al lado mío y escupe
y me lo pega en el guardabarro. Después, fríamente pensando, creo
que la escupida se le escapó, pero eso lo vi después. Yo tenía
el auto impecable. ¡Im-pe-ca-ble! Y agarré y lo escupí yo,
adentro del auto. El tipo se bajó, y cuando se bajó me bajé
yo y lo emboqué de entrada... Era más grandote que yo... Lo madrugué,
lo senté de orto. Yo después me quería morir, porque creo
que lo hizo sin querer, pero fue. No te digo que me arrepentí, porque
es una experiencia, pero estuve mal, porque lo escupí adentro del auto,
¿entendés?
Para pelear, siempre me gustó pelearme en la cancha, porque tengo las
cosas separadas. Está mal también, no te voy a decir, pero bue...
Son las reglas del juego. Nunca quise mezclar los problemas, porque problemas
tenés siempre, hasta el día de hoy, y trato de ir con buen humor.
No los traslado... Intento solucionarlos.
A mí no me tenés que explicar nada, porque vi todo, desde el que
se tomó un saque o se fumó un porro adentro del auto, hasta manejar
y escabiar yo arriba del auto con una pasajera que terminó al lado mío.
O sea, pasás de todo. Hasta me pasó que se me tire un puto y ponerle
los puntos, porque a mí no me gustan los hombres. Hay millones de alternativas,
así como se te tira una mina, se te tira un chabón. Llevás
chorros, te ofrecen estéreos, pasa de todo. Es como mi oficina, entra
y sale todo.
Yo nunca hice cualquiera en el auto, porque no da. Nunca fumé porro en
el auto, porque te pueden abrochar, y por más que mi viejo es juez penal
posta, y me despega al toque, no es el hecho porque él no sabe que curto,
y no es cuestión que se entere así porque me despega, pero me
mata... Prefiero caer preso. Y además podés perder la licencia,
que es un permiso municipal... O sea que no podés robar, no podés
drogarte, es como que tenés que andar prolijo, lógico... Nada
más que estás en la Argentina y todo se arregla. Igual fumar,
no. El porro es droga de pobre para mí.
Conquistas
Y... Un par
tuve. Una era una mina que era abogada. Terrible perra, pero de verdad, eh,
terrible, terrible. Creo que fue una de las más lindas que tuve yo...
No llegué a cogérmela. Yo tendría 26, y la mina 30, pero
erauna muñeca, con perfume, vestidito... Una belleza de verdad, de cuerpo,
cara, manos, boca, todo. La mujer que decís: con esta me caso, le soy
fiel toda la vida y le hago veinte pibes. ¿Viste? Lo que uno quiere.
Empezamos a conversar, que ella estaba mal con el chabón, qué
sé yo... Pasate adelante, vamos a tomar una cerveza, empezamos a hablar,
qué sé yo... Me empezó a chupar la pija arriba del auto,
me la chupó y se tragó toda la leche. Le digo: vamos al telo.
No, no, que yo me voy a mi casa, me espera mi marido, y compró, me acuerdo,
unos Beldent. ¿Qué pasa, no te gustó? “Si, loco me
encanta, pero, ¿sabés qué pasa? Quería esto.”
¿Cómo que querías esto? Yo me quedé mal, ¿viste?
“Sí –me dice-, porque si le hago esto a mi marido, se piensa
que soy una puta, entonces, si no se lo hago a él... te lo hago de onda,
porque me imaginé que tenías una rica pija.” Y se fue. Nunca
más la vi.
Cuando te ponés a pensar que esto te puede pasar a vos, te querés
matar, porque ni te enterás. Las cosas que escuchás... Un chabón,
tipo jefe de empresa o de oficina que sale con la secretaria: “Ayyyy, ya
lo descarté al boludo de mi marido, tenemos una hora”. Y vos te
querés matar, porque los dejás adentro del telo. Y decís:
mirá qué hijos de puta que son, el chabón y la mina, un
montón... De ésas enganché fortuna... Imaginate de estar
durante 9 años, 14 horas por día. Imaginate, capaz que una de
ésas era tu jermu.
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